No faltaron iniciativas interesantes de todo orden para dar solución a viejos y nuevos problemas. En octubre de 1928 se dispuso, después de una entrevista con el presidente de los representantes de los frigoríficos, que la verificación del peso vivo de los animales se efectuaría en lo sucesivo en las estaciones ferroviarias, una medida que beneficiaba a los ganaderos.
Decretos del 16 y 21 de febrero de 1929 rebajaron las tarifas para el embarque de cereales en el puerto de Rosario, ajustándolas a las vigentes en 1911, que habían sido elevadas arbitrariamente y sin autorización.
En materia ferroviaria se reanudaron las obras del trasandino Norte y el acondicionamiento de los puertos de Formosa y Barranqueras, cabeceras de las lineas de Embarcación y Metán. Se dispuso continuar los ramales ferroviarios de La Paz a San Luis y de Federal a C,mcordia, para empalmar con la línea de Diamante a Curuzú Cuatiá. Fue expropiado el ramal CrespoHasenkamp de los ferrocarriles de Entre Ríos, que interceptaba el trazado anterior de los ferrocarriles del Estado en una extensión de 86 kms. Se destinaron 13 millones de pesos a la construcción del tramo Mendoza a Pie de Palo y se decidió la construcción del edificio de los Ferrocarriles del Estado en la capital federal.
Tenía el gobierno en vista grandes obras públicas fundamentales, entre ellas la inversión de 1.000 millones de pesos en la construcción de carreteras, de otros 1.000 millones para el aprovechamiento de la riqueza hídrica, con vistas especialmente a la región del noroeste. Otros mil millones serían dedicados al fomento y colonización de la Patagonia, y se aspiraba a fundar allí una ciudad que fuese "faro austral del progreso en el continente sur". Se resolvió realizar obras y mejoras en Puerto Quequén y se proyectó un gran parque nacional en Misiones.
El 16 de diciembre de 1929 se decretó la clausura de la Caja de conversión, para evitar la fuga de capitales y la especulación con el oro. Ya en tiempos de la pre-sidencia de Alvear habían salido del país capitales extranjeros y nacionales para aprovechar el alto interés pagado por la banca neoyorquina al oro. Hubo las consiguientes protestas contra esa medida, entre otras la de Federico Pinedo, en la Cámara de diputados, el 15 de enero de 1930: "Pero lo más chocante —decía- es la oportunidad elegida por el Poder ejecutivo para convencer a la Nación de que se pasa por un momento de trastorno económico mundial, siendo que éste es un momento facilidad económica notable, visible. Todos los días la situación económica y monetaria del mundo tiene un carácter más fácil, mayor que el día anterior". Al parecer todavía no se había llegado a captar la trascenciencia de la catástrofe sin precedentes de 1929, que sacudió al mundo por varios años.
Se rebajaron los fletes ferroviarios en beneficio de los obrajeros de Santiago del Estero, para aliviar así la situación de los interesados en la explotación forestal; se prohibió la exportación de materiales de hierro a fin de sostener la siderurgia nacional y se autorizó a la dirección general de puertos a efectuar los estudios necesarios para el aprovechamiento de la energía hidráulica de Salto Grande (19 de agosto de 1929) ; se reglamentó el servicio aeropostal entre Buenos Aires y Montevideo y entre Buenos Aires y Washington.
En materia de educación, fueron creadas unas 1.700 escuelas primarias y se fundó el Instituto de pedagogía para el perfeccionamiento del profesorado; fueron asimilados los colegios particulares a los nacionales con relación a las clasificaciones, exámenes y promociones.
Se dio una subvención a la Academia de medicina para la construcción de su edificio propio, y el 21 de marzo de 1930 se creó el Instituto nacional de la nutrición, que dirigió Pedro Escudero, y por el mismo tiempo fue subvencionado el Instituto del cáncer.
El 30 de enero de 1929 se fundó el Instituto del petróleo y poco después se unificó en 20 centavos moneda nacional el precio de la nafta en todo el país.
El petróleo fue durante la segunda presidencia, como durante la primera, la permanente obsesión de Yrigoyen. Todavía el 17 de enero de 1930 dirige un mensaje al Congreso pidiéndole la sanción de una serie de leyes fundamentales aprobadas en la Cámara baja, en primer término la legislación sobre el régimen del petróleo, además de otras sobre reforma a la ley de arrendamientos agrícolas; creación del Banco Agrícola; autorización al Banco Hipotecario Nacional para emitir cédulas; bonos de pavimentación para la capital. Con respecto a la primera de esas leyes decía el mensaje:
"El poder ejecutivo no cree necesario reiterar ante V.H. su pensamiento en cuanto a la legislación sobre el petróleo. La sanción de las leyes sobre esta materia importa como propulsor de nuestra grandeza, esa inmensa grandeza con que la Divina Providencia ha dotado al territorio nacional, como un generoso don que puede compensarnos en la medida de lo posible de la pérdida de otras riquezas naturales como las tierras públicas.
"Bien sabe V. H. que la aplicación de un nuevo régimen legal sobre el petróleo está llamado a producir beneficios de todo orden como tampoco puede ignorar que el retardo indefinido de su sanción motiva pérdidas enormes, traducidas en considerables sumas substraídas consecutivamente a la prosperidad nacional."
Y relativamente a la situación del campo: "La situación que atraviesan las industrias del campo, azotadas por una sequía que ha comprometido gravemente los esfuerzos de nuestra producción de un año de trabajo, disminuyendo considerablemente el volumen de nuestra producción, revelan el vacío que hubiera podido llenar, en gran parte, un crédito agrario bien organizado y distribuido y acusa la necesidad de sancionar de inmediato las reformas a la ley de arrendamientos agrícolas, para aliviar en alguna forma la situación angustiosa de los agricultores, obligados a renovar contratos onerosos o expuestos a ser expulsados de los predios en donde los fenómenos adversos del clima han frustrado el trabajo y aniquilado las esperanzas depositadas en el fruto de su laboriosidad. No puede desconocer V. H. que una vasta zona productora de la República ha sido asolada por la sequía, al punto de que no sólo se han perdido las sementeras sino que han perecido hasta los animales de labranza y domésticos, viviendo actualmente sus habitantes de los socorros en víveres que les suministra el gobierno para alejar el fantasma del hambre que se cierne sobre esas desventuradas poblaciones. Es menester rehabilitar económicamente a esos trabajadores mediante el crédito que les suministra recursos para reanudar sus labores y subsistir hasta la terminación del próximo año agrícola; como es necesario, asimismo, favorecer sus condiciones de trabajo, estableciendo legislativamente las bases de los contratos de arrendamientos para aligerar la economía campesina de la pesada carga que implican los cánones actuales establecidos sobre una estimación exagerada del valor de los campos o sobre un cálculo de productividad no justificado por la situación real del país".
Tampoco esa exhortación fue tomada en consideración; la hostilidad de los opositores no escuchaba razones.
Una vívida descripción del parlamento en los años 1929-30 fueron las crónicas de David Paredes en el diario El País de Córdoba, reunidas en el libro La demagogia en acción. Fisonomía del congreso argentino (Buenos Aires, 1937). "Si es exacto que muchos de los hechos relatados resultan bochornosos para la cultura política que creíamos haber alcanzado, no lo es menos la justeza y la propiedad con que fueron estampados como una contribución a la historia real de una época fatídica en los anales del país", escribe el autor, antiguo diputado provincial de Córdoba por el partido demócrata.
El 28 de abril de 1930 se decretó el 1º de mayo como fiesta de los trabajadores, y poco antes el poder ejecutivo había mediado para superar conflictos laborales en Rosario y Santa Fe.
La primera vinculación telefónica entre dos ciudades se había establecido entre Buenos Aires y La Plata en 1886; la empresa telefónica máxima, hasta 1929, estaba formada por capital ingles y ese año pasó a capitales norteamericanos. En 1929 se hizo una primera conexión inalámbrica internacional entre Buenos Aires y Santiago de Chile y en 1930 se conectó el servicio entre Buenos Aires, Estados Unidos, Canadá, México y Cuba por medio de las instalaciones de la Compañía internacional de radio argentina, con estaciones en Hurlingham y Plátanos, y de la Transradio internacional, con estaciones en Monte Grande y Villa Elisa, que interconectaban también con las líneas del interior.
Defendió Yrigoyen, como en la primera presidencia, las tierras fiscales y se opuso a la enajenación de 1.700.000 hectáreas a una compañía extranjera en Santiago del Estero, con un gobernador radical. En una comunicación personal al mandatario santiagueño le decía que "el latifundio además de constituir el obstáculo más insalvable al progreso, es el origen de profundos males sociales cuyas consecuencias gravitan directamente sobre la vida nacional".
La situación económica comenzó a agravarse por efectos de la crisis mundial, tras algunos años de bonanza, al reanudarse las relaciones internacionales después de la primera guerra mundial; aumentaron los gastos públicos y disminuyeron los ingresos; el déficit fue irrefrenable; disminuyeron las exportaciones y bajaron los precios de los productos ofrecidos en el mercado.
No se hacía frente a la situación con medidas buenas o malas, sino en un tono de entrega pasiva al azar de los hechos que se producían en el orden mundial. Ernesto Palacio comenta el periodo: "La discusión pública de estos extremos, en la pe se agotaron las expresiones de violencia verbal, con olvido del respeto natural a las personas y a sus investiduras, enconaba los ánimos y producía una atmósfera de desorden, en que la falta de represión gubernativa daba la impresión de defección de la autoridad. Como era natural, los partidarios del gobierno debieron defenderse por sí mismos de los ataques de la oposición, lo que dio lugar a choques callejeros con algunas víctimas y a la consecuencia paradojal de que en virtud de ello, se acusase enérgicamente de opresión y de tiranía a un gobierno jaqueado que no perseguía ni encarcelaba a nadie, a un gobierno ausente".
No tuvo el gobierno, la culpa de que empresas de prestigio y arraigo, como el Banco Tornquist, el Hogar Argentino, el Banco Español, el Argentino-Uruguayo y muchas otras firmas fueran a la liquidación o se transformaran reduciendo el volumen de sus carteras y de sus operaciones, aunque puede ser verdad que no supo restringir los gastos para reducir los déficit y ajustarlos a los menores ingresos, lo cual dio por resultado el aumento de la deuda pública simultáneo con la declinación de las rentas, pues el intercambio comercial decreció en un 20 %.
Las industrias redujeron su producción y se creó el fenómeno de la desocupación en las ciudades, seguido por un éxodo rural que lo agravó. La abundancia de mano de obra llevó a una reducción de los salarios y a una creciente agitación obrera. No fue fácil al gobierno atenuar los efectos de la crisis y todo sirvió a la oposición para andamiar acusaciones y para señalarlo como el causante de todos los males. Se denunciaba por un lado al presidente como un extremista peligroso que conducía a la revolución social y por otro como un reaccionario.
Si no hubo una apreciación de la realidad interna y mundial en aquel período de 1929-30 por parte de los opositores de todas las procedencias, que se movían con una libertad completa, tampoco la hubo en el propio partido gobernante, en cuyo seno se nucleaban fracciones no siempre armónicas. Las dificultades crecientes generaron dos tendencias de gravitación interna, la que encabezaban, por un lado, Elpidio González, y, por otro, Horacio B. Oyhanarte; con una tercera a mediados de 1930, que tenia por centro a Enrique Martínez, el vicepresidente. Cada una de ellas disponía de un médico propio para cuidar y examinar a Yrigoyen: Agudo Avila, Meabe y Pedro Escudero. El embajador R. Woods Bliss informó al departamento de Estado, el 12 de noviembre de 1929, que desde la designación del doctor Agudo Avila como titular del Departamento de higiene y su inmediata partida para Europa, como consecuencia de la amenaza de renuncia del ministro de relaciones exteriores, "la salud del presidente ha mejorado notablemente".