Juan Domingo Perón falleció el 1 de julio de 1974, en la Quinta presidencial de Olivos, debido a un paro cardíaco resultado del agravamiento de la cardiopatía isquémica crónica que padecía. El anuncio al país fue realizado por su viuda, la vicepresidenta María Estela Martínez, que poco después asumió la presidencia.
Poco más de dos semanas antes, el 12 de junio, hablaba por última vez desde el balcón de la Casa Rosada, aludiendo a su propia muerte ("hasta el último aliento") y concluyendo con una frase que ha sido interpretada como una despedida:
Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.
Juan D. Perón, 12 de junio de 1974
El 1 de julio de 1974 murió el general Juan D. Perón, a los 78 años, cuando aún no había cumplido su primer año de mandato. La causa de la muerte fue un paro cardíaco, como consecuencia del agravamiento de la enfermedad coronaria crónica que padecía.
María Estela Martínez de Perón, su esposa y vicepresidente, lo anunció al país diciendo "con gran dolor debo transmitir al pueblo el fallecimiento de un verdadero apóstol de la paz y la no violencia".
Mientras se encontraba el cuerpo en el Congreso, desfilaron ante el féretro 135 mil personas; afuera, más de un millón de argentinos quedaron sin dar el último adiós a su líder. Dos mil periodistas extranjeros informaron de todos los detalles de las exequias.
Tras varios días de duelo nacional, en los que el cuerpo fue velado en el Congreso de la Nación por cientos de miles de personas, los restos fueron trasladados a una cripta en la Quinta Presidencial de Olivos.
El líder radical Ricardo Balbín pronunció en esa ocasión un discurso de reconciliación, sintetizado en una frase que se volvió histórica:
El país entierra a otro gran presidente... Este viejo adversario despide a un amigo.
Ricardo Balbín
Desde Cuba, Fidel Castro lamentó la muerte de Perón en estos términos:
Perón siempre será recordado aquí como un patriota latinoamericano y un amigo de Cuba y de su pueblo.
Fidel Castro
El 17 de noviembre de 1974 los restos de Evita, que habían quedado en España, fueron trasladados por el gobierno de María Estela Martínez de Perón y depositados en la misma cripta. Mientras tanto, el gobierno comenzó a proyectar el Altar de la Patria, un mausoleo gigantesco que albergaría los restos de Juan Perón, Eva Duarte de Perón y todos los próceres de la Argentina.
Los tres primeros mandatarios llegaron a Buenos Aires para sumarse al duelo de los argentinos: Juan María Bordaberry, de Uruguay; Hugo Banzer, de Bolivia, y Alfredo Stroessner, del Paraguay. Antes de que se iniciara la marcha hacia Olivos, en el Congreso, doce oradores despidieron al muerto: Benito Llambí, en representación de los ministros; José Antonio Allende, por los senadores; Raúl Lastiri, en nombre de los diputados; Miguel Ángel Bercaitz, por la Corte Suprema de la Nación; el teniente general Leandro E. Anaya, en representación de las Fuerzas Armadas; el gobernador riojano Carlos Menem, en nombre de sus colegas de todas las provincias; Ricardo Balbín, por los partidos políticos; Duillo Brunillo y Silvana Rota, por el Partido Justicialista; Lorenzo Miguel, de las 62 Organizaciones; Adelino Romero, de la CGT, y Julio Broker, por la CGE. En Olivos, el féretro fue conducido a pulso desde la cureña hasta la capilla de Nuestra Señora de la Merced; una salva de 21 cañonazos prologó la misa y el responso pronunciado por el capellán de granaderos Héctor Ponzo.
La repercusión de la muerte del teniente general Juan Domingo Perón alcanzó un eco sin precedentes en la Argentina y conmovió a grandes personalidades de todo el mundo. Esa consternación quedó evidenciada no sólo en las condolencias que convergieron sobre Buenos Aires, sino en una especie de súbita parálisis que se verificó en algunas capitales del exterior.
En Moscú, por ejemplo, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y el secretario general del Partido Comunista de URSS, Leonid Brézhnev, interrumpieron el diálogo que mantenían desde días atrás, para expresar su adhesión al duelo. Otro tanto sucedió con las reuniones de la FAO que se celebraban en Roma; e igual decisión se tomó, en Ginebra, en la Conferencia sobre Desarme. Ernesto Geisel, presidente de Brasil, conoció la triste noticia mientras volaba desde el norte de su país hacia Brasilia: en pleno vuelo decretó tres días de duelo nacional y redactó las condolencias para el gobierno y pueblo argentinos. En todos los países del mundo las banderas comenzaron a flamear a media asta, incluyendo la blanca y celeste de las Naciones Unidas, enarbolada en su sede de Nueva York. Las enseñas de todos los países rindieron similar tributo en los estadios alemanes donde se jugaban los encuentros por el Campeonato Mundial de Fútbol. En cada uno de los partidos disputados a partir del 1º de julio, se interrumpió el juego por un minuto para rendir homenaje al viejo líder argentino. Igual medida dispusieron las autoridades del Campeonato Mundial de Básquetbol que se disputaba en San Juan de Puerto Rico.
En Lima, Nueva York, Brasilia, Roma, Washington y en casi todas las grandes capitales se rezaron misas in memorian del presidente muerto, y el propio papa Pablo VI le dedicó –el martes 2- la misa que celebró en la capilla privada del tercer piso del Palacio Apostólico del Vaticano.
La irreparable desaparición sirvió para titular los diarios de todo el orbe (las portadas de algunos periódicos porteños ilustran esta página), los que publicaron extensas notas necrológicas destinadas a resaltar la personalidad de quien fuera, por tres veces, presidente de los argentinos. A continuación se insertan las opiniones vertidas por diferentes personalidades y medios periodísticos del exterior.
Perón salió al balcón de la Casa Rosada, por última vez, el 12 de junio de 1974 . Esa misma mañana Perón había amenazado con renunciar en medio de una delicada situación económica y política. La CGT había convocado a la Plaza de Mayo, el presidente estaba enfermo y cansado.
Perón fue velado en el Congreso Nacional donde tres millones de personas se acercaron para verlo por última vez, una concurrencia tan numerosa obligó a extender el sepelio. En la foto se ve el traslado de su cuerpo al Congreso Nacional para su velorio.
Poco después de las 14.10 el secretario general de la CGT, Adelino Romero, decretaba –en señal de duelo- un cese general de actividades; medida que fue imitada por Julio Broker, titular de la CGE, quien invitó a los empresarios de todo el país a sumarse al duelo. Por un conflicto que mantenían los trabajadores gráficos con las empresas periodísticas, ese día no aparecieron los diarios en el país, que sólo pudieron dar la noticia del fallecimiento en la madrugada del 2 de julio.
Célebre fotografía publicada en la tapa de la revista Gente en la que un conscripto llora al paso de la carroza fúnebre que lleva los restos del general Perón.