En las regiones andina y puneña, la vegetación está adaptada a condiciones de sequía y frío de altura. Se encuentran numerosos arbustos pequeños, resinosos y muy resistentes, como la tola y la tolilla; la añagua, con ramas espinosas; la yareta, un arbusto de alta montaña, muy compacto y resinoso que se emplea en la zona como combustible; la ricanca, un arbusto aromático y medicinal usado también como leña; el ichu, un pasto muy duro de hojas rígidas y punzantes; y además, cuerno de cabra, muna-muna, chacoma, etc.
En las sierras subandinas y en los valles de esta provincia se desarrolla una vegetación adaptada a la aridez del clima y del relieve. Existen matorrales y bosques de vegetales xerófilos (que viven en climas muy secos), de maderas duras y resistentes.
En las zonas de matorrales crecen arbustos como el atamisque, el olivillo, el retamo y la jarilla, esta última es una variedad de 2 a 3 metros de altura, con ramas delgadas y sinuosas, muy ramificadas y resinosas En los bosques crecen el tala, el espinillo, chañar, visco, brea, mistol, el algarrobo y el palo borracho. También son comunes en estas regiones los cactos, como las tunas y cardones
En las zonas de salinas se desarrolla una vegetación típica, denominada "halófila", integrada por plantas carnosas, a menudo sin hojas, capaces de resistir altas concentraciones de sal. En las tierras aledañas a los salares suelen crecer cardones, jumes, juncos, chañares y los cachiyuyos, arbustos de alrededor de un metro de alto.
Jarilla
La jarilla (Larrea divaricada) son arbustos ramosos que crece en forma salvaje en zonas montañosas del oeste argentino. Todas ellas son importantes fuentes de combustible. Aparte de su utilidad como combustible, estas plantas tiene otros usos. La sustancia resinosa contenida en sus hojas se utiliza como remedio veterinario para caballos y mulas. La infusión se utiliza contra el cólera, fiebres intermitentes y para remitir el dolor causado por luxaciones y fracturas.