A la llegada de los conquistadores españoles habitaba aquí esta etnia, recientemente incaizada. Se calcula que unos 15.000 aborígenes se distribuían entonces en el territorio entre los ríos Mendoza, Diamante, Desaguadero y la cordillera. Se encontraban junto a los cursos de agua, principalmente en las lagunas de Guanacache y del Rosario (hoy casi disecadas) y en los valles de Cuyo Güentata, junto al río Mendoza, y de Uco-Juarúa, junto al Tunuyán. Estaban organizados en familias que conformaban grupos reunidos alrededor de un cacique, propietario de un territorio. Eran agricultores y en sus chacras cultivaban maíz, quinoa, poroto, zapallo, con riego por acequias que surcaban las tierras de cada cacique, tomando sus nombres. Guaymallén, Tobar, Allaime y otros. Sus caseríos de quincha (ramas, carrizo y paja recubiertos con barro) eran reducidos y distaban aproximadamente 20 km. entre sí.
Como complemento de la agricultura eran cazadores, recolectores y pescadores y de sus ancestros conservaban curiosas modalidades de cacería, como la persecución de guanacos a trote lento durante días hasta vencerlos por cansancio, hambre y sed, o la captura de patos laguneros, que realizaban sigilosamente sumergidos en el agua, con la cabeza escondida dentro de calabazas.
Recolectaban algarroba para hacer patay (pan) y aloja (bebida), así como otros frutos y semillas (chañar), raíces (totora) a incluso insectos (langostas), que secaban y molían para amasar. Los huarpes laguneros eran habilísimos pescadores y secaban truchas, cuyo comercio persistió durante la época colonial. Sus canoas de totora y su cestería, que pueden admirarse en el Museo Juan Cornello Moyano (Parque General San Martín). denotan influencias de la importante cultura andina del Titicaca.
Con fibras vegetales de esteros y lagunas realizaron excelente cestería, que asombra por la firmeza de sus formas, los coloridos dibujos y el apretado trenzado que las hacía impermeables y aptas para contener líquidos.
La incaización se produjo en las dos últimas décadas del siglo XV, menos de un siglo antes de la llegada de los españoles. Cuyo, integró el Collasuyo, parte austral del Tahuantinsuyo o imperio incaico, cuya capital estaba en el Cuzco y alcanzaba su confín en esta latitud, a ambos lados de los Andes. El inmenso imperio se comunicaba por el camino del Inca, con tramos troncales en Argentina y Chile y ramales que vinculaban ambas vertientes. Este camino descendía por territorio andino hasta Uspallata. Vinculaba tamberías para albergar a los chasquis (mensajeros) y poblaciones de mitimaes, colonos agricultores y militares incaizados. En Uspallata se localizó una de ellas. Bajo la influencia incaica los huarpes perdieron la pureza de su etnia y sufrieron una considerable transformación cultural. Reemplazaron la lengua milcayac por el quechua, incorporaron el culto al sol, la luna y el lucero, y perfeccionaron las técnicas de irrigación y cultivo, como también las textiles y de alfarería.
Viviendas Huarpes
Las viviendas de los huarpes podían ser de piedra o de barro y paja, según la zona donde habitaban. Eran sedentarios y dedicados a la cestería. Los huanacaches o «laguneros» llamaban la atención por sus cestas tejidas de un modo que eran impermeables y servíanles así para transportar agua, además confeccionaban ―se puede entender como una variante de cestería― embarcaciones con las que navegaban por las hoy casi desaparecidas lagunas de Guanacache; esas naves eran bastante semejantes a los «caballitos de totora» que aún utilizan los urus para navegar el lago Titicaca (Bolivia-Perú). A esta peculiar cestería se añadía una buena alfarería. Eran pescadores y cazadores, cultivaban la papa[cita requerida] y el maíz de manera rudimentaria, aunque realizando canalizaciones como la que hiciera el cacique Guaymallén en el valle de Huentata (provincia de Mendoza). Recolectaban frutos, especialmente el del alpataco, una de las especies de algarrobo y otros vegetales. Como otras etnias, los jefes eran polígamos y la calidad de jefe era hereditaria. Practicaban el levirato y el sororato. El primero consiste en que al morir el marido, la viuda y los hijos pasan a depender del hermano menor del fallecido; el segundo, en que al casarse el varón, adquiere el derecho de casarse con las demás hermanas menores de la novia. Es conocido que los huarpes allentiac no seguían en general esta costumbre ―eran monogámicos―, con la única excepción del cacique, quien si tenía permitida la poliginia.
Los primeros españoles que ingresaron en el actual territorio mendocino lo hicieron a las órdenes de Francisco de Villagra, quien fue desde el Perú por la ruta del Tucumán con el objetivo de unirse a Pedro de Valdivia en Chile. Al no poder cruzar los pasos cordilleranos, por encontrarse cerrados por la nieve, Villagra acampó en Huentota en 1551 con 185 hombres y 500 caballos. Allí entabló relaciones con los huarpes y exploró la zona hasta el río Diamante.
El primer asentamiento poblacional se fundó el 2 de marzo de 1561. El capitán Pedro del Castillo fundó la ciudad de «Mendoza del Nuevo Valle de La Rioja» luego transformada en la capital provincial, dándole el nombre del gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza. En un principio la población era de 47 vecinos, de los cuales 30 eran encomenderos encargados de unos 2500 indios.
Otra expedición al mando del capitán Juan Jufré, enviada por Villagra, sucesor de García Hurtado de Mendoza en la gobernación de Chile, trasladó la ciudad a la margen izquierda del río a «dos tiros de arcabuz» al sudoeste, el 28 de marzo de 1562. La ciudad fue rebautizada como «Ciudad de la Resurrección en la Provincia de los Huarpes», pero finalmente perduró su nombre original.
Mendoza formaba parte del corregimiento de Cuyo con cabecera en la propia Ciudad de Mendoza, integrando la Capitanía General de Chile dependiente del Virreinato del Perú.
Época del Virreinato del Perú
Al iniciarse la conquista española, el territorio que hoy forma nuestro país fue parte del inmenso Virreinato del Perú, con capital en Lima. Desde el Perú se comandaron las acciones de exploración y asentamientos humanos que terminaron por estructurar esta nueva formación geopolítica sudamericana. Ella persistió hasta su desmembramiento en 1776, cuando fue sucedida por otros virreinatos de menor tamaño pero de más eficiente administración, como el del Río de La Plata.
El territorio fue explorado por primera vez en 1551 por la expedición de Francisco de Villagra que avanzó por el este de la cordillera desde el Cuzco a Chile, Ilevando refuerzos para la guerra de Arauco. Antes de este descubrimiento estas tierras habían sido anexadas a la Capitanía General de Chile por el Licenciado La Gasca, con confirmación por Real Cédula de Carlos V en 1552. Desde Santiago del Nuevo Extremo, sede de la Capitanía, salieron las expediciones fundadoras de tres ciudades, las cuales lograron sentar las bases para la administración del territorio durante más de 200 años. Luego de fundadas las dos primeras (Mendoza, 1561 por Pedro del Castillo, y San Juan de la Frontera, 1562 por Juan Jufré), en 1564 se formó el Corregimiento de Cuyo, uno de los 11 en que se subdividió Chile. Este fue reorganizado 20 años más tarde al fundarse San Luis de La Punta, por Luis Jufré de Loaysa y Meneses.
La capital del corregimiento fue Mendoza, donde residían las autoridades. Esta ciudad se emplazó en el camino de Santiago al estuario del Plata, lugar en que se fundó Buenos Aires por segunda vez en 1580. Aunque la vinculación entre los océanos Pacífico y Atlántico fue considerada vital y estratégica y ella justificó también la fundación de otras cinco ciudades en el camino al Alto Perú (gobernación del Tucumán), los intereses de la capital virreinal del Perú (Lima), a la cual este confín de América se subordinaba, impidieron por dos siglos la habilitación de Buenos Aires al comercio con España. Por ende, el movimiento por esta ruta fue de escasa importancia hasta fines del siglo XVIll.
Mendoza, como las otras ciudades de Cuyo, vivió aislada, distanciada de la sede de la Capitanía por la cordillera y de otros pueblos al este por vastísimas travesías sin agua. En el siglo XVII un viaje desde Mendoza a Santiago demandaba ocho días promedio, a Córdoba 20 días y a Buenos Aires, 45. Su persistencia férrea, asolada por los sismos, el desierto y los aluviones estivales, sólo puede explicarse por la firme voluntad hispánica de sustentar focos en el interior de su vasto imperio, que consolidaban una formidable sed de conquista. En teoría, su territorio llegaba por el sur hasta los grandes lagos, pero de hecho sólo pudo alcanzar hasta el río Diamante, donde se estableció la frontera con tierras de puelches y pehuenches araucanizados, no dominados hasta fines del siglo XIX.
Mendoza tuvo una posición estratégica junto al camino a Chile, en un sitio del antiguo poblamiento huarpe, donde encontró abundante mano de obra y un oasis incipiente de cultivo, con acequias de riego abiertas a partir de un zanjón (probable falla geológica), que derivaba aguas del río Mendoza. Los frutos del Mediterráneo, en especial la vid, introducida en 1566, maduraron dulcísimos en este oasis de atmósfera seca, intensamente asoleado, cuyas lluvias no coincidían con el período de floración de los frutales. Su economía básica fue de subsistencia, pero hacia 1600 la superproducción de vinos permitió iniciar su comercio, al que se agregó el de arrope, aguardiente, vinagre y frutas secas. Los largos viajes a Córdoba, Tucumán, Buenos Aires, el Litoral y Paraguay sumados a los deficientes envases alteraban los líquidos que se transportaban. La vitivinicultura estimuló otras industrias anexas: fabricación de lagares y botijas, construcción de carretas y desarrollo de la ancestral artesanía de tejidos de totora, con que se forraban vasijas y carretas para aislarlas térmicamente. AI finalizar la época del Virreinato del Perú (1776), Mendoza tenía una economía diversificada entre la agricultura, incipientes industrias, ganadería, extracción minera (plata y cobre de UspaIlata) y comercio.
Su población total se estimaba en 13.318 habitantes, entre los que sólo el 1 % era español; predominaban los criollos (más del 42 % ); los indígenas, en gran parte desarraigados por los encomenderos chilenos hacia sus propiedades trasandinas, constituían con los mestizos sólo un 22 % de la población, inferior al número de esclavos negros (33,5 %). Las áreas pobladas eran surcadas por los grandes ríos Mendoza y Tunuyán, y sus afluentes (vaIles de Gúentata, de Uco-Juarúa y de Uspallata).
También, gran parte de la población aborigen se mantenía en las lagunas de Guanacache, en el límite con San Juan. El resto de los pobladores se dispersaba en estancias agrícola-ganaderas y mantenía una actividad pecuaria de montaña, caracterizada por el traslado de animales a potreros de invernada y veranada hacia valles situados a distintas alturas. A las pasturas altas Ilegaban ganados de estancias de ambas vertientes de los Andes, utilizando los numerosos pasos cordilleranos.
La ganadería contribuyó a desarrollar una cultura regional andina, con fuertes vinculaciones que persistieron hasta fines del siglo pasado. En las estancias ganaderas se llevaba a cabo una vida aislada y sencilla. Muchas de ellas fueron también postas en los caminos y fortines en las areas de frontera con el indio (especialmente las del valle de Uco). Sus oratorios familiares a menudo se transformaron en verdaderos imanes para la radicación de pobladores. A fines del siglo XVIII, además de la ciudad de Mendoza, existían ya numerosos pueblos incipientes y otros fundados como doctrinas (nuevos pueblos de indios establecidos por españoles) por la Junta de Poblaciones de Chile. San José de Corocorto (hoy La Paz), sobre el río Tunuyán en la carrera Buenos Aires; también Rosario, Asunción y San Miguel de Las lagunas.
Época del Virreinato del Río de la Plata
El 1° de agosto de 1776 el Corregimiento de Cuyo fue separado de la Capitanía de Chile e incorporado al recién fundado Virreinato del Río de la Plata. Esta estructuración provisional, firmada por Carlos III en San lldefonso, fue ratificada al año siguiente por la Real Cédula del 27 de octubre de 1777. El nuevo Virreinato fue una creación borbónica que tuvo como finalidad lograr mayor eficiencia administrativa en las colonias, tanto para su defensa de la expansión portuguesa como para la mayor rentabilidad económica y el orden general.
Se configuró así una nueva realidad geopolítica. Buenos Aires fue erigida en capital virreinal y su puerto habilitado al comercio con España, iniciándose un vertiginoso proceso de centralización de poder y riqueza que impactó notablemente en el desarrollo de las áreas interiores. En 1787 el Corregimiento de Cuyo desapareció como entidad política, según la Ordenanza de Intendentes promulgada entre 1782 y 1783 por el soberano. Mendoza, San Juan y San Luis pasaron a ser comandancias de armas y distritos de la Intendencia de Córdoba, una de las dos en que se dividió la antigua Gobernación de Tucumán.
El Virreinato del Río de la Plata duró menos de cuarenta años, período breve pero de grandes cambios y progreso, impulsados por la nueva administración del Siglo de las Luces. En Mendoza se mejoraron las defensas aluvionales con la apertura del canal oeste (Jarillal), un tajamar o desagüe al sur de la ciudad y una toma del río (MHN) con murallón de cal y canto, y nuevas compuertas. Se amplió la red de riego, tanto a partir del zanjón Guaymallén como de otras fuentes. El canal de Corocorto (hoy La Paz) posibilitó el cultivo de nuevas áreas y la mejora de las comunicaciones por la travesía del Tunuyán.
Se consolidó el itinerario real de postas en la carrera de Mendoza, estimulándose las vinculaciones comerciales con Córdoba y el Litoral. El principal comercio fue de vino y aguardiente, estimándose en la década de 1790 un movimiento de 15.000 carretas. Aunque la habilitación del puerto de Buenos Aires al comercio con España afectó esta economía por la competencia con vinos españoles de mejor calidad, las dificultades que vivió Europa a fines de siglo frenaron esta irrupción y posibilitaron la persistencia de los vinos mendocinos en el mercado interior.
Aun gravado por fuertes impuestos, se calcula que a fines del virreinato se comercializaban 10.000 barriles anuales de vino mendocino fuera de su región. En las estancias del valle de Uco se intensificó el desarrollo ganadero después de las exitosas campañas de Amigorena. Este valiente vasco realizó nueve campañas en 15 años, entre 1783 y 1792, logrando paces generales por 35 años con los aborígenes del sur. El cese de los temidos malones estimuló la expansión austral del poblamiento hispánico. En 1808 la introducción del álamo de Lombardía, traído en estacas por Juan Cobo, condujo a un cambio decisivo en la configuración del paisaje mendocino. Las alamedas, plantadas para generar sombra, como bordes de propiedades o como barreras contra vientos a orillas de canales y acequias, agregaron un elemento clave en la identidad del ambiente rural.
Estos árboles también fueron importantes en el desarrollo de la arquitectura local, hasta entonces muy pobre en madera. Las típicas construcciones de tapia y adobe con generosas bóvedas y cúpulas de tierra -de las que hoy restan pocos testimonios, como las de Uspallata. pronto se reemplazaron por techumbres de largos y rectos rollizos de álamo, que sostenían encañados cubiertos por la tradicional torta de barro. Entonces se generalizaron las anchas galerías frente a las habitaciones de las casas, como excelente protección de los rigores del sol abrasador.
«La fundación de Mendoza por don Pedro del Castillo», óleo de Rafael Cubillos (1936)
Pedro del Castillo fundó la ciudad de Mendoza el 2 de marzo de 1561, denominándola «Ciudad de Mendoza del Nuevo Valle de La Rioja». Pedro del Castillo en noviembre de 1560 fue nombrado por el gobernador de Chile, don García Hurtado de Mendoza capitán general y teniente gobernador para poblar, fundar, repartir tierras y encomendar indios en la provincia de Cuyo. En cumplimiento de éstas órdenes del Castillo organizó una expedición hacia el este, cruzando los Andes, que partió con 38 hombres a fines de enero de 1561. En su viaje atravesaron los valles de Aconcagua y de Uspallata, y para el 22 de febrero los colonizadores llegaron al área del valle de Huentata, donde tomaron posesión legal del territorio en nombre del Rey. El 2 de marzo de 1561, Pedro del Castillo y los demás españoles que lo acompañaban se agruparon para realizar el acto legal de fundación de la ciudad como Mendoza, en honor al gobernador de Chile que dispuso la expedición. También dio nombre al valle en el que se encuentra la localidad, al que llamó como su tierra de origen, La Rioja.
Plano fundacional de la Ciudad de Mendoza
El primer plano fundacional de la Ciudad de Mendoza fue realizado por el Capitán Juan Jufré el 28 de marzo de 1562 cuando ocupaba el puesto de tenientes de gobernador de Cuyo.
Juan Jufré de Loaiza Montesa
El 13 de junio de 1562 Juan Jufré de Loayza y Montese, fundó San Juan de la Frontera, en el valle de Tucuna, por orden de Francisco de Villagra, capitán general de Chile.
Corregimiento de Cuyo
El corregimiento de Cuyo dependiente de la Capitanía General de Chile fue creado en 1568 por la Real Audiencia de Concepción, que gobernó interinamente Chile entre agosto de 1567 y agosto de 1568. Fue uno de los once corregimientos creados en esa ocasión.
Aunque se ha perdido su acta fundacional, se cree que la ciudad de San Luis fue fundada el 25 de agosto de 1594 por Luis Jufré de Loaysa y Meneses, teniente corregidor de Cuyo. En 1596, después de haber sido abandonada, Martín García Oñez de Loyola, capitán general de Chile, mandó fundarla nuevamente. Entonces la ciudad recibió el nombre de "San Luis de Loyola Nueva Medina de Río Seco".
El 25 de junio de 1751 el maestre de campo Juan de Echegaray fundó San José de Jachal con jurisdicción sobre los valles de Calingasta, Iglesia, Mogna, Ampacama y Bermejo, pero no bajo la dependencia del corregimiento sino que de la Real Junta de Poblaciones de Chile que presidía el gobernador y capitán general. Echegaray y sus sucesor Juan Gregorio Bustamante (dese 1760) llevaban el título de justicia mayor y superintendente de los pueblos de la jurisdicción de Jáchal. El pueblo fue reconocido como villa por la Junta de Poblaciones el 14 de abril de 1752, pero no se le dotó de cabildo. La villa fue integrada al corregimiento en 1778.
En 1753 fue fundado el pueblo de indios de Mogna. En 1768 fueron expulsados los jesuitas del corregimiento. Para detener el avance pehuenche se erigió el Fuerte San Carlos (5 de febrero de 1770). En 1772 al crecer la población alrededor del fuerte se fundó la Villa San Carlos en el Valle de Uco.
Pedro Pablo Quiroga fundó San Agustín de Valle Fértil el 18 de abril de 1776 por orden la Junta de Poblaciones de Chile, fundación que fue confirmada en 1788 por el marqués de Sobremonte.
El 1 de agosto de 1776, el corregimiento de Cuyo pasó a ser una de las partes constituyentes del Virreinato del Río de la Plata.
La Toma de los Españoles (actual Museo Histórico Nacional)
La Toma de los Españoles se construyó en 1788 y fue la primera obra de derivación de agua de la provincia. Nació entre sospechas de corrupción, funcionó poco tiempo , en 1788, el Cabildo llamó a licitación y la obra de la toma fue adjudicada al arquitecto Josef Comte, quien presupuestó 6.000 pesos para la construcción. La obra consistía en un murallón triangular en medio del río, con sus caras laterales en ángulos rectos de casi tres metros de largo, y se respaldó con un muro unido que sirvió de estribo para darle mejor salida al agua de las compuertas. Constaba de aproximadamente dos metros y medio de espesor.
La estructura del mismo se realizó con cal y piedras que se sacaron del lugar. Se aseguraron con abrazaderas de hierro emplomado que se emplearon en la construcción de dicho murallón. A la estructura se le agregaron dos compuertas, una que daba a la ciudad y la otra que despedía el agua del río. La obra se proyectó para siete meses, pero se demoró mucho más. Entre otros detalles, en ella trabajaron algunos reclusos. Aunque las compuertas alcanzaron a contener y distribuir el agua hacia los canales durante un tiempo, el rigor del río terminó destruyendo parte del dique en 1792
La Revolución de Mayo de 1810 fue conocida en Mendoza el 6 de junio de ese año,11 pero los cabildantes vacilaron entre adherirse a la revolución o enviar tropas a Córdoba para sumarse a la contrarrevolución organizada por Rafael de Sobremonte. Finalmente, el entusiasmo popular motivó que el 25 de junio se decidiera acatar a la Primera Junta y enviar el diputado que ésta solicitaba. En un principio se eligió a Bernardo Ortiz, pero tras su fallecimiento fue reemplazado por Manuel Ignacio Molina, quien integró así la Junta Grande el 18 de diciembre de 1810 junto a los delegados de de los cabildos de Santa Fe, Corrientes, Catamarca, Tucumán, Salta, Córdoba, Tarija y Jujuy.
Creación de la gobernación intendencia de Cuyo
El Segundo Triunvirato el 29 de noviembre de 1813 decretó que la Provincia de Mendoza, junto con San Juan y San Luis formaran la Intendencia de Cuyo, con cabecera en la ciudad de Mendoza y formada por tres subdelegaciones o partidos, separándola de esta forma de la de Córdoba del Tucumán y nombro como primer teniente gobernador destinado a Cuyo al coronel Florencio Terrada .Posteriormente fue designado Gobernador Intendente el coronel Marcos Balcarce y luego José de San Martín
En el año 1814 José de San Martín decide que en lugar de luchar en el norte, la forma más efectiva de derrotar a los realistas sería formando un ejército en Mendoza para desde allí cruzar los Andes y tomar Chile, y atacar Lima con las naves chilenas. San Martín explicaba que se debía crear
un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile y acabar allí con los godos. Aliando las fuerzas pasaremos por el mar a tomar Lima; es ése el camino. Hasta que no estemos sobre Lima la guerra no acabará.
Dicho plan de acción era una variante del Plan de Maitland, que San Martín conoció durante su estadía en Londres. Para llevarlo adelante, San Martín solicita desde Córdoba que se le otorgue la gobernación de Cuyo, a lo cual accede el Director Supremo Gervasio Posadas
Mendoza y el Ejército de Los Andes
San Martín a su llegada contó con un apoyo entusiasta de la población mendocina, aunque las relaciones con Buenos Aires se tensaron con la asunción de Carlos María de Alvear en lugar de Posadas. El coronel Gregorio Perdriel es nombrado como nuevo gobernador pero es desconocido por el cabildo mendocino, que respalda a San Martín en el cargo. Al mes de la llegada de San Martín a Mendoza arribó el ejército chileno derrotado en la Batalla de Rancagua, entre los cuales se encontraban José Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins, el cual se acopló al Plan Continental.
Por ese entonces se reunía el Congreso de Tucumán, con el propósito de declararse independientes de la monarquía española. San Martín consideraba fundamental para sus planes una rápida declaración de independencia de la Argentina, para lo cual mantenía frecuentes conversaciones con Tomás Godoy Cruz sobre el desarrollo de los acontecimientos. Godoy Cruz era, junto con Juan Agustín Maza, representante de Mendoza en dicho Congreso. El resultado del Congreso dio nuevos bríos a San Martín, que podía entonces realizar la campaña con el respaldo de una nación soberana. San Martín se entrevistó en Córdoba con Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo resultante del Congreso de Tucumán, y que se compromete a brindar a San Martín todo el apoyo necesario.
Para llevar a cabo el Plan Continental y formar al Ejército de los Andes se necesitaba una fuerte reorganización del ejército y el respaldo de un importante desarrollo industrial. Se instaló una fábrica de pólvora, una fundición de artillería para la cual se contrata a 300 obreros, fábricas para los tejidos que componían la vestimenta militar, talleres para las tintas que les daban color, y un laboratorio de explosivos. Para todo esto se contrató mano de obra proveniente de San Luis, San Juan, La Rioja, Corrientes, Córdoba y Buenos Aires; así como también la colaboración de talleres locales y mano de obra voluntaria. Para financiar la campaña se modificó el régimen tributario provincial, gravando con impuestos los capitales y el consumo de carne. Se alentó la realización de donaciones y se tomaron medidas como la disminución de los sueldos de determinados sectores.
Para el reclutamiento se montó un campamento en Las Heras, en un paraje conocido como El Plumerillo. Se despejó un área para maniobras, y se construyó un tapial para la práctica de tiro. Los soldados recibieron una cuidadosa instrucción por parte de San Martín.
Así se formó al Ejército de los Andes, compuesto por más de doscientos oficiales, cuatro mil soldados y mil combatientes auxiliares. También se contaba con mil quinientos caballos, diez mil mulas y dieciocho piezas de artillería.
Comienza el cruce de los andes
Por la región de Quebrada Santa Elena y Paramillos de Uspallata atravesaron las columnas del Ejército de Los Andes, iniciando la epopeya libertadora del sur del continente. En 1817, una de las columnas principales del Ejército del General San Martín, emprendió la gesta libertadora al mando del General Juan Gregorio de Las Heras, quien se dirigió a Chile por el camino de Uspallata. Otra columna, partió el 19 de enero de 1817 al mando del Capitán Fray Luis Beltrán al frente de la Maestranza y el parque que portaba los pertrechos de guerra, subió por la Quebrada del Toro y se dirigió hacia Uspallata, a través de Paramillos de Uspallata para reunirse con la columna principal del General Gregorio de Las Heras.
Además de organizar la industria y el comercio para la conformación del ejército de los Andes, San Martín impulsó la enseñanza patriótica en las escuelas, fundó la primera biblioteca mendocina e impartió medidas para mejorar la urbanización. También fomentó la agricultura y generalizó la aplicación de la vacuna antivariólica.
El 9 de enero de 1820 se sublevó en San Juan el regimiento de Cazadores de los Andes y Toribio de Luzuriaga que se desempeñaba como el reemplazante de San Martín en el gobierno , tras su partida a la campaña militar, presenta su renuncia al Cabildo de Mendoza el 17 de enero. Así reasume el poder en calidad de Cabildo-Gobernador de la Provincia de Cuyo, pero solo tuvo poder en el municipio de Mendoza. Al poco tiempo, el 1 de marzo de 1820 se disuelve el gobierno de Cuyo, del cual se desprenden Mendoza, San Luis y San Juan.
El 3 de julio de 1820 un Cabildo abierto elige gobernador a Tomás Godoy Cruz, amigo de San Martín. Durante su gobierno se proyecta reunir nuevamente a las ciudades cuyanas formando la unión de los Pueblos Libres de Cuyo. El 4 de mayo de 1821 los Cabildos de las tres ciudades aceptan un reglamento. Pero este no entrará en vigencia porque el 12 de octubre el gobierno de Mendoza notifica a San Juan y San Luis "que por ahora no podría realizarse el plan de unión". En 1822 hubo otro intento de reunión, pero tampoco prosperó
La campaña de Rosas al Desierto
Juan Manuel de Rosas, en su último mensaje dirigido a la legislatura provincial, expresó su plan de realizar una campaña al desierto para expedicionar contra los indios enemigos. En cuanto Rosas dejó de ser gobernador el 17 de diciembre de 1832, comenzó a coordinar la campaña con los gobernadores de Mendoza, de San Luis y de Córdoba para hacer una batida general, que además sería acompañada por otra que realizaría el general Bulnes en Chile.
Los gobernadores de San Juan, Valentín Rivero y de Mendoza, Pedro Nolasco, con la anuencia de las legislaturas, autorizaron a Quiroga para dirigir la operaciones . Facundo Quiroga aceptó y envió una circular a las demás provincias solicitando su colaboración, respondiendo favorablemente Catamarca, La Rioja, Tucumán, y otras.
Los planes iniciales de Rosas fueron modificados. El director de la guerra fue finalmente Quiroga y la campaña fue realizada en tres columnas al mando de: José Félix Aldao (comandante general de Mendoza), José Ruiz Huidobro (comandante de la frontera sur de Córdoba) y del propio Rosas. El objetivo era ampliar la línea de frontera del océano Atlántico a la Cordillera de los Andes y derrotar a Chocorí y a los ranqueles de Yanquetruz.
La columna del oeste o de la derecha, que estaba al mando del general José Félix Aldao, partió el 3 de marzo de 1833 con unos 800 soldados desde el Fuerte de San Carlos en el centro de Mendoza, cruzando el río Diamante y el río Atuel, desde donde se dirigiría hacia el río Barrancas. Las fuerzas de San Juan salieron de esa ciudad el 20 de febrero por orden de Quiroga, para encontrarse con las mendocinas en el Fuerte de San Carlos.
Las fuerzas estaban conformadas por soldados de las provincias de Mendoza y San Juan: 2 batallones de infantería con 3 piezas de artillería y dos regimientos de caballería:
Debían batir a los aborígenes que se hallaban entre los ríos Barrancas y Neuquén y luego avanzar hasta la confluencia de este último con el río Limay (origen del río Negro o País de las Manzanas) en donde se reuniría con la columna del este. El territorio a recorrer había sido "limpiado" de indígenas y bandoleros entre 1828 y 1832 mediante cuatro campañas militares del gobierno mendocino contra los hermanos Pincheira que se refugiaban en zonas inaccesibles de Chile y en el sur de Mendoza y norte del Neuquén, quienes actuaban en alianza con caciques pehuenches a ambos lados de la cordillera de los Andes. Los Pincheira habían sido derrotados definitivamente el 14 de enero de 1832 en la Batalla de las lagunas de Epulafquen por el chileno Bulnes.
Desde San Carlos viajaron hacia el sur por el piedemonte cordillerano siguiendo aproximadamente el trazado de la Ruta Nacional n.º 40, pasando por Lagunillas y arroyo Hondo y alcanzando el río Diamante el 7 de marzo. Pasaron luego Agua Caliente y el 9 de marzo cruzaron el río Atuel un poco más arriba del salto el Nihuil, pasando luego el arroyo el Chacay y el río Malargüe. Desde allí viraron hacia el sudeste pasando por Menuco hasta acampar el 14 de marzo cerca de la laguna de Llancanelo, sin haber encontrado rastros de indígenas en el trayecto.
El 16 de marzo continuaron la marcha bordeando la laguna de Llancanelo por su lado occidental y por el sur, pasando el 17 por otra laguna que denominaron Agua Nueva en la travesía Chacaicó, continuando por Copel. En esa zona salitrosa y falta de agua, se diezmó el ganado. El 23 de marzo arribaron a las tolderías del cacique Yaypellau en Ranquil Có. Allí Aldao tomó conocimiento de que Yanquetruz se dirigía en malón hacia Río Cuarto, por lo que dispuso marchar con sus fuerzas a los pasos del río Salado para evitar que por allí huyeran hacia la cordillera de los Andes los restos de las fuerzas de Yanquetruz, que suponía serían atacadas por la columna del centro.
Viraron al este alcanzando Cochicó sobre el Atuel el 25 de marzo. Allí tomaron prisioneros a algunos indios que le ratificaron las noticias sobre lo ocurrido con Yanquetruz en las Acollaradas y siguieron el Atuel hasta llegar el día 29 a las Salinitas, a 5 leguas del río Salado, en donde se hallaba un paso conocido.
El 30 de marzo Aldao avanzó sobre el campamento de Yanquetruz con 400 soldados, enviando al día siguiente al coronel Velazco a ocupar el paso e isla de Limay Mahuida. Pese a que los indígenas rehuyeron el combate, Benavídez logró dispersarlos en arroyo del Rosario, tomando 250 prisioneros, rescatando 70 cautivos y apoderándose de 700 cabezas de ganado vacuno y caballar y 10.000 ovejas. En mayo el ejército acampó en una isla en el Paso de la Balsa, desde donde partieron varios destacamentos. La balsa con la que se pasaba uno de los brazos del río estaba custodiada por una compañía de fusileros cuando en la madrugada del 14 de mayo fue sorprendida por 50 ranqueles. Excepto un soldado que escapó a nado, los otros 40 fueron pasados a cuchillo, entre ellos el capitán Mosqueira, el teniente Maldonado y el ayudante Guevara.
Un destacamento al mando de Benavídez alcanzó la laguna Urre Lauquen, ascendiendo a un cerro llamado Limen Mahuida, desde donde divisó el río Colorado, la laguna Amarga y una avanzada de la columna del este, que no se pudo identificar (de Pacheco o de Ramos). Aldao permaneció sobre el Salado en espera de Ruiz Huidobro, pero al saber a fines de agosto que éste había regresado, pidió a Quiroga el retorno al faltarle recursos. Quiroga, quien permaneció la mayor parte del tiempo en San Juan, ordenó su regreso el 7 de septiembre, lo que se efectuó a mediados de octubre siguiendo el Salado y luego el Atuel hasta San Rafael y de allí a San Carlos. Las fuerzas sanjuaninas regresaron a San Juan reducidas a la mitad.
En 1846 el capitán Juan Troncoso erigió al Fuerte de Malargüe o de Malal-Hué y al año siguiente el comandante J. Antonio Rodríguez fundó la villa El Milagro.
Mendoza antigua (antes del terremoto de 1861) litografía: A. Goering, 1858.
La ciudad de Mendoza, Área Fundacional, Antigua Plaza Principal y cabildo,
Campamento del Plumerillo
Fray Luis Beltran fue el jefe del parque de artillería del Ejército de los Andes. Colaboró con José Antonio Álvarez Condarco en la fábrica de pólvora y lo suplantó desde que aquel llevara a cabo una misión de espionaje en Chile. Bajo su dirección se fabricaron todo tipo de armas, municiones, pólvora, herrajes y uniformes. A sus órdenes llegaron a trabajar hasta 700 hombres. En 1811, en Chile, creó lo que en la actualidad son las FAMAE (Fábricas y Maestranzas del Ejército de Chile). En 1816 abandonó los hábitos, y al año siguiente (1817) participó en la campaña a Chile. Diseñó equipos especiales para transportar cañones a lomo de mula, aparejos de su invención para subir las laderas más escarpadas, y puentes colgantes transportables para hombres y mulas.
San Martín gobernador de Cuyo
San Martín fue nombrado para ese cargo el 10 de agosto asume como gobernador de Cuyo el 7 de septiembre de 1814 y poco tiempo después llegan a Mendoza los patriotas chilenos derrotados en Rancagua.
A una ciudad de 10.000 habitantes llegan 3.000 emigrados. Entre ellos Bernardo de O’Higgins y los hermanos Carrera. San Martín simpatiza con el primero de ellos y cuando se manifiesta una disidencia entre los Carrera y O`Higgins, el gobernador de Cuyo ordena que los Carrera vayan hacia Buenos Aires.
La recepción que le ofrecieron los mendocinos -dice el memorialista Damián Hudson- “fue festejada con las más vivas demostraciones de adhesión y de amor a su persona”, y “desde entonces jamás disminuyó un solo día la casi idolatría que tuvo Mendoza por el general San Martín que, a su vez, correspondió con una especial predilección constantemente recordada a lo largo de toda su vida”.
Fueron decisivos los trabajos realizados por San Martín en el gobierno y administración de Cuyo, donde forjó la independencia de tres naciones. Desempeñó todas las funciones de gobierno: fue poder ejecutivo, legislador, juez, edil y jefe militar; además, diplomático y político.
Retrato "Expedición en los desiertos del Sud contra los indios salvajes, en el año de 1833, ejecutada con el mayor acierto y sabiduría por su digno jefe el gran Rosas". Conservado en el Museo Saavedra litografía de Calixto Tagliabúe (1797-1850)
La Constitución Nacional en 1853 fue aceptada de inmediato por Mendoza. Tras su sanción la provincia sancionó su constitución provincial, aprobada el 14 de diciembre de 1854, siendo la primera provincia argentina en hacerlo. Esta constitución reconocía solo cinco departamentos: San Vicente (que pasó a llamarse Belgrano en 1889 y a partir de 1909 se denomina Godoy Cruz), San Martín, San Carlos, La Paz y la Capital de la provincia. En 1855 se creó el departamento de Luján de Cuyo, mientras que en 1858 quedaron constituidos los departamentos de Maipú y Guaymallén y el departamento de San Carlos se dividió en dos: Tupungato y Tunuyán, el cual abarcaba el actual departamento de San Carlos. El Departamento de San Martín fue dividido en dos en 1859, creándose con su parte sur el Departamento de Junín. Se creó además ese año el Departamento de Tulumaya, renombrado en 1889 como Lavalle.
La ciudad de Mendoza fue destruida por el terremoto de 1861, el cual destruyó al Cabildo, la Basílica de San Francisco y unas 2000 casas y dejó un saldo de entre 6000 y 10.000 muertos (la población de entonces rondaba alrededor de los 20.000 habitantes). La ciudad se reconstruyó un kilómetro al sudoeste, con un diseño pensado por el agrimensor Julio Balloffet, para minimizar los efectos de un posible temblor y facilitar la evacuación en caso de ser necesario.
En 1871 se fundó el departamento Las Heras. En 1874, por medio de una ley, los departamentos pasaron a ser gobernados por un subdelegado, designado por el gobernador. En 1866 el gobernador Rufino Ortega funda la villa de Malargüe, en tierras bajo control indígena y disputadas por el estado nacional. El 17 de mayo de 1887, cambia su nombre por el de Coronel Luis Beltrán, pero en 1892 fue disuelta e incorporada como distrito del Departamento 25 de Mayo.
Después de la denominada Conquista del Desierto, en 1880 fue incorporado a la administración provincial efectiva el sur de la provincia. En ese año, el Departamento Tunuyán pasó a denominarse Departamento San Carlos, se dividió el Departamento Tupungato en dos, y se denominó Tunuyán a la porción sur y Tupungato a la norte.
En 1884, se separó del Departamento Junín el nuevo Departamento Rivadavia. Además, se creó el Departamento Santa Rosa. El Departamento San Rafael fue establecido en 1903 y el Departamento General Alvear, en 1914. En 1950, finalmente, se crea el Departamento Malargüe, con carácter de tal y jurisdicción propia.
Por la Ley provincial N.º 3455 del 4 de noviembre de 1966, la Legislatura provincial aprobó el Acuerdo Interprovincial de Límites con la provincia de San Juan, suscripto el 25 de junio de ese año, por lo que quedó delimitada toda la frontera entre ambas provincias.15 El límite fue fijado mediante la Ley Nacional N.º 22 200 dictada por el gobierno militar y publicada en el Boletín Oficial el 27 de marzo de 1980.