Las tropas de Buenos Aires y las orientales tenían cercado por tierra a Montevideo y los refuerzos recibidos de la península por los sitiadores eran más bien un obstáculo, pues habían de ser mantenidos y las escuadrillas que incursionaban por los ríos y las costas no siempre daban los resultados buscados y muchas veces volvían con las manos vacías.
Contaba la plaza sitiada con 13.937 personas que debían ser racionadas de algún modo, sin contar los negros que habían sido excluidos del padrón por sus simpatías hacia la causa de Buenos Aires. Además, estaban la guarnición militar y la marina real, a las que se suministraba ración completa.
El hambre hizo su aparición y se produjeron deserciones entre los afectados. Algunos españoles liberales fueron admitidos en las filas de las tropas porteñas, como los hermanos Francisco y Antonio Díaz, militares de carrera, que fueron útiles con sus recomendaciones estratégicas.
En aquella situación angustiosa, el capitán de fragata Jacinto Romarate logró ocupar la isla de Martín García en noviembre de 1813, posición valiosa para aliviar el bloqueo y obstruir las comunicaciones de Buenos Aires.
Las divergencias entre Artigas y Rondeau, como las que habían surgido con Sarratea, resultantes de las divergencias entre el gobierno de Buenos Aires y los patriotas de la Banda Oriental, a consecuencia del congreso de Maciel, culminaron el 20 de enero de 1814 en el abandono del sitio por Artigas, como se ha dicho, seguido por el regimiento de blandengues, por Fructuoso Rivera y por Fernando Otorgués, dejando la línea del cerco debilitada, pues sólo quedó allí Francisco Manuel Artigas, que se había distanciado de su hermano.
El 1º de marzo de 1814, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata Gervasio Antonio de Posadas firmó el decreto por el que Guillermo Brown era designado teniente coronel y jefe de la escuadra. La isla Martín García, que estaba en poder de los realistas, fue el bautismo de fuego para esta Fuerza Naval argentina. El 11 de marzo de 1814 Brown inició un ataque que fue rechazado y volvió a reanudarlo el día 15, culminando la acción con la toma de la isla, lo que fue una de las más trascendentales victorias en la lucha por la emancipación.
Vigodet quiso seducir al caudillo oriental ofreciéndole el reconocimiento español de su condición de jefe militar.
Artigas replicó altivamente:
Qué me importa a mí el empleo de comandante general de campaña ofrecido por Vigodet si el voto unánime me señala para otro destino. Y aunque así no fuera, prefiero ser independiente a cualquier otra cosa".
Alvear había quedado en Buenos Aires dueño de la logia Lautaro, jefe de las tropas de la capital y zonas vecinas después de la marcha de San Martín hacia el norte; su influencia y su gravitación eran incontrastables. Fue uno de los propulsores de la acción naval para cooperar a la rendición de Montevideo.
La escuadra que se había reunido y puesto bajo las órdenes de Guillermo Brown, inició con éxito sus operaciones desde mediados de abril contra las escuadrillas de Romarate y Sierra y acabó por poner sitio por mar a Montevideo, impidiendo todo refuerzo y todo abastecimiento por esa vía.
El Director Supremo, Posadas, nombró a Carlos María de Alvear comandante del ejército que sitiaba a los realistas en Montevideo, reemplazando a José Rondeau, pero no asumió el mando de este ejército sino después de la victoria naval de Brown frente a Montevideo, por lo que su actuación militar fue muy breve pero exitosa. Negoció la entrega de la plaza y utilizando un ardid la obligó a rendirse a discreción el 20 de junio de 1814. Ese triunfo modificó sustancialmente la geografía de la revolución en el área del Río de la Plata en beneficio de los revolucionarios.
Como el asedio por tierra era firme, fue fácil concebir la posibilidad de un pronto desenlace. El gobierno había resuelto dar todo apoyo a las operaciones militares sobre la plaza sitiada y el 7 de mayo de 1814 fue designado Alvear jefe del ejército de operaciones en la Banda Oriental. Se arrebató así a Rondeau una victoria segura y éste se alejó silenciosamente hacia Buenos Aires seguido por Bartolomé Quinteros y Miguel Planes.
Los realistas propusieron un armisticio y ofrecieron la apertura de negociaciones para determinarlo. Posadas dio a Alvear plenos poderes para tratar con ellos en nombre del gobierno de Buenos Aires; Alvear dilató con cualquier pretexto las negociaciones de Buenos Aires y mientras tanto Vigodet se comunicó con los orientales prometiendo entregar la plaza, no a los sitiadores porteños, sino a las tropas de la Banda Oriental. Ese doble juego fue denunciado por Zufriategui a Alvear; Zufriategui había sido miembro de las logias de Sevilla y de Cádiz.
Finalmente, cuando. Alvear reunió todas las fuerzas a su mando, exigió la rendición de Montevideo
Montevideo y de la fortaleza del Cerro a cambio de víveres; el 22 de junio introdujo una punta de lanza en la ciudad sitiada y al día siguiente frustró una tentativa de Otorgués para sublevar las fuerzas españolas, que admitieron la capitulación, y derrotó a Otorgués en Las Piedras el 24 de junio. Los realistas fueron definitivamente vencidos.
Alvear entró en Montevideo rodeado por el regimiento de granaderos mientras Nicolás de Vedia ordenó a los dragones de la patria que recorriesen las calles de la ciudad al galope para hacer comprender a la población el cambio operado en el dominio de la plaza.