Las rentas nacionales no podían menos de resentirse a consecuencia de la gran crisis; disminuyeron las importaciones, hubo numerosas quiebras y suspensiones de pago, muchos improvisadamente ricos quedaron de la noche a la mañana en la pobreza, falsos capitales de la especulación se desvanecieron y sólo quedó en pie el trabajo de la tierra, la siembra de cereales y la ganadería.
Las 223 toneladas de cereales exportados en 1875 fueron 1.160.000 en 1890; las 73.000 hectáreas de trigo de 1872 llegaron a 1.320.000 en 1891, y las 130.000 hectáreas dedicadas al maíz en 1872 sumaron 800.000 en 1888; la producción de azúcar fue de 14.000 toneladas en 1872 y 49.321 en 1889.
Las exportaciones de maíz que proporcionaron 1.717.000 pesos en 1882, alcanzaron a 11.316.000 en 1890, y las del trigo, en el mismo período, de 60.000 pesos oro a 13.672.000 en 1891.
Los viñedos ocupaban en 1891 una superficie de 29.000 hectáreas. Esto contribuyó a un saldo favorable del intercambio internacional, que había tenido grandes déficit desde los primeros arios de la presidencia de Roca. Sobre 164 millones de pesos oro que sumaron las importaciones en 1889, las exportaciones fueron sólo de 80 millones; en 1890, las cifras respectivas fueron 142 y 100 millones; desde 1891 hay una inversión de los términos: las exportaciones superan a las importaciones.
Fueron 103 millones de pesos oro las primeras en 1891 y 67 millones las segundas; en 1892 las importaciones pasaron de 91 millones, pero las exportaciones sumaron 131 millones; en 1892 las primeras alcanzan a 91 millones y las segundas 113. En 1893 hay relativo equilibrio entre unas y otras, pero en 1894 y 1895 se muestra todavía notable superávit en las exportaciones.
La crisis fue superada, tanto por las medidas de gobierno, y principalmente, por el trabajo de la tierra y el rendimiento de la campaña en general.
La deuda pública se elevó de 355.762.000 de pesos oro en 1890 a 425.470.000 a fines de 1892, y las rentas de la nación descendieron en 1891 a 19.498.000 pesos oro y los gastos de la administración a 33.664.000; en 1892, los ingresos fueron de 32.597.000 y los egresos de 38.685.000 pesos oro.
Aunque sobraron las perturbaciones de toda índole, los ferrocarriles fueron extendiendo su red; a fines de 1892, las líneas instaladas sumaban 12.920 kilómetros, o sea, 3.660 más que los que existían al dejar el gobierno Juárez Celman.
Hubo un descenso de la inmigración y muchos de los llegados en los años recientes volvieron a dejar el país por falta de confianza en el porvenir. Antes de 1890 los inmigrantes pasaban de 100.000 por ario; en 1891 fueron solamente 52.000; en 1892, alcanzaron a 73.000.
En mayo de 1892 decía el presidente al Congreso:
"El estado financiero del gobierno mejora rápidamente, como consecuencia lógica de la mejora de la situación económica del país. Los cuadros de los gastos comprueban que el poder ejecutivo no se ha apartado del camino de estricta economía que se había impuesto desde el principio, y que, perseverando en ella, ha de hacer más eficaces los sacrificios que se piden al pueblo para restablecer el crédito de la Nación.Hasta la fecha todos los servicios administrativos han sido atendidos con regularidad; las letras de tesorería fueron reducidas a la mitad, la parte del servicio de la deuda externa que ha de ser pagada en efectivo ha sido cumplida con puntualidad; la deuda flotante exigible ha sido reducida a un 60 por ciento".