Américo Vespucio (1501/1502)
En su carácter como el explorador principal para visitar el Atlántico Sur, Américo Vespucci fue asignado como el principal pionero de las islas en la aventura iniciada en Lisboa en mayo de 1501. En una carta a Piero Soderini, el guía reveló que habiendo abandonado la costa, de lo que es actualmente la Patagonia, debido a una tempestad y cerca del alcance donde se encuentran las islas (entre el alcance 51 ° – 53 ° Sur).
En medio de la tempestad ubicada «otro lugar donde hay que recorrimos 20 grupos encontrando la desolada deriva, sin puerto ni residentes”. Así lo indico Groussac quien llama la atención sobre el hecho de que el litoral ubicado era realmente el precipicio de la Patagonia. En cualquier caso, sus juicios sobre la tierra son tan ambiguos y sus noticias tan dudosas que hacen impensable que sea un indicador preciso de su agenda. De ahí la posibilidad de que este explorador sea el principal pionero de esta travesía, carece de credibilidad.
Cartografía inmediatamente posterior al viaje de Vespucio
Algunos documentos que sugieren que los cartógrafos europeos de principios del siglo XVI podrían haber tenido un conocimiento rudimentario de la existencia de las Malvinas:
Un grupo de islas situadas aproximadamente sobre el paralelo 50 aparece en el mapa de Martín Waldseemüller de 1507, bajo el nombre de «Insule delle pulzelle» («islas de las Vírgenes»).[cita requerida]
Según el relato del propio almirante otomano Piri Reis, este basó su portulano de 1513 en cuatro (por entonces novedosas) cartas portuguesas, ocho ptolemaicas, una árabe y una colombina.12 La costa de la porción meridional de Sudamérica es vagamente reconocible, aunque está rotada unos noventa grados en sentido antihorario, posiblemente por problemas de espacio o por influencia de planisferios preexistentes, en los que este artificio era común. Cerca de la entrada del estrecho de Magallanes, cuyas dos angosturas aparecen cartografiadas, figura un archipiélago aislado, cuya isla principal está identificada en el mapa como «il de Sare» («isla de Sare»). Este grupo de islas ha sido asociado con las Malvinas tanto por su notabilidad como por su semejanza posicional. Una única nota acompaña a la toponimia: «Buadalar issizdir, ama bahar coktur» («Estas islas están desiertas pero la primavera allí dura mucho»).13
En el Atlas Miller (circa 1519), confeccionado por el cartógrafo portugués Pedro Reinel, su hijo Jorge y Lopo Homem, que fue descubierto en 1938 en el Palacio de Topkapi en Estambul, se puede observar que al este de la boca oriental del estrecho de Magallanes, a unas 56 leguas (180 millas náuticas) se encuentra una isla de casi 300 millas náuticas de largo.
La expedición de Magallanes de 1520
La presencia de cierta cartografía después de su excursión ha llevado a algunos a señalar a Magallanes como pionero. Si bien la realidad del asunto es que su esfuerzo de 1519-1520, «permitió el mapeo de toda la deriva patagónica», este explorador «no estableció la topografía de Tierra del Fuego, o las Malvinas». A esto se incluye la no aparición agregada de una declaración de divulgación, que no se registra en ninguna de los registros de ruta o en los cuentos de viajes. Esto hace que sea descabellado pensar que Magallanes incluso los haya localizado.
Alonso de Camargo, 1540
Tanto Goebel como Destefani señalan como el descubridor de las Islas Malvinas, probablemente a un barco que el mismo Camargo sumergió con el nombre de Incognita, sin su nombre genuino, que era una pieza del grupo de trabajo del Obispo de la Asistencia, dirigida por Francisco Camargo.
El emprendimiento que había cuestionado la colonización de la zona del estrecho de Magallanes, había cruzado de Sevilla en agosto de 1539. Un año después, las cuatro naves que formaban la fuerza naval ingresaron al estrecho. Sin embargo, allí soportaron una tempestad, el barco principal se hundió y el Desconocido se separó de la embarcación.
En los días más recientes de enero, el barco toca la base en lo que se conoce como las Malvinas, y permanecen allí hasta diciembre, fecha en que se reanuda el viaje a España. Más tarde, la cartografía del estrecho que aparece en el diario de Islario de Alonso de Santa Cruz, distribuido poco después de la llegada de la Incognita (1541), menciona dos pequeñas islas que se encuentran alrededor de 70 leguas hacia el este y en una línea paralela al Estrecho de Magallanes.
John Davis, 1592
Los británicos señalan inequívocamente como el verdadero pionero de las islas Malvinas. Este marinero en orden del barco Desire, se retiró de Plymouth el 26 de agosto de 1591, como un aspecto importante de una expedición bajo la convocatoria del marinero Thomas Cavendish, que se dirigió al estrecho. Por razones vagas, el Desire aislado del esfuerzo y empujado por una tempestad, el 14 de agosto de 1592, encontró las Islas Malvinas.
Los comentaristas de esta revelación mantienen que la historia es asombrosamente similar a la mencionada sobre Islario, ya que no hay representación de los terrenos ubicados, y los puntos de interés son extremadamente sueltos, y que la historia apareció después de la llegada a Holanda del marinero Sebald de Weert, quien localizó las islas de manera confiable.
Richard Hawkins, 1594
Un par de años después de Davis, en junio de 1593, cruzó el corsario inglés Richard Hawkins en el barco Dainty, con el objetivo principal de asaltar poblaciones y asentamientos en el Pacífico. Como lo indica su registro posterior, el 2 de febrero de 1594, cuando el barco alcanzó los 48 ° S. de alcance, detectaron una tierra que no aparecía en ninguna carta. Cuando todo está dicho en hecho, se generan criticas similares a él como a su precursor, debido a la forma en que las Malvinas están más hacia el sur del alcance mostrado por él.
Sebaldo de Weert, 1600
Por fin, un marinero holandés encajó la localización primaria confirmada e incuestionable. A comienzos del siglo XVII, el 24 de enero de 1600, Sebaldo de Weert provoco que el barco Geloof encontrara tres islas a las que llamó Sebaldinas con un alcance de 50 ° 40 ‘S .. Estas islas son una parte del archipiélago de Malvinas. Se ha de entender que el explorador no intentó la llegada por ausencia de pontones, sino que el Geloof había sido una pieza de una fuerza naval de cinco naves a cargo del almirante Jacob Mahu que había salido de Rotterdam en junio de 1598. Este barco regresó a Holanda en julio de 1600. No obstante, las salidas y campañas al distrito no terminaron ahí. Durante todo el período hasta 1764, las islas fueron utilizadas por marineros holandeses, franceses e ingleses.
Jakob LeMaire
La expedición comandada por Jakob LeMaire confirmó la existencia de las islas el día 18 de enero de 1616 al reconocerlas como las Sebaldinas. Había partido de Ámsterdam con los barcos Eendracht y Hoorn, al mando de los hermanos Willem y Jan Schouten respectivamente, con el objetivo secreto de encontrar un paso alternativo al Estrecho de Magallanes.
Isla Pepys
Otro corsario inglés, William Ambrose Cowley, quien viajaba en una expedición al Pacífico en el Bachelor's Delight, bajo el mando de John Cook, publicó en enero de 1684 un diario de viaje, en el que señala la presencia de:
(...) una isla desconocida, deshabitada, a la que di el nombre de isla Pepys, sobre la cual crecen árboles y posee ríos de agua dulce, como también tiene un gran puerto con capacidad para miles de naves.
El marino inglés William Dampier, compañero de viaje de Cowley, interpretó que la presunta isla era parte de las Sebaldinas.2021 que fue buscada infructuosamente por varios navegantes, entre ellos John Byron, James Cook y George Anson. Este último, en medio de una frustración creciente, se quejaba en 1774 por:
(...) la frivolidad con que los filibusteros daban noticias de lugares inexistentes.
El reporte de Cowley encendió el interés británico por esa región del mundo. En 1748 España logró frustrar una expedición británica para buscar la isla Pepys y reconocer las Malvinas.
John Strong
El 27 de enero de 1690, una expedición británica comandada por el capitán John Strong en la nave Welfare (o Farewell) navegó entre las dos islas principales, bautizando el pasaje como Falkland Channel (actualmente Falkland Sound o estrecho de San Carlos), en honor de Anthony Cary, quinto vizconde de Falkland, el cual, como comisionado del Almirantazgo Británico, había financiado el viaje. Muchos años después los británicos extendieron este nombre a todo el archipiélago. Strong había partido de Inglaterra en octubre de 1689 con destino a los puertos chilenos y peruanos del Pacífico, en los cuales pretendía comerciar, pero fue expulsado de ellos.
Desembarcó el día 28 de enero a fin de aprovisionar sus bodegas con focas y pingüinos. Como no hubo toma de posesión formal, reclamación de títulos ni ocupación, Goebel afirma que este desembarco no tuvo consecuencia legal alguna.24 Gustafson señala que en los siguientes setenta y seis años no hubo ocupación permanente de las islas y coincide con Goebel en que la expedición de Strong no acarreó ventajas legales para Inglaterra.
De ese mismo año data el mapa holandés Orbister Rarum Nova et Accurata Tabula de Gerard y de Leonard Valk, apareciendo por primera vez el nombre Falkland.
Otros viajes
En el período desde 1616 hasta 1764, las islas fueron reavistadas por navegantes holandeses, españoles, franceses e ingleses. A principios del siglo XVIII los franceses organizaron sucesivos viajes de exploración a las Malvinas. Mejoraron el conocimiento cartográfico del área y reconocieron su importancia como base de reaprovisionamiento para largas travesías. Como gran parte de estas expediciones partían de Saint-Maló, las islas fueron bautizadas por los marinos como Malouines.Fueron justamente los franceses los primeros en ocuparlas en forma permanente a partir de 1764. Los ocasionales desembarcos de las otras potencias se limitaron a la provisión de víveres, y fueron de duración breve.
Retrato de Amerigo Vespucci (1454-1512).
Posiblemente pintado por Cristofano dell'Altissimo sobre la base de un original desconocido, aunque su existencia no se atestigua hasta 1568. No.702 de la colección de Paolo Giovio en los Uffizi en Florencia
Fragmento del mapa de Piri Reis, donde figuran unas islas en aproximada consonancia con las Malvinas.
Parte del mapa de Diego Ribero (1529)
El descubridor del archipiélago fue Esteban Gómez, piloto de la nave San Antón o San Antonio, cuyo nombre dio origen al de las islas. Tras sublevarse contra Magallanes el 1 de noviembre de 1520, Gómez regresó a España por la ruta de Guinea y llegó a Sevilla el 6 de mayo de 1521. Fue sometido a un juicio en donde no se halla ninguna mención que pueda atribuirse a las Malvinas. Esteban Gómez cedió un indígena al cartógrafo Diego de Ribero en 1529, por lo que este pudo haber obtenido de aquel un relato directo sobre las islas Sanson y las incluye a las «islas de San Antón» en un mapa que realiza en 1529.
Richard Hawkins
Richard Hawkins después de visitar la costa de Brasil , el su barco el Dainty encontró una tormenta en la boca del Estrecho de Magallanes y fue arrastrada hacia el este. El 2 de febrero de 1594, Hawkins vio tierra y lo escribió en su bitácora de navegación esta tierra ahora se la conoce actualmente como las Islas Malvinas
Cabe destacar que hacia el comienzo del siglo, los franceses enviaron investigaciones progresivas a las Islas Malvinas, quienes percibieron sus costas y mostraron su importancia como base para largos viajes. Como gran parte de las campañas se retiraron de Saint-Maló, de esta forma las islas fueron purificadas a través del agua por los navegantes de estas como Malouines; y justo en 1764, con la llegada de los franceses a Port Louis, comenzó la colonización de las islas.
La ocupación francesa de las Islas Malvinas, estableció en Puerto Luis el primer asentamiento permanente del archipiélago. España, que consideraba a las Malvinas parte de sus dominios en América, protestó la presencia francesa, y al cabo de una corta negociación, consiguió la transferencia de Puerto Luis, fortaleciendo sus derechos de soberanía. El gobierno británico nunca protestó, ni la presencia francesa, ni el traspaso de la colonia a España.
La Guerra de los Siete Años (1756-1763) significó para Francia la pérdida de la inmensa mayoría de sus territorios coloniales. Con la firma del Tratado de París, en 1763, Gran Bretaña obtuvo de Francia, entre otros territorios, gran parte de sus colonias en el norte de América.
Luego de la firma del Tratado de París, Étienne François de Choiseul, el encargado de la política exterior de Francia, se abocó a la reconstrucción del imperio colonial francés, mediante la creación de nuevas colonias, en aquellos lugares no ocupados aún por ningún estado. Las colonias de ultramar no despertaba mucho entusiasmo en la Corte de Luis XV, por lo tanto, Choiseul dependía enteramente de su vínculo personal con el Rey para llevar adelante sus planes. La reconstrucción del imperio colonial francés exigía evitar toda confrontación con España y Gran Bretaña, por lo menos hasta recuperar capacidades militares.
En este contexto, la propuesta de Louis Antoine de Bougainville para efectuar una expedición a las islas Malvinas despertó el interés del gobierno francés. Las islas eran conocidas por los navegantes y comerciantes de Saint Malo, quienes las habían bautizado como Malouines en homenaje a su ciudad. Bougainville propuso emprender la expedición por su propia cuenta.Bougainville manifestó en sus Memorias la importancia de ese establecimiento y destacó el interés británico en la región:
"... en la relación de su viaje, Milord Anson (...) recomienda a los ingleses, en diferentes ocasiones, formar un establecimiento en el sur del Brasil, sosteniendo que la Nación que así lo haga, será la dueña del comercio del Mar del Sur (...) En consecuencia, ese es el objeto y el proyecto que M. de Bougainville solicita realizar."
Louis Antoine de Bougainville.
La expedición
El 15 de septiembre de 1763 la expedición de Bougainville (que contaba con el consentimiento de Luis XV) zarpó del puerto francés de Saint-Maló con el objetivo de establecer una colonia en las islas Malvinas. La expedición estaba compuesta de dos barcos, con provisiones y familias acadienses.
La expedición de Bouganville recaló en Montevideo, donde fue recibida por el Gobernador de la plaza, José Joaquín de Viana. Pese a que España y Francia eran aliadas, y estaban unidas por el Pacto de Familia, los franceses no tenían autorización para formar colonias en América del Sur.
El funcionario español intentó averiguar el motivo y destino de la expedición, pero los franceses lo ocultaron, manifestando que se dirigían a la India. No obstante, Viana alertó a sus superiores en Madrid sobre el paso de Bougainville por Montevideo. Louis Antoine de Bougainville llegó a las islas Malvinas el 31 de enero de 1764.
Puerto Luis
Louis Antoine de Bougainville, el primer colonizador de Malvinas, el establecimiento de Bougainville fue el primer asentamiento permanente en el archipiélago. El fuerte militar de Puerto Luis fue erigido el 17 de marzo de 1764 y la ceremonia formal de toma de posesión se realizó el 5 de abril del mismo año. El acta de posesión fue ratificada por Luis XV el 12 de septiembre de 1764, argumentando que las islas fueron descubiertas por navegantes de Saint-Maló, de donde proviene el nombre Malouines, castellanizado a Malvinas.
Dom Pernety, el religioso y naturalista de la expedición, estaba maravillado ante la flora y fauna del archipiélago. También se mostró muy entusiasta ante las posibilidades que ofrecían aquellas islas. En sus notas aseguró que: « (...) la lengua de león marino es preferible a la de buey y los guisos de pingüinos son tan buenos como los de liebre.»
Puerto Luis se fundó con 29 colonos, el 8 de abril de 1764, Bougainville emprendió el regreso a Francia para buscar más provisiones y colonos. Realizó un segundo viaje, a principios de 1765, en donde llevó a 130 colonos. De esta forma, la población del archipiélago ascendía a 150 colonos. Bougainville permaneció en Malvinas entre enero y abril; durante esos meses exploró la costa patagónica en busca de madera.
Incursión británica
El 23 de enero de 1765, un año después de la llegada de Bougainville, cuando el archipiélago ya estaba ocupado por Francia y, por lo tanto, no estaba disponible para la ocupación por parte de otro Estado el comodoro británico John Byronnota arribó a la pequeña isla Trinidad, denominada por los británico Saunders Island, y realizó una ceremonia de toma de posesión en un paraje que bautizaron como Port Egmont. Byron destacó la importancia del lugar para el establecimiento de una base militar:
(...) the whole navy of England might ride here in perfect security from all winds (...)
John Byron.
El gobierno británico afirma que, al momento de enviar la expedición de John Byron, no tenían conocimiento de la presencia francesa en las islas.
Protesta y negociación diplomática
Jerónimo Grimaldi, Ministro de Estado de España, sospechaba de la existencia de una colonia francesa en Malvinas por los informes que le envió José Joaquín de Viana desde Montevideo. La sospecha se confirmó cuando la noticia fue publicada en la Gazette de Hollande el 13 de agosto de 1764. Grimaldi protestó ante Choiseul y demandó la entrega de la colonia. España consideraba que las tierras adyacentes a un continente no podían ocuparse sin el consentimiento del dueño de dicho continente, y que las islas Malvinas habían estado reputadas -y debían reputarse- como adyacentes a sus costas. Sin embargo también ofreció la compra de la colonia, lo que podría indicar que los españoles no estaban muy seguros de la validez de su reclamo.
Luis XV cedió a las protestas españolas y ordenó entregar el establecimiento de Puerto Luis al considerar que los títulos españoles eran superiores. Francia estaba dispuesta a abandonar sus pretensiones sobre Malvinas, pero deseaba que España las ocupe y evite la instalación de Gran Bretaña, su enemigo en común. Jerónimo Grimaldi comentó:
(...) ambas Naciones sacarán del suceso de Bougainville la ventaja de que á vista de separarse los franceses de su posession se fortalece el derecho de la España p. q. otro día no intenten entrar los Yngleses
A su regreso de Malvinas, Bougainville fue notificado de la decisión de transferir la colonia a España; le ordenaron dirigirse a Madrid para establecer las bases del arreglo. Sin entusiasmo, partió hacia Madrid en abril de 1766.
Francia nunca volvió a reclamar derechos de soberanía sobre Malvinas luego de la transferencia de Puerto Luis.
Traspaso de Francia a España
En abril de 1766 Bougainville recibió 618.108 libras francesas en compensación por los gastos en los que incurrió para fundar Puerto Luis. 200.000 libras fueron pagadas en Madrid y el resto en Montevideo.
En el documento de la entrega, Bougainville acepta que su establecimiento en Puerto Soledad es ilegítimo y que fue construido en las islas pertenecientes a España,
El 4 de octubre Felipe Ruiz Puente quedó a cargo del establecimiento, que administrativamente era una dependencia de la Capitanía General de Buenos Aires
Crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770
La crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770 enfrentó a España y el Reino de Gran Bretaña en torno a la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas. La crisis se originó con el establecimiento clandestino que los británicos levantaron en la isla Trinidad, en el oeste de Malvinas, y llevó al borde de la guerra a España y Francia con el Reino Unido.
El 22 de mayo de 1774 (en cumplimiento del pacto secreto) las fuerzas británicas abandonaron las Malvinas por su cuenta, partiendo su comandante, el teniente Clayton, quien dejó una placa. Con la creación del virreinato del Río de la Plata, en 1776, todos los virreyes cuidaron que Puerto Egmont estuviese abandonado y que el Reino Unido no crease otro asentamiento en las islas.
El Reino Unido, alegó años más tarde que se retiró de Puerto Egmont por «razones económicas» y que dejó allí una bandera británica y signos de continuar con su posesión. Debido a que no renunciaron a la soberanía, los británicos justificaron con este antecedente la ocupación de 1833 de todo el archipiélago malvinense. La placa dejada habla de la «isla de Falkland», en singular.
Comandancia de las Islas Malvinas
La comandancia de las Islas Malvinas fue una división administrativa y militar española que reemplazó a la anterior gobernación de las Islas Malvinas al crearse el Virreinato del Río de la Plata en 1776, del cual pasó a formar parte. Las islas fueron evacuadas en 1811 cesando la comandancia.
España y Francia habían llegado en 1765 a un acuerdo para el reconocimiento de las islas Malvinas como posesión española que incluía una indemnización por gastos realizados a Louis Antoine de Bougainville, el coronel francés que fundó la colonia pesquera y foquera de Port Saint Louis en la isla Soledad.
El 2 de octubre de 1766 el rey Carlos III de España dictó una real cédula por la cual creó la gobernación de las Islas Malvinas como dependencia del gobernador y capitán general de Buenos Aires -en ese momento Francisco de Paula Bucarelli y Uruzúa- nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del territorio.
El luego virrey del Perú, Francisco Gil de Taboada (o Francisco Gil de Lemos y Taboada), fue el último gobernador y permaneció como comandante hasta el 1 de febrero de 1777, fecha en que asumió el teniente de navío Ramón de Carassa y Souza, dependiente ya del virrey del Río de la Plata. A él le sucedieron anualmente 28 comandantes hasta que el segundo piloto de número de la Real Armada Pablo Guillén Martínez, último comandante español de las islas las evacuó el 13 de febrero de 1811 por orden de Gaspar de Vigodet, gobernador de Montevideo (último bastión español en el Río de la Plata).
La guarnición española de Puerto Soledad se traslada a Montevideo en 1811 a bordo del bergantín Gálvez con el fin de luchar contra el gobierno revolucionario de Buenos Aires. La orden firmada por Francisco Javier de Elío se transmite al Ministro de Estado de su Majestad el 18 de marzo de 1811. La resolución de retirar el destacamento español se toma el 8 de enero de 1811 en la Junta de Guerra presidida por Gaspar de Vigodet capitán general y gobernador de Montevideo. Se produjo la total despoblación de las Islas Malvinas. Las Cortes de Cádiz aprobaron el 30 de marzo de 1812 el acuerdo de la Junta de Guerra de abandonar las islas.
La comandancia Militar de las Islas Malvinas fue el primero de los órganos administrativos por vía de los cuales las Provincias Unidas del Río de la Plata —antecesor jurídico directo de la República Argentina— ejercieron su soberanía en el archipiélago de las islas Malvinas.
Uno de los principales argumentos de Argentina con respecto a su reclamo sobre las islas Malvinas, es que heredó los derechos de España sobre ellas, país que las abandonó con intención de volver cuando las circunstancias de la guerra en el Virreinato del Río de la Plata se lo permitiesen, pero que con la toma de Montevideo, su último bastión en la región, todos sus derechos fueron heredados por las Provincias Unidas del Río de la Plata y su descendiente directo, la República Argentina.
El 30 de mayo de 1810 la Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires ordenó pagar el sueldo al comandante de Malvinas de nombre Gerardo Bordas, y la Junta de Buenos Aires le pagó los sueldos y las gratificaciones que correspondían a sus funciones, equiparadas a las de un buque de guerra en navegación.
Tras la Revolución de Mayo, puesto que la Banda Oriental no se adhirió a la junta de Buenos Aires y permaneció bajo control español, a cargo de Francisco Javier de Elío. Las autoridades de Montevideo decidieron retirar el establecimiento en las Malvinas por su baja utilidad y los elevados costos de conservación. Allí se dejó una placa proclamando la soberanía española sobre el archipiélago, algunos gauchos y pescadores se quedaron voluntariamente en las islas.
Si bien la población asentada en las islas tenía pensado su regreso, la guerra de Independencia de la Argentina impidió hacer efectivo del retorno hasta 1820. Durante casi diez años, las islas fueron visitadas por balleneros, loberos y pescadores que incluso saqueaban el ganado cimarrón dejado por los españoles.
Lo que sería el nuevo Estado argentino estaba en formación y los primeros gobiernos rioplatenses desde 1810 utilizaron el concepto de uti possidetis iure que definía que las antiguas posesiones coloniales pasaban a ser parte del territorio de las naciones independizadas. La continuación del dominio de las islas, por la tradición de los títulos jurídicos de España en favor de las Provincias Unidas, habilitan a éstas a disponer esas medidas de administración y gobierno, sin embargo, la mayoría de los juristas europeos y estadounidenses no aceptan este principio, las diferentes provincias delegaron a la de Buenos Aires en las representaciones internacionales, y al mismo tiempo las Malvinas continuaban bajo administración de su gobernador, pese al abandono español.
Las dificultades propias de la Revolución de Mayo imposibilitaron a los criollos rioplatenses que protagonizaron la revolución ocuparse de las tierras situadas en latitudes australes. La provincia de Buenos Aires en la década de 1820 se ocupó de la administración insular designando cargos como permisionarios, concesionarios, comisionados, comandantes y comandantes políticos y militares. Las medidas para administración y gobierno se iniciaron de forma modesta como los permisos de pesca y caza y una concesión para el usufructo de carnes, finalizando con la creación de una Comandancia política y militar.
Manuel Belgrano desde el Correo de Comercio había sido el primero en llamar la atención de las Malvinas, describiéndolas importantes,
Después del retiro de los especialistas españoles establecidos en las islas en 1811, resultado de las guerras de liberación americanas, los principales ocupantes de las islas fueron personas que en sus diversas capacidades viajaban de ida y vuelta, debido a una variedad de viajes de negocio y transporte, refugiados allí, a través de diferentes esfuerzos de intentar colonizar las islas.
El 30 de enero de 1813, el gobierno de Buenos Aires autorizó a Enrique Torres para cazar lobos marinos en las Malvinas con su bergantín El Rastrero.
José de San Martín, en una carta fechada el 14 de agosto de 1816 se refiere a las Malvinas,en el texto, San Martín le pedía al gobernador de San Juan que liberara a prisioneros que se encontraban en Carmen de Patagones y Malvinas (Puerto Soledad) para que se sumaran al Ejército de Los Andes para el posterior Cruce de los Andes. La idea de la incorporación al Ejército de los presos que estaban en las islas fue del coronel Luis Beruti, ministro de Guerra en ese entonces. San Martín trasmitió la orden en una carta escrita de su puño y letra, dirigida al teniente gobernador de la ciudad de San Juan, José Ignacio de la Roza. La carta original se encuentra en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina y el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur exhibe una copia.
En 1818 el foquero Espíritu Santo en su viaje a la Antártida y procedente de Buenos Aires, se habría abastecido en Puerto Soledad. Luego de casí 10 años casi inactividad y autoridad militar fue enviada al lugar la fragata Argentina La Heroína fue enviada a Malvinas para tomar la propiedad autorizada de las islas.
Los más notorios fueron los comerciantes de focas estadounidenses que habían buscado su industria en las Malvinas desde el momento de la década de 1770, según confirmó el secretario de Estado Edward Livingston. Se calcula que el número aproximado de buques ingleses y estadounidenses que trabajan en el territorio está en las cercanías de 40 y 50, lo que implica que se incluyeron pocos cientos de miles de buscadores y pescadores.
Toma de posesión de las Islas Malvinas
Preocupado por la explotación ilegal de ballenas y focas en los mares del sur, a principios de 1820 el gobierno de la provincia de Buenos Aires (del que dependían las islas) decidió enviar a un oficial para que hiciera formal toma de posesión del archipiélago y obligara a acatar sus disposiciones administrativas concernientes a la actividad pesquera. El 15 de enero de 1820 el ministro de guerra y marina de las Provincias Unidas, Matías Irigoyen, emitió un despacho nombrando «con el grado de coronel de ejército al servicio de la marina» al coronel de origen estadounidense David Jewett. Jewett estaba al servicio de las Provincias Unidas desde 1815.
En febrero, el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, José Rondeau, decidió enviar un oficial para que se hiciera cargo de las islas, pero el hecho no se concretó sino hasta fines de ese año, cuando el gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, nombró a Jewett «comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas para tomar posesión de las islas en nombre del país a que éstas pertenecen por ley natural».
Según José María Rosa, Jewett fue enviado en marzo por orden de Manuel de Sarratea partió de Buenos Aires al mando de la fragata Heroína y llegó a la bahía de la Anunciación a fines de octubre y siguiendo órdenes de sus superiores, Jewett prohibió la caza y pesca en la jurisdicción de las islas a los buques extranjeros, distribuyendo una circular entre aquellos estacionados en las proximidades, en la que hacía referencia a la formalización del traspaso de soberanía desde el Virreinato del Río de la Plata a su sucesor, las Provincias Unidas.
El 2 de noviembre le fue remitida una copia al mismo James Weddell, explorador británico de la Antártida (quien de regreso a Londres informó a su gobierno), cuya embarcación fue avistada en aguas argentinas, los infractores a lo dispuesto por las autoridades argentinas serían detenidos y llevados a Buenos Aires para ser sometidos a juicio.
A bordo de la Heroína también llegó a las islas la primera representación del gobierno argentino para establecer una colonia basada en penales.
El coronel Jewett arribó a Puerto Soledad el 6 de noviembre de 1820 y tres días más tarde, en nombre del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, tomó posesión formal del antiguo fuerte español, efectuando una salva de veintiún cañonazos con la fragata leyó luego la proclama extendida por las autoridades, redactada en español e inglés —esta última legalizada por el cónsul británico en Buenos Aires— e izó la bandera argentina en un mástil improvisado ante la cincuentena de buques pesqueros que se encontraban ilegalmente en las cercanías (de los cuales al menos diez eran estadounidenses y seis británicos).
La tripulación de la Heroína también estaba integrada, en su mayor parte, por británicos y norteamericanos, contando con los esclavos José y Antonio Zimmermann, la fragata, fue considerada «Buque de Estado» por el gobierno rioplatense, es decir navío regular y no corsario. el buque también trasladaba argentinos para instalar una población criolla en el antiguo Puerto Soledad.
Weddell reportó que la nave de Jewett recibió su asistencia en la obtención de anclaje fuera de Puerto Soledad y en pocos días, «tomó posesión formal de estas islas para el gobierno patriota de Buenos Ayres , leyó una declaración en virtud de sus colores, plantado en un puerto en ruinas, y disparó una salva de veintiún cañonazos». Weddell también vinculó la ceremonia con la demanda de Jewett de los restos del naufragio del Uranie y comentó que se preparó para impresionar a los capitanes de buques en la zona.
Tras el acto de posesión se realizó un desfile militar con silbatos y tambores, todo en presencia de marineros extranjeros. Weddell decía que Jewett fue «bastante inteligente» para calcular el efecto de ese desfile en las mentes de los capitanes de los barcos que estaban en las islas, en su mayoría ingleses y norteamericanos, ya que temían ser robados o capturados. De hecho, uno de ellos propuso levantarse en armas contra él, pero ante un razonamiento sobre lo infundado de sus temores y presentándose a Jewett confesó su error y desaparecieron sus preocupaciones. Weddell también citó el hecho y comentó que ayudó a Jewett.
Comandancia política y militar de las Islas Malvinas
El 2 de febrero de 1825 el Reino Unido firmó un tratado de amistad, comercio y navegación mediante el cual reconoció la independencia de las Provincias Unidas y, naturalmente, la existencia de un ámbito territorial propio de ella, incluyendo las Malvinas, que habían tomado posesión en 1820, y ejercido otros actos de soberanía incluyendo el nombramiento y la instalación de autoridades. Además se debe sumar que en el tratado el Reino Unido no expresó pretensión alguna a las islas y que el tratado implicó la admisión de las consecuencias jurídicas de tal reconocimiento.
Luis Vernet había nacido en Hamburgo, pero por comercio llegó y se instaló en Buenos Aires. Al tiempo se asoció a Jorge Pacheco. En 1823, el Gobierno de Buenos Aires les otorgó la concesión para el aprovechamiento del ganado vacuno y el de los lobos marinos de la Isla Soledad.
El 10 de junio de 1829 Vernet se estableció oficialmente en la isla Soledad y fue nombrado primer comandante político militar en las Islas Malvinas. Bajo el pabellón argentino, se comprometió a hacer cumplir la legislación argentina, cuidar sus costas y los reglamentos de pesca vigentes. La designación la realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, con el asesoramiento del jurista Salvador María del Carril. Rodríguez designó a Vernet no solo comandante de las Malvinas, sino también de las islas adyacentes al Cabo de Hornos en el océano Atlántico, «teniendo en cuenta las condiciones que reúne», incluyendo la isla Grande de Tierra del Fuego. Esto asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas.
El decreto fue publicado en varios medios de prensa del extranjero, entre ellos Reino Unido y Estados Unidos. Al año siguiente Vernet hizo circular entre los barcos pesqueros ocupados en la Patagonia, una notificación en inglés y español con copia del referido decreto.
El gobierno de Rodríguez se convirtió en el primer gobierno en nombrar una autoridad directa para las Malvinas desde la Independencia de Argentina, cabe destacar que la Comandancia de las Malvinas no era una entidad diferente, sino una parte de la provincia de Buenos Aires. Luis Vernet fomentó la instalación de granjas, impulsó el negocio entre las islas y también mejoró los lazos que las unían a la Argentina continental. En 1830 nacieron en el archipiélago los primeros seres humanos malvinenses, entre ellos una hija del propio Luis Vernet: Malvina Vernet y Sáez, nacida el 5 de febrero de 1830.
Primeros tiempo de Luis Vernet en Malvinas
Luis Vernet se asoció a Jorge Pacheco, un veterano de guerra y proveedor del Estado, dueño de saladeros, empobrecido, pero con buenas relaciones. Vernet le prestó dinero, pero Pachecho quedó luego en bancarrota hacia 1820. Gracias a la ayuda de Vernet, el Gobierno de Buenos Aires otorgó en 1823 la concesión para el aprovechamiento del ganado vacuno y el de los lobos marinos de la Isla Soledad. Las Malvinas habían sido tomadas formalmente bajo posesión argentina el 6 de noviembre de 1820. Como Pacheco debía una gran suma de dinero a Vernet, le cede a él e la mitad de la concesión de 30.000 leguas y acordaron asociarse y planear grandes proyectos en las islas. Vernet y Pacheco lograron que el militar retirado Pablo Areguatí sea nombrado como comandante para imponer su autoridad, como así también que el derecho de caza sea extendido al de encierro y cría.
Vernet se trasladó hacia la isla donde comenzó con el desarrollo del lugar, llevó caballos y lanares, rehabilitó varios edificios que se encontraban abandonados y semidestruidos. No sólo realizó una tarea colonizadora del lugar sino que también emprendió investigaciones científicas para el mejor conocimiento de las islas. Los estudios incluían, un estudio de los lugares para futuras colonizaciones, posibles producciones en ese lugar, en esto colaboró activamente su joven esposa. La tarea de Vernet activaba zonas comerciales nunca utilizadas hasta el momento pero además confirmaba así la soberanía argentina en el lugar. Pese a que, la primera expedición de 1824 fracasó, hacia 1826 el segundo intento de establecimiento prosperó rápidamente, por lo que el gobierno argentino extendió la concesión a Pacheco y Vernet, otorgándoles el derecho exclusivo de caza y pesca en las aguas adyacentes a las islas y para las tareas, Vernet llevó a las islas muchos gauchos de las pampas rioplatenses
Para el primer intento de 1824, Vernet y Pachehco se asociaron con el inglés Robert Schofield que participó con 7500 pesos y compró dos naves, la goleta Rafaela y el bergantín Fenwick. En febrero llegó a Puerto Soledad la expedición bajo la dirección de Areguati con 26 gauchos, en marzo de 1824, el bergantín Antílope fue enviado a la isla pero debido a los problemas de equipamiento y suminstro, el intento de establecer un asentamiento permanente resulta fallo y para agosto, todos iban de regreso a Buenos Aires.
Hacia finales de 1825 Vernet fundó junto con algunos amigos, emprendió una nueva empresa con la intención de volver a iniciar una expedición y comprar los derechos de Pacheco, a partir de junio de 1826, en la mitad del invierno, él llegó por primera vez y acompañado por 25 gauchos a las islas que estaban nevadas. Su negocio era capturar el ganado salvaje para su sacrificio, y vender los productos resultantes. También estaba entusiasmado con las perspectivas de la caza de anfibios, salazón de cueros vacunos y equinos y el tráfico naviero. El negocio de la carne salada era importante durante la guerra del Brasil, pese a esto, Vernet criticaba la guerra argumentando que «ahuyentaba» a los posibles inversores de su empresa.
Para la expedición de 1826, Vernet propuso al gobierno de Buenos Aires que le otorgue el resto de tierras no cedidas a Pacheco para fundar una colonia, con excepción de impuestos por 30 años, su solicitud fue fundada en razones políticas, económicas y soberanas, ya que tuvo en cuenta la guerra con el Imperio del Brasil, que había intentado desembarcar y atacar sin éxito Carmen de Patagones. Vernet también sabía que desde las Malvinas se podría controlar la región más austral de Argentina, incluyendo Tierra del Fuego, las Georgias del Sur y las islas Shetland del Sur.
Simultáneamente al negocio en las Malvinas, Vernet se asoció con Manuel Pasman, Miguel Ogando, Juan Andrés Gelly y Henry Libanus Jones para explotar el ganado vacuno y las salinas de la península Valdés en la actual provincia del Chubut. Debido a su experiencia en la península, Vernet tuvo contacto amistoso y comercial con los Tehuelches. Ya como comandante de Malvinas, estimuló que algunos indígenas se instalasen en la colonia como peones. También hizo que un grupo de ellos, encabezados por su "reina", visitase Puerto Soledad.
Comandante Político Militar
El gobierno de las Provincias Unidas le debía dinero a Vernet. Para restituirla, le ofrecieron a Vernet territorios y ser director de un nuevo asentamiento en las Malvinas en enero de 1828, incluyendo todos los recursos y lo eximió del pago de impuestos si una colonia podría establecerse en un plazo de tres años. El gobierno de Manuel Dorrego también le concedió la explotación de la Isla de los Estados en Tierra del Fuego. También recibió los derechos de pesca a lo largo de la costa patagónica del Mar Argentino al sur del río Negro hasta el cabo de Hornos y 30 años de exención de impuestos para el proyecto. El acuerdo también contemplaba extender la colonia a otras islas. Para celebrar el 25 de mayo de 1828, según su hermano Emilio, Vernet y sus hombres izaron en la isla las banderas de Argentina y del Reino Unido.
Luis Vernet tomó 50 colonos con sus familias y gauchos, sumó al capitán británico Matthew Brisbane y se dirigió al archipiélago en el bergantín Betsy. El 10 de junio de 1829 se estableció oficialmente en la Isla Soledad y fue nombrado Primer Comandante Político Militar en las Islas Malvinas.
Bajo el pabellón argentino, se comprometió a hacer cumplir la legislación argentina, cuidar sus costas y los reglamentos de pesca vigentes, construyó un fuerte y se proveyó de algunos cañones para defensa del lugar. El anuncio siguió a su petición al Gobierno de Buenos Aires para proporcionar un buque de guerra para vigilar el acuerdo. Esa solicitud fue rechazada y en su lugar se le dio Vernet la autoridad para actuar por sus propios medios. Antes del nombramiento, Vernet en algunas ocasiones había ido a defender sus privilegios ante varias naves extranjeras que pescaban en su zona y se encontró que carecía de facultades al respecto. Esto llevó a que solicitase el cargo de comandante. Los terrenos, concedidos por un decreto, estaba en su mayoría de la isla Soledad, exceptuando los que habían sido concedidos a Pacheco.
La designación de Vernet la realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, con el asesoramiento del jurista Salvador María del Carril.
Martín Rodríguez designó a Vernet no solo comandante de las Malvinas, sino también de las islas adyacentes al Cabo de Hornos en el océano Atlántico, «teniendo en cuenta las condiciones que reúne», incluyendo la isla Grande de Tierra del Fuego. Esto asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas.
El decreto fue publicado en varios medios de prensa del extranjero, entre ellos Reino Unido y Estados Unidos. Al año siguiente Vernet hizo circular entre los barcos pesqueros ocupados en la Patagonia, una notificación en inglés y español con copia del referido decreto. El gobierno de Martín Rodríguez se convirtió en el primer gobierno en nombrar una autoridad para las Malvinas desde la Independencia de Argentina.15 Cabe destacar que la Comandancia de las Malvinas no era una entidad diferente, sino una parte de la provincia de Buenos Aires.
Incidente diplomático con Estados Unidos
Paralelamente, en Gran Bretaña algunos grupos empresariales habían comenzado a interesarse por las Malvinas. Por ejemplo, en julio de 1829 un financista de apellido Beckington envió una carta al primer ministro británico en la que solicitaba al gobierno de Su Majestad que se apoderara de las Islas Malvinas.
Con la excusa del nombramiento de Vernet, el gobierno de Su Majestad reaccionó, y elevó una protesta al ministro de relaciones exteriores Tomás Guido el 19 de noviembre de 1831. En la carta, Inglaterra argumentaba que la evacuación de 1774 no había invalidado sus derechos, que —sostenía— Buenos Aires había ignorado.
Debido a la constante depredación de las colonias de focas, una de las primeras leyes de Vernet fue prohibir la caza de estos animales, poco tiempo después tres pesqueros estadounidenses, el Harriet, el Breakwater y el Superior fueron apresados por las autoridades argentinas en las islas, acusados de contravenir dicha normativa.
Los dos últimos barcos fueron liberados, pero el Harriet fue enviado a Buenos Aires junto con los documentos probatorios necesarios para el debido juicio. El mismo Luis Vernet y su familia acompañaron el envío, que arribó a Buenos Aires el 19 de noviembre de 1831. El cónsul de los Estados Unidos, George W. Slacum, presentó una queja al gobierno argentino por la captura y detención de los barcos norteamericanos, calificando las acciones de las autoridades rioplatenses como actos de piratería, argumentando el derecho del pueblo estadounidense de pescar donde le diera gana, y desconociendo pactos preexistentes entre naciones europeas por el control exclusivo de la pesca en el Atlántico Sur.
Gran parte de los estudiosos asocian la rápida escalada de las hostilidades a la impericia, falta de tacto y obstinada agresividad del representante estadounidense y luego de un breve intercambio de oficios en el que el ministro de relaciones exteriores, Tomás de Anchorena le respondió al cónsul que el asunto estaba bajo investigación, y que no reconocía la facultad del enviado norteamericano para tratar asuntos de esta naturaleza.
Slacum decidió tomar cartas en el asunto: informó al gobierno argentino que si el Harriet y su capitán no eran liberados inmediatamente, ordenaría a la corbeta estadounidense USS Lexington (fondeada a la sazón en el puerto de Buenos Aires) abordar las instalaciones argentinas en las Islas Malvinas y por su parte, el capitán de este buque, Silas Duncan, saltándose los canales diplomáticos habituales, instó a la "rendición inmediata de Vernet para [que fuera] enjuiciado como ladrón y pirata".
Ataque a Puerto Soledad
En vista de la situación, Inglaterra buscó influir sobre Slacum al asegurarle que la Argentina no tenía derechos sobre el archipiélago, a cuya soberanía Gran Bretaña "no había renunciado". Esto daba a la postura estadounidense una excusa de tono legal: el cónsul se negó entonces a aceptar la validez del nombramiento de Vernet, lo que precipitó los acontecimientos.
Enarbolando bandera francesa, la Lexington arribó a Puerto Soledad el 28 de diciembre de 1831. Desembarcó un grupo de soldados que destruyó el asentamiento, las fortificaciones y defensas de artillería, tomando prisioneros a la mayoría de sus ocupantes. Como última medida previa a abandonar las islas, Duncan las declaró unilateral e inconsultamente res nullius.
Al momento del ataque, la colonia de Puerto Soledad contaba con unos 124 habitantes: 30 negros, 34 porteños, 28 rioplatenses angloparlantes y 7 alemanes, a los que se le sumaba una guarnición de aproximadamente 25 hombres una vez expulsadas sus autoridades, el archipiélago quedó en un estado de anarquía: los presos del penal deambulaban libremente, y los piratas atracaban impunemente en sus fondeaderos.
El 8 de febrero del año siguiente el buque estadounidense arribó al puerto de Montevideo con algunos de los prisioneros engrillados. Todos fueron liberados allí mismo y el presidente norteamericano Andrew Jackson alabó al Capitán Duncan por sus acciones y Levi Woodbury, el Secretario de la Armada estadounidense le escribió a Duncan: “… el Presidente de los Estados Unidos aprueba el curso que usted siguió, y se encuentra muy satisfecho con la prontitud, la firmeza y la eficiencia de sus medidas”.
La noticia de la actuación de Duncan produjo indignación en el gobierno de Buenos Aires: se negó a mantener cualquier tipo de contacto con Slacum, y exigió a los Estados Unidos su reemplazo inmediato, sin embargo, la postura de Washington era inamovible. El presidente Andrew Jackson, en mensaje anual al Congreso, calificó la captura argentina del Harriet como piratería, e instó a preparar una expedición naval a fin de proteger los intereses estadounidenses en el Atlántico Sur.
Mientras tanto llegó a Buenos Aires el reemplazante de Slacum, Francis Baylies, con idéntica agenda y estilo que su predecesor y entró rápidamente en un callejón sin salida al tratar que el ministro Manuel Vicente de Maza admitiera que el gobernador Vernet era un pirata.
En consonancia con el anterior cónsul, Baylies también pretendía desconocer la preexistencia del nombramiento de Vernet, aunque en una carta privada al secretario de Estado Edward Livingston la admite de plano y asimismo el nuevo representante de los Estados Unidos comunicó a Henry Fox, su flamante par británico, que Washington estaba dispuesto a reconocer la soberanía británica a cambio del otorgamiento de derechos de libre pesca en las aguas inmediatas. Al poco tiempo se conminó a Baylies a abandonar el Río de la Plata esta torpe gestión estadounidense llevó a la ruptura completa de las relaciones diplomáticas entre Buenos Aires y Washington durante un período de once años.
El 10 de septiembre de 1832, y con el objeto de reconstruir la colonia penal para restablecer el orden, el gobierno argentino nombró como nuevo gobernador interino de las Malvinas al sargento mayor de artillería Esteban Mestivier.
El militar se hizo cargo del gobierno de las islas el 15 de noviembre de 1832, tras arribar a bordo de la goleta Sarandí junto con una guarnición de 25 soldados. Acto seguido, la nave emprendió un viaje de patrullaje por las costas y mares del archipiélago, capitaneada por el teniente coronel de Marina José María Pinedo.En diciembre estalló una sublevación que culminó con el asesinato de Mestivier a manos de los rebeldes, y que fue controlada por Pinedo al regresar a Puerto Soledad. Estos trágicos hechos fueron interpretados por Baylies como desencadenantes de condiciones propicias para que Gran Bretaña ejerciera una acción firme a fin de obtener el control efectivo de las islas y en efecto, las defensas argentinas de Puerto Soledad habían sido inutilizadas, el archipiélago se hallaba en medio de un caos administrativo y sólo estaba defendido por una goleta y su escasa dotación.
La Patagonia bajo la jurisdicción teórica del Virreinato del Río de la Plata, con los poblados fundados en sus costas.
Solicitud para cazar lobos marinos en Malvinas, efectuada por capitán Enrique Libanus Jones y otorgada por las autoridades de Buenos Aires (30 de enero de 1813).
Carta de José de San Martín de 1816, donde preguntó al Gobernador de la provincia de San Juan sobre los prisioneros de las Islas Malvinas para el Cruce de los Andes.
Hacia 1820 la caza ilegal de cetáceos en los mares insulares de las Provincias Unidas había alcanzado proporciones depredatorias y amenazaba la preservación del recurso. Grabado de A Collection of Voyages Round the World..., recuento de los viajes de James Cook (circa 1790).
Nombramiento de Jewett hecho por las Provincias Unidas.
David Jewett era coronel del ejército al servicio de la Marina Nacional Argentina, tal como figura en los archivos de su nombramiento por parte de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, actual Argentina, en 1820, este documento esta registrado en el Archivo General de la Nación Argentina
Nota publicada en el El Redactor de Cádiz con declaraciones de David Jewett publicadas por el diario español en agosto de 1821.
Nota publicada en la Gaceta de Madrid sobre la Toma de posesión argentina de Malvinas, esta noticia fue tomada de los Estados Unidos de la publicación por la Salem Gazette (Gazeta de Salem) del 12 de junio de 1821
Unos días más tarde, y sin más instrucciones por cumplir, también Onslow abandonó el archipiélago el 14 de enero rumbo a la costa del Brasil dejando una mínima guarnición, a cargo de un teniente de apellido Lowe, junto con los pocos colonos argentinos al mando de Simon. El 3 de marzo Brisbane se hizo cargo de las islas, como administrador interino del asentamiento. Onslow no tomó medidas con respecto a la administración de las islas, aunque le dio al almacenero de la colonia (Dickson, de origen irlandés, y asesinado posteriormente) una bandera británica y 25 brazas de cuerda para izarla todos los domingos y ante la llegada de algún barco. Onslow quedó al frente del escuadrón del Atlántico Sur hasta el 17 de junio. La poca población quedó en el mayor desamparo y anarquía. El HMS Tyne, de 28 cañones, pasó brevemente por Puerto Soledad días después de la partida de la Clio, el 15 de enero.El 9 de enero de 1834, el HMS Challenger llevó a las islas al primer gobernador inglés, Henry Smith, un oficial de la Armada.
Al volver al Río de la Plata, la Sarandí fue observada por los estadounidenses, mientras el USS Lexington se preparaba para zarpar a las Malvinas para proteger los intereses estadounidenses.
Henry Smith centró sus esfuerzos en restaurar el establecimiento de Port Louis, al que renombró Anson's Harbour. Fue sucedido por los tenientes Robert Lowcay en abril de 1838 y John Tyssen en diciembre de ese mismo año. Estas autoridades negaron a Vernet sus reiteradas solicitudes para volver a asentarse en las instalaciones de las que era dueño, con el argumento de que se trataba de un "intruso". Finalmente, tras una visita a Londres, obtuvo una escasa compensación monetaria por la pérdida de sus caballos, pero se le negó una ampliación de la indemnización por los demás daños.
Protestas diplomáticas argentinas
Inmediatamente luego de la invasión británica se estableció entre ambas naciones un patrón de argumentaciones diplomáticas que se extendería casi sin variaciones hasta el siglo XXI. El 17 de junio de 1833 Manuel Moreno, enviado argentino ante el gobierno del Reino Unido, presentó la protesta formal en un largo documento escrito en inglés y en francés. La Protesta, como generalmente se conoce al texto, repetía en su substancia los fundamentos ya enunciados en el decreto de nombramiento de Vernet: dado que la innegable soberanía española sobre las islas había cesado debido a la independencia de sus territorios en América, las Provincias Unidas del Río de la Plata, como nueva nación independiente y reconocida por Gran Bretaña y otros estados, la había sucedido en los derechos sobre la jurisdicción de los mares del sur. Gran Bretaña, por lo tanto, quedaba excluida del asunto, y no tenía derecho a reclamo alguno.
La respuesta británica llegó seis meses más tarde, pero el gobierno argentino calificó la respuesta de Palmerston como insatisfactoria, por lo que Moreno volvió a protestar el 29 de diciembre, sin obtener respuesta del Foreign Office.
La política exterior de Juan Manuel de Rosas, en aquellos años a cargo del poder ejecutivo, era proclive a restaurar relaciones de amistad. En 1838 Moreno fue despachado nuevamente a Londres con el fin de tantear los ánimos sobre la eventual e hipotética posibilidad de ceder los derechos argentinos sobre las Malvinas con la condición de que la deuda remanente del préstamo de la Baring Brothers de 1824 fuera cancelada por el gobierno británico. La gestión tuvo resultado negativo. Asimismo, y a pesar de la oficial interrupción de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, recurrió en 1839 al ministro plenipotenciario en Washington, Carlos María de Alvear, quien mantuvo una entrevista de carácter especial con el secretario de Estado John Forsyth: el gobierno norteamericano se mantenía ajeno a la cuestión de soberanía, limitándose a apoyar la actuación de la Lexington, pero "sin que ello hubiera tenido la menor intención ni el deseo de hacer el más mínimo ultraje al gobierno ni a la Nación Argentina".
Nuevo poblamiento
En 1839 un mercader británico llamado G. T. Whittington fundó la Falkland Islands Commercial Fishery and Agricultural Association y comenzó a ejercer presión sobre el gobierno de Su Majestad a fin de obtener permisos de explotación en las islas. Presentó ante las autoridades inglesas una petición firmada por un centenar de comerciantes londinenses, en la que demandaba que se discutiera en forma pública el futuro económico del archipiélago. En abril de 1840 escribió al secretario colonial, lord Rusell, proponiendo a su compañía como pionera de una eventual colonia. En octubre de ese año, sin que tuviera noticias del gobierno sobre el estado de su petición, Whittington despachó a su hermano con dos barcos que llevaban colonos y materiales. Arribaron a Puerto Luis en enero del año siguiente. J. B. Whittington exigió que se le otorgaran las tierras que su hermano alegaba haber comprado de Vernet. Tyssen, por entonces la máxima autoridad, respondió que no había recibido instrucciones de Londres sobre el particular, pero no pudo impedir que los pioneros se asentaran. Whittington lo hizo en Puerto Luis, donde construyó una casa de nueve habitaciones y estableció un saladero de pescado en el mismo lugar donde Vernet había instalado el suyo.
En octubre de 1841 arribó el primer gobernador de las islas, el teniente Richard Clement Moody, a bordo de la HMS Hebe. Viajaban con él doce mineros y sus familias, dispuestos a asentarse en Malvinas; la colonia de Anson's Harbour contaba ya con unas cincuenta personas.
Un año después lord Edward Smith Stanley, secretario colonial de Estado, instruyó a Moody para que investigara el potencial del área del actual Puerto Williams como lugar de asentamiento humano. El gobernador asignó la tarea al capitán James Clark Ross, líder de la famosa expedición antártica. En 1843 Ross elevó un informe en el que sostenía que, en efecto, Puerto Williams podría funcionar como base para naves de gran calado, y que las costas desde el actual Puerto Jackson hacia el sur eran adecuadas para la construcción de caseríos, debido a su ubicación protegida de los vientos, disponibilidad de agua dulce y abundancia de turba.
Los trabajos comenzaron en julio de 1843; el 18 de ese mes el gobernador Moody bautizó el poblado como Puerto Stanley. En 1845 se establecieron los principales órganos de gobierno colonial: el Consejo Legislativo y el Consejo Ejecutivo; tres años después se asignaron los cargos administrativos correspondientes. Para 1846 ya estaban construidas unas treinta casas prefabricadas de madera para 164 residentes, junto con una carpintería y una herrería.
La mayoría de los colonos se trasladaron al nuevo puerto, que creció rápidamente hasta alcanzar los 200 habitantes en 1849. Ese mismo año arribaron treinta familias para distribuirse entre la guarnición permanente y el destacamento policial. Reemplazaron a los mineros y zapadores que habían servido como fuerzas de orden desde 1842 a 1849. A fines de ampliar el cuerpo de policía, en 1857 se reclutaron varios civiles, y al año siguiente la guarnición fue reforzada con un grupo de 35 marines, formando la Falkland Islands Garrison Company, que continuó expandiéndose con sucesivos envíos de personal desde la metrópoli.
Incidente con Estados Unidos
En 1853, el gobernador del archipiélago se quejó a sus superiores por la continua depredación cometida por los barcos balleneros y foqueros —especialmente estadounidenses— en las inmediaciones de las islas. El gobierno británico advirtió al norteamericano que no toleraría un comportamiento semejante, y envió fuerzas navales a las islas para asegurar un control efectivo. En mayo de 1854, en un confuso episodio, el buque de guerra británico HMS Express capturó a dos balleneros, acusándolos de la matanza de cerdos y focas de los criaderos del gobierno de las islas.
El comandante estadounidense William F. Lynch, al mando de la corbeta USS Germantown, que se hallaba fondeada en Puerto Stanley, presionó para que se liberara a los buques y tripulaciones apresadas, amenazando con oponer lucha armada. Según una versión de los hechos, Lynch argumentó que los ingleses no tenían derecho a fiscalizar las aguas malvinenses pues preexistía un reclamo argentino.
Las autoridades británicas accedieron a negociar, aunque de todas formas los capitanes de los balleneros acusados fueron juzgados y multados por su accionar. Los Estados Unidos protestaron en favor de su derecho "adquirido" a pescar en aquellas aguas. En el texto del reclamo, William L. Marcy, entonces secretario de Estado norteamericano, dudó públicamente de la legalidad de la soberanía inglesa al afirmar que su país no había "concedido" derechos a Gran Bretaña. La respuesta británica afirmaba que sus derechos no eran discutibles, y que se atribuía el garantizarlos mediante uso de la fuerza. El conflicto fue finalmente resuelto por la vía diplomática.
Continúa el crecimiento económico
En 1861 se emitió un acta de ampliación del alcance del plan de fomento agroganadero, que otorgaba a los colonos la habilitación para tareas de pastoreo durante un año en un lote indiviso de 2400 ha, con la condición de que construyeran viviendas y proveyeran un cierto número de cabezas de ganado. El terreno podía ser arrendado durante un plazo renovable de diez años. Esta legislación tuvo un profundo impacto en el modelado de la principal actividad económica de las islas hasta nuestros días
La colonización de la Isla Gran Malvina comenzó en 1867, y ya para 1869 la totalidad de su territorio había sido otorgado a ocho colonos, que arribaron con su ganado, caballos, herramientas, materiales de construcción, etc. Los gauchos rioplatenses fueron reemplazados por escoceses
Nuevos reclamos argentinos
Para 1884 ya habían pasado 35 años desde la última protesta argentina formal, y el tema de la soberanía solo había asumido un papel secundario en el ámbito bilateral.
La presidencia de Julio A. Roca vigorizó la acción diplomática, buscando dirimir la cuestión por intermedio de un arbitraje. El ministro de relaciones exteriores, Francisco J. Ortiz informó el 30 de mayo al representante de la corona en Buenos Aires que su gobierno intentaba recurrir a un laudo internacional para zanjar el asunto, mecanismo que Gran Bretaña había fomentado asiduamente en el pasado reciente y que, según esperaban las autoridades argentinas, no dudaría en aplicar en este caso. El gobierno del Reino Unido respondió con una rotunda negativa.
El 15 de diciembre de 1884 el Instituto Geográfico Militar publicó un mapa de la República Argentina que incluía a las Malvinas, lo que provocó preocupación en la embajada del Reino Unido en Buenos Aires. Ante la firme inquisitoria del cónsul Edmund Monson sobre la oficialidad del mapa, la cancillería argentina respondió con evasivas y declaraciones de amistad, lo que fue sumariamente contestado por Monson con una protesta formal, efectivizada el 31 de diciembre.
La invitación a un arbitraje fue repetida al año siguiente, adjuntando una protesta formal en el mismo trámite. Durante los tres años siguientes le sucedió un intenso intercambio de correspondencia diplomática, en el que invariablemente Gran Bretaña se limitaba a calificar el asunto como "cerrado", a lo cual Argentina respondía reiterando los argumentos jurídicos expuestos.
Ya durante la presidencia de Miguel Juárez Celman, el ministro de relaciones exteriores Norberto Quirno Costa presentó una nueva carta de protesta al enviado británico en la que repetía la posición argentina:
(...) hoy, como antes, el gobierno argentino mantiene su protesta respecto a la ilegítima ocupación de las Islas Malvinas, que no abandona ni abandonará jamás sus derechos a esos territorios y que en todo tiempo, hasta que le sea hecho justicia, los considerará parte integrante, en la prioridad del descubrimiento, de la ocupación, de la posesión iniciada y ejercida en el reconocimiento tácito y explícito y en la adquisición por tratado de estos últimos que pertenecían a la España.
El representante británico, respondió diciendo que los derechos de la corona no eran discutibles. El intercambio epistolar continuó durante el mes de abril, en el que Argentina calificaba el proceder británico como "despojo" e insistía con su propuesta de arbitraje, pese a lo cual no consiguió ninguna respuesta favorable. Desde 1888 y hasta al menos 1913, la publicación de mapas oficiales argentinos que incluían a las islas Malvinas como parte del territorio nacional siguió inquietando a las autoridades británicas, pese a lo cual no hubo ninguna reacción oficial al respecto. Durante todo este período el tema de la soberanía volvió a pasar al segundo plano de la agenda bilateral.
Juan Ramón Balcarce fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires por segunda vez por la legislatura, el 12 de diciembre de 1832 y el 17 de diciembre el saliente gobernador provincial, Rosas, le entregó el mando apenas comenzaba el año siguiente el 2 de enero de 1833 el capitán británico Onslow a cargo de la HMS Clio desconoció la soberanía argentina sobre las islas y obligo a las autoridades argentinas a abandonar las islas en e término de 24 horas.
Lord Palmerston
El ministro de relaciones exteriores británico fue entre 1930 y 1841 lord Palmerston y era de una política militar activa de intervención militar entonces ante esa política exterior contesto por carta que el gobierno británico reiteraba la no extinción de los derechos anglosajones sobre las islas, fundamentados en el restablecimiento del asentamiento de Port Egmont en 1771. Alegaba que el posterior abandono de la base se había debido a cuestiones "de austeridad" y no de renunciamiento, como "atestiguaba" la placa de plomo oportunamente fijada por los marinos ingleses al retirarse. El gobierno argentino calificó la respuesta de Palmerston como insatisfactoria, por lo que Moreno volvió a protestar el 29 de diciembre, sin obtener respuesta del Foreign Office.
Richard Moody
Richard Moody fue nombrado en 1841 teniente de gobernador de las Islas Malvinas, en litigio con Argentina. Moody escribió un informe sobre las islas que le valió un poco de atención y en 1843 fue nombrado gobernador y comandante en jefe de las islas. En 1843 decidió trasladar la capital de las islas desde Puerto Soledad al caserío de Port Jackson, denominándola Port Stanley. El cambio se realizó pues se consideraba que la bahía de Stanley tenía una mayor profundidad de anclaje para los buques. Para ello, Moody había decidido reclutar al capitán James Clark Ross y a Francis Moria Crozier para encontrar el sitio indicado.
El asentamiento fue comenzado a construir por los británicos en 1843, pasando a ser capital administrativa en 1845. Ese mismo año, se comenzó con la construcción de la casa del gobernador, abriendo en 1847.El nombro la nueva capital Port Stanley en conmemoración de Lord Stanley que tenia el importante puesto en el gobierno ingles como Secretario de Estado para la Guerra y las Colonias.
Norberto Quirno Costa
Norberto Quirno Costa como ministro de relaciones exteriores del presidente Juarez Célman presentó el 20 de enero de 1888 presentó una nueva nota de protesta dirigida al encargado de negocios británico en Buenos Aires, acerca de la disputa de soberanía de las islas Malvinas. El representante británico, respondió diciendo que los derechos de la corona no eran discutibles. El intercambio epistolar continuó durante el mes de abril, en el que Argentina calificaba el proceder británico como "despojo" e insistía con su propuesta de arbitraje, pese a lo cual no consiguió ninguna respuesta favorable.
Acciones expansionistas
El 21 de julio de 1908 la corona británica emitió una Carta Patente que unilateralmente anexaba las islas Georgias, las Orcadas, las Shetland, las Sandwich y la Tierra de Graham a la colonia de las islas Malvinas.
El documento incluía entre las pretensiones territoriales de la corona a parte de la Patagonia (la totalidad de Tierra del Fuego, parte de la provincia argentina de Santa Cruz y de la región chilena de Magallanes.
El gobierno británico nunca intentó explicar este grueso error, que no fue enmendado en los papeles sino hasta nueve años después, el 28 de marzo de 1917, por una nueva Carta Patente Real que rectificó a la anterior. La mayoría de los estudiosos ve en ello un solapado intento de expandir aún más las fronteras del imperio a costa de las naciones sudamericanas. Sorpresivamente, no hubo respuesta de los gobiernos argentino ni chileno ante esa absurda pretensión. Por ejemplo, el canciller (y futuro presidente de la Argentina) Victorino de la Plaza supuestamente se limitó a requerir a los ingleses información del nuevo trazado y sólo habría dado un acuse de recibo. Esta afirmación ha sido relativizada: no existe copia del documento en los archivos argentinos; los británicos sostienen que conservan la suya, aunque no ha sido hecha pública hasta el presente.
Varios investigadores coinciden en resaltar la indolencia de las autoridades argentinas ante los avances británicos de este período no sólo sobre los archipiélagos, sino sobre territorios continentales sobre los que Argentina ejercía plena y pacífica soberanía.
En 1908 el embajador italiano en Buenos Aires informó a la cancillería que la Convención Postal de Roma había incluido a las Malvinas entre las colonias británicas, lo que provocó una airada protesta argentina, que fue cursada hacia el gobierno de Italia. Debido a que el canciller Victorino de la Plaza no extendió dicho reclamo a Gran Bretaña, los ingleses desconocen la actuación de 1908, y argumentan que durante 40 años (entre 1888 y 1928) Argentina no elevó protestas formales por la situación del archipiélago.
Giro en la argumentación británica
En 1910 la Argentina cumplió cien años de vida, en un contexto de gran prosperidad económica. El país obtenía influencia creciente en los organismos internacionales, en donde era visto con respeto debido a su éxito político y financiero. El continuo aumento del protagonismo argentino en dichos foros repercutía directamente en la fuerza de sus argumentos jurídicos e históricos respecto al tema de Malvinas, y en una capacidad mayor para ejercer presión a fin de lograr la satisfacción de sus reclamos. Esto comenzó a gestar una incomodidad manifiesta en vastos sectores de la política anglosajona, que empezaron a expresar dudas acerca de la validez de las pretensiones británicas al archipiélago. Se temía que la invasión de 1833, ante los ojos del nuevo siglo que comenzaba, pudiera ser vista como injustificada y que los títulos derivados de la conquista militar no fueran ya valederos. Se percibía entonces la necesidad de un cambio de estrategia que diera un nuevo soporte a la aspiración territorial. Así, se buscó refugio en la tesis de que luego de casi cien años ininterrumpidos, el dominio de las islas se habría transformado desde una naturaleza de facto a una de jure; en otras palabras, se echó mano al concepto de "prescripción adquisitiva".
Desde 1910 hasta 1936 fueron emitidos por el Foreign Office nueve documentos de circulación reservada que sostenían la debilidad de los derechos británicos, finalmente, a fines de agosto de 1936, el embajador británico en Buenos Aires recibió un documento confidencial en el que Anthony Eden, ministro de relaciones exteriores de Gran Bretaña enunciaba los nuevos argumentos a esgrimir:
En última instancia, pues, el desequilibrio en la relación de fuerzas a favor del Reino Unido constituía el anclaje de una política colonial cuya legalidad estaba en duda.
Primera Guerra Mundial
Las islas jugaron un papel relativamente importante durante la Primera Guerra Mundial, gracias al establecimiento de una guarnición en las proximidades de Puerto Stanley, que fue visitada regularmente por naves de guerra de las Potencias Centrales. El 8 de diciembre de 1914 se libró una batalla marítima en las costas occidentales del archipiélago, en la cual una flotilla británica muy superior en número y armamento, al mando del almirante Doveton Sturdee y originalmente atracada en Puerto Stanley, derrotó a una escuadra alemana comandada por el almirante Maximilian von Spee, logrando una decisiva victoria que tuvo como efecto la eliminación del poder naval germano en el hemisferio sur. Este episodio pasó a la historia como la Batalla de las Islas Malvinas
La batalla de las islas Malvinas fue un combate naval librado el 8 de diciembre de 1914, a principios de la Primera Guerra Mundial, entre la escuadra alemana victoriosa en la anterior batalla de Coronel, frente a las costas de Chile, y una escuadra británica fondeada en Puerto Stanley, (también conocido como Puerto Argentino) en las islas Malvinas. El combate terminó con victoria británica y, destruida la flota alemana y muerto su mejor comandante: el conde Maximilian von Spee, el resultado decantó la campaña de ultramar del lado de los Aliados.
Las consecuencias del enfrentamiento evidenciaron el gran valor estratégico de las islas para el control de la ruta entre al Atlántico y el Pacífico a través del extremo sur del continente.
(...) cumple a esta Cancillería manifestar que si bien es exacto que desde 1833 esas islas han estado bajo ocupación británica, no lo es menos que desde esa fecha y en diversas oportunidades el Gobierno Argentino ha protestado por dicha ocupación y por el acto originario que la determinó.
En 1933 el correo británico emitió una serie de estampillas conmemorativas de la invasión de un siglo antes. El gobierno argentino reaccionó con dureza, e instruyó a los funcionarios del Correo Argentino para que consideraran a toda correspondencia que arribara al país con las citadas estampillas como "carente de franqueo", por lo que su destinatario pagaría, en consecuencia, la multa establecida por la ley ordinaria.
Ante esta reacción, el gobierno de Su Majestad se limitó a a hacer una presentación ante la Unión Postal Universal, en la que sostenía que el gobierno argentino violaba las convenciones de la organización, puesto que las islas se hallaban bajo administración británica. No hubo ninguna otra reacción pública, aunque en privado el Foreign Office recriminó a la administración colonial por su imprudente proceder, exigiendo ser informado antes de cualquier otro accionar concerniente al servicio postal de las Malvinas.
Conmemoración británica de la ocupación
Para conmemorar el centenario de la ocupación de las Malvinas, en 1933 el Royal Mail (correo británico) emitió unas estampillas conmemorativas de las islas, en una de las cuales mostraba un mapa de las islas con sus nombres ingleses. Ante esta situación el Correo Argentino reaccionó duramente y decidió, luego de consultar con los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior, declarar que "toda correspondencia que llegase al país ostentando tales estampillas, sería considerada como carente de franqueo, y su destinatario pagaría, en consecuencia, la multa establecida por las disposiciones legales vigentes". Un funcionario del Foreign Office informó que el asunto de las estampillas había generado "un considerable e infortunado comentario en Argentina, que considera el hecho como un acto provocativo y que no puede ser ignorado". Desde la Oficina Postal General de Gran Bretaña, la respuesta a las acciones argentinas se limitó a una presentación ante la Unión Postal Universal. En ella se sostenía que las Islas Falkland se hallaban bajo administración de ese país y que la acción del gobierno argentino era una ruptura en la convención.
Públicamente, la actitud del gobierno británico fue la de ignorar las protestas: "es mejor dejar pasar esto sin protestar en ningún ámbito, dado que los casos de no reconocimiento [del franqueo] no parecen ser numerosos". Sin embargo internamente, el asunto tuvo consecuencias intradepartamentales. El Foreign Office se enojó con el Colonial Office y con el gobernador de las islas, dado que, según el primero, el asunto habría podido evitarse si se lo hubiera consultado antes de emitir los sellos. De ahora en adelante, los funcionarios del Foreign Office solicitaron ser informados con anticipación sobre cualquier plan de emisión de estampillas relacionado con las Falkland y, en consecuencia, con la Argentina. Gran Bretaña no volvería a emitir estampillas con el mapa de las islas hasta 1977.
Respuesta Argentina a las estampillas de 1933
En esta disputa filatélica con el reino unido fue continuado por la Argentina en 1936, bajo la presidencia de Agustín P. Justo, la Dirección de Correos emitió sellos postales donde las Islas Malvinas figuraban como parte del territorio nacional.
Ello puso en movimiento a la administración británica. El Colonial Office pidió instrucciones al Foreign Office. Los británicos optaron por no confrontar públicamente con el gobierno argentino y tomaron un curso indirecto, una protesta informal a través de una charla amistosa. Así, miembros de la embajada en Buenos Aires se entrevistaron con el subsecretario de Estado argentino, Ibarra García. Sin embargo, el asunto tomó estado público cuando en febrero de 1936, el parlamentario lord Apsley interrogó ante los Comunes al secretario de Estado para asuntos extranjeros sobre qué pasos había dado el gobierno británico para objetar las estampillas que mostraban a las Falkland como "propiedad argentina". Para elaborar una respuesta, el Foreign Office solicitó un informe al asesor legal del Ministerio, G. H. Fitzmaurice, quien con fecha 6 de febrero presentó un memorándum ante el parlamento británico. El asunto tomó estado público en la Cámara de los Comunes, cuando en medio de un debate el parlamentario lord Apsley inquirió al subsecretario de Asuntos Extranjeros, Anthony Eden, sobre la situación. La respuesta de Eden fue:
El gobierno de Su Majestad no puede admitir tal reclamo a las Islas, que son territorio británico (...) pero se ha instruido al embajador de Su Majestad en Buenos Aires que llame una vez más la atención del gobierno argentino al hecho de que nada provechoso se puede conseguir con acciones tales como la emisión de la estampilla en cuestión, que sólo puede ser perjudicial para las buenas relaciones entre los dos países.
Como consecuencia del discurso parlamentario, la Dirección General de Correos de la Argentina informó en una réplica del gobierno argentino, encabezado por Agustín P. Justo en una nota del 22 de abril de 1936 que no estaba en sus planes retirar de circulación las controvertidas estampillas, pues, de hacerlo, podría generar la equivocada creencia de que el país había abandonado sus reclamos por las Malvinas. Al año siguiente, las estampillas fueron reeditadas. A pesar de que algunos sectores de la política interna inglesa pretendían una reacción más fuerte de su gobierno, primó el criterio del Foreign Office de evitar darle mayor atención al tema, por precaución ante una eventual reacción argentina. Inglaterra no volvería a imprimir estampillas con la temática malvinense sino hasta 1977.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial produjo una mayor flexibilización de la hasta entonces adamantina postura británica. El gobierno argentino intentó aprovechar esta coyuntura en las asambleas internacionales, en las que denunció reiteradamente la ocupación anglosajona. Estados Unidos intentaba concertar una política hemisférica común, que Argentina vio como una oportunidad para encolumnar al bloque americano tras su postura reivindicativa; en la Primera Reunión de Consulta de cancilleres americanos emitió una proclama en la que afirmaba:
(...) dentro de las aguas adyacentes al continente americano, en la extensión territorial de costas correspondientes a la República Argentina en la zona que delimita como libre de todo acto hostil no reconoce la existencia de colonias o posesiones de países europeos [y agrega] que especialmente reserva y mantiene intactos los legítimos títulos y derechos de la República Argentina a islas como las Malvinas, como así a cualquier otras tierras argentinas que resultaren ubicadas dentro o más allá de la línea.
En la Segunda Reunión, en junio de 1940, Argentina reiteró su exigencia. En ese año el Foreign Office redactó un documento titulado "Proposed offer by His Majesty's Government to reunite Falkland Islands with Argentina and acceptance of lease", en el que planteaba la posibilidad de llegar a un acuerdo de dominio compartido. Lamentablemente los detalles permanecen en la oscuridad.
Durante la semana siguiente al 13 de diciembre de 1939 las islas tuvieron un pequeño rol en la guerra cuando una escuadra de tres cruceros británicos comandada por el comodoro Henry Hardwood enfrentó al acorazado de bolsillo alemán Admiral Graf von Spee a cargo del almirante Hans Langsdorff, en la que después sería llamada Batalla del Río de la Plata. El único refuerzo británico en el sector, el HMS Cumberland, que se encontraba aprovisionándose en las islas, debió partir a toda marcha en un viaje de día y medio de duración a fin de unirse a las fuerzas de ataque. A las pocas horas de lucha el crucero pesado HMS Exeter, tremendamente dañado, debió dirigirse a las Malvinas para ser reparado de emergencia.
Naciones Unidas: primera etapa
Después de finalizada la guerra, la preponderancia de Gran Bretaña como potencia central menguó notablemente, lo que derivó en una lenta escalada de la conflictividad por el tema de la soberanía, a medida que los lazos económicos entre ambos países se iban debilitando y crecía la independencia mutua.
El Reino Unido diseñó la bandera colonial de las Islas Malvinas en 1948, siguiendo la enseña azul tradicionalmente aplicada a sus símbolos coloniales.
A partir de la creación de la ONU y hasta 1965 los esfuerzos diplomáticos argentinos estuvieron centrados en el ámbito de esa institución internacional, aunque en el medio exclusivamente uni- y bilateral sucedieron algunos hechos de importancia:
(...) actos o medidas totalmente ineficaces, dado su carácter de documento unilateral inofensivo, huérfano hasta de un repudio por parte del Ejecutivo Argentino. Las islas Malvinas, así como las tierras que se encuentran en nuestro sector antártico son argentinas, al igual que las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur.
Incidentes en territorios dependientes
A fines de 1947 una escuadra de la Armada Argentina inició maniobras en las aguas próximas a Malvinas, que incluyeron desembarcos de personal y equipamiento en varias islas del Atlántico Sur. El Reino Unido contaba en las cercanías con la fragata HMS Snipe, a la cual se agregó como respaldo el crucero HMS Nigeria. Luego de algunas fricciones menores, las fuerzas argentinas se retiraron. El gobierno inglés decidió mantener en el área a los navíos mencionados, los cuales fueron desafectados dos años después.
En 1952 la Argentina anunció sus planes para la ocupación efectiva de los territorios que reclamaba como propios, lo que devino en una serie de incidentes menores en Bahía Esperanza, en la Antártida. La respuesta británica fue destacar en la zona al crucero HMS Superb y otorgar al comandante de operaciones una autorización para emplear la fuerza.
Al año siguiente se produjo un desembarco argentino en la Isla Decepción, perteneciente a las Shetland del Sur. Los británicos enviaron nuevamente al HMS Snipe para forzar la retirada argentina.
Para fines de 1953 la tensión en la zona de Bahía Esperanza había ya desaparecido, pero poco después el punto de conflicto se trasladó a la isla Dundee, donde la debilidad de la capacidad británica de respuesta se hizo evidente. Las maniobras por parte de ambos países se limitaron sin embargo a acciones meramente simbólicas.
En ese mismo año Perón envió a la ceremonia de coronación de la reina Isabel II al presidente provisional del senado, el contraalmirante Alberto Tesaire, con el fin de ofrecer al gobierno británico que el archipiélago pasara a manos argentinas a través de una operación privada de transferencia de fondos. El Foreign Office declinó la propuesta, pues temía que una eventual reacción de la oposición debilitara al primer ministro Winston Churchill.
En septiembre de 1964 un piloto civil argentino, Miguel Fitzgerald, aterrizó con una avioneta en la pista del hipódromo de Puerto Stanley, en la que desplegó una bandera argentina. Luego de presentar una nota de protesta y requerir infructuosamente una entrevista con el gobernador inglés, retornó al continente antes de que pudiera ser capturado por las fuerzas de seguridad locales. Esto provocó un airado reclamo del Reino Unido en la ONU, que fue rechazado tajantemente por el gobierno argentino que alegó no estar involucrado en el hecho. Como consecuencia, Londres decidió destacar en las Islas un contingente permanente de Royal Marines.
Dos años después y también en septiembre, un grupo nacionalista acompañado por periodistas del diario Crónica, en una acción armada a la que denominó "Operativo Cóndor", secuestró y desvió el vuelo 648 que se dirigía desde Buenos Aires a Río Gallegos, obligando al piloto a aterrizar en Malvinas, en donde desplegaron siete banderas argentinas y realizaron una proclama usando la radio del avión. El plan incluía tomar la residencia del gobernador y ocupar el arsenal, pero se vio frustrado porque la pesada aeronave se enterró en el barro de la pista del hipódromo y fue rápidamente rodeada por un centenar de ingleses, entre colonos y militares. Gracias a las gestiones del sacerdote católico de las islas los pasajeros de la aeronave —entre los cuales estaba el entonces gobernador de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur— fueron alojados en las casas de algunos kelpers mientras los secuestradores permanecieron en el fuselaje. Allí el párroco celebró una misa en español. Al día siguiente los jóvenes depusieron su actitud y entregaron las armas a la única autoridad que aceptaron reconocer: el comandante del avión, Ernesto Fernández García. Fueron capturados por las fuerzas de seguridad británicas y dos días después regresaron al continente a bordo del buque argentino ARA Bahía Buen Suceso. La mayoría purgó una condena efectiva de nueve meses; tres de ellos fueron encarcelados durante tres años debido a sus antecedentes políticos, considerados delictivos por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.[cita requerida] La actuación del grupo nacionalista produjo una ola de actos antibritánicos en la Argentina, que incluyó un tiroteo a la embajada inglesa en Buenos Aires, que no produjo víctimas. El gobierno argentino pidió disculpas a su par anglosajón por el atentado a la sede diplomática y aseguró que no estaba involucrado en el secuestro de la aeronave.192 Londres por su parte decidió incrementar su fuerza militar en las Islas: expandió el destacamento de Royal Marines desde seis integrantes a unos cuarenta, con lo que alcanzó el rango de pelotón.
El 27 de noviembre de 1968 Fitzgerald realizó otro vuelo al mando de un avión bimotor del diario Crónica, en el que viajaba el director del matutino y uno de sus periodistas. Esta vez no pudo aterrizar en la pista del hipódromo, pues estaba obstruida, y debió hacerlo en un camino, por lo que su aeronave sufrió algunos daños en la hélice. Los tres hombres fueron arrestados y declarados "inmigrantes ilegales". Luego de pasar 48 horas en un calabozo, fueron liberados en Río Gallegos.
El 14 de diciembre de 1960 se aprobó allí por 89 votos a favor, ninguno en contra y 9 abstenciones —casi todas de países colonialistas— la resolución 1514 (XV) «Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales». Este documento abrió las puertas a las negociaciones bilaterales entre la Argentina y el Reino Unido. En cuatro de sus puntos (2, 4, 6 y 7), el texto hacía referencia al nudo del problema: el respeto a la autodeterminación, a la unidad nacional y a la integridad territorial. Al año siguiente fue reafirmada por la resolución 1654 (XVI), que creaba el que tras la resolución 1810 fue llamado "Comité Especial de los Veinticuatro", encargado de efectuar el seguimiento del proceso descolonizador. En particular, el asunto de Malvinas recayó en la esfera del Subcomité III. Inmediatamente la Argentina anunció su posición frente a la declaración: «el principio de autodeterminación debía considerarse en justa relación a otros principios de mayor jerarquía, como el de la unidad territorial del Estado, por lo que no era aplicable a Malvinas, cuya población, británica en su origen, no es sino producto del desalojo violento de los residentes argentinos».
Recortes de noticias sobre la resolución en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur de Buenos Aires.
En 1964 el gobierno del presidente Arturo Umberto Illia se propuso conseguir a través de esta especial coyuntura que la presión de las Naciones Unidas obligara al Reino Unido a sentarse por vez primera a la mesa de negociaciones, anulando las pretensiones británicas de convalidar el statu quo mediante una interpretación parcial de la autodeterminación.
Al iniciarse la sesión en septiembre, las delegaciones de ambos países fueron autorizadas a participar del debate aunque sin derecho a voto. La tesis argentina fue presentada por el consejero legal del ministerio de relaciones exteriores, José María Ruda y la tesis británica, por Cecil King. El intercambio de argumentos fue encendido y la mayoría de los miembros se inclinó por la postura argentina; el apoyo de Latinoamérica, y de Uruguay y Venezuela en particular fue expreso y contundente. El Subcomité III redactó un informe con las conclusiones del debate, que contrariaban punto por punto los anhelos del Reino Unido:
El Subcomité III aprobó el informe por unanimidad y lo elevó al Comité Especial de los Veinticuatro. Allí se repitió la argumentación de la etapa previa: la estrategia argentina fue la de minimizar las discusiones para asegurarse el pasaje rápido a la siguiente etapa; el Reino Unido, por el contrario, intentó llevar la cuestión al plano bilateral para impedir que el tema siguiera tratándose en el marco de las Naciones Unidas. Una vez más triunfó la diplomacia argentina y los miembros del cuerpo aprobaron también por unanimidad las conclusiones del informe recibido.12 Siria presentó la propuesta accesoria de que la palabra "Malvinas" apareciese junto con "Falkland" en todos los documentos oficiales del organismo, lo cual fue aprobado por 19 votos a favor, el Reino Unido en contra y dos abstenciones. Luego se remitió el nuevo informe para su discusión en la IV Comisión de Asuntos Coloniales de la Asamblea General, donde se programó para ser tratado al año siguiente.9 En el ínterin, Estados Unidos ejerció presión para que las negociaciones salieran fuera de la órbita de la ONU.
Tras la aprobación del proyecto de resolución por 87 votos a favor y 13 abstenciones, el 16 de diciembre de 1965 la Asamblea General aprobó por 94 votos a favor, ninguno en contra y 14 abstenciones, la resolución 2065 (XX), basada en el informe de la IV Comisión. El texto invitaba formalmente a ambos gobiernos a mantener negociaciones sobre la soberanía siguiendo los puntos antedichos del informe del Subcomité II. Básicamente establece que las Islas Malvinas no pueden ser descolonizadas atendiendo el principio de autodeterminación, y pide a ambas partes que informen al Comité Especial de los Veinticuatro y a la Asamblea General del progreso en las conversaciones. A partir de ahora el Reino Unido estaría obligado a negociar y a efectuarlo en los términos planteados por la tesis argentina; en palabras de Lanús:
(...) la resolución 2065 (XX) de las Naciones Unidas consagra el gran triunfo de la diplomacia del gobierno del presidente Arturo H. Illia.
La resolución fue aceptada expresamente por ambos países. En enero de 1966, los Ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido y de la Argentina se reunieron en Buenos Aires y manifestaron su intención de mantener las negociaciones recomendadas por la Resolución 2065.
Luego de la resolución 2065
A partir de la aprobación de la resolución 2065 dio comienzo una nueva etapa en el diferendo, caracterizada por la reapertura de las negociaciones bilaterales. Además de la presión de las Naciones Unidas para dar término al anacronismo colonial, la continua declinación del Imperio Británico y una mengua acentuada en los recursos destinados a defensa exterior habían colocado a Malvinas como una carga molesta para la metrópoli. El relanzamiento del tema en la agenda binacional tuvo como primer paso la firma de la notificación suscrita conjuntamente por el canciller argentino Miguel Ángel Zavala Ortiz y el secretario de Estado de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Michael Stewart, el 14 de enero de 1966, en la que el Reino Unido aceptaba la validez de la resolución 2065 y accedía a iniciar negociaciones conjuntas.
A mediados de 1966, luego del golpe militar de Onganía, el encargado de negocios de la embajada argentina en Londres, Carlos Ortiz de Rozas y sus acompañantes —el embajador había renunciado con la caída del gobierno de Illia— fueron informados extraoficialmente durante un almuerzo que las islas terminarían por pasar a ser de soberanía argentina efectiva, y que sólo restaba encontrar el momento y las condiciones para efectuar el traspaso. Adicionalmente se recomendó a las autoridades argentinas el iniciar una política de seducción de los isleños, a fin de reducir la conflictividad del cambio por venir.
Con motivo del décimo aniversario de la resolución 1514, la Asamblea General aprobó el 12 de octubre de 1970 la resolución 2621 (XXV), por 86 votos a favor, 5 en contra (casi todos miembros del Commonwealth) y 15 abstenciones. El texto reafirmaba los principios expresados en aquella y urgía a los estados miembros a acelerar la descolonización
A partir de 1970 la agenda se concentró en el tema del tránsito y las comunicaciones de las Islas con el continente. Los británicos reconocieron el aislamiento excesivo del archipiélago: recibían noticias del mundo exterior exclusivamente a través de medios radiales; la infraestructura educativa y sanitaria era inadecuada, etc. La solución más económica pasaba por mejorar los lazos con el continente, pero sin aceptar los requerimientos argentinos para tratar la cuestión de fondo.
Tras ignorar varias propuestas argentinas en ese sentido, el Foreign Office aceptó sentarse a una mesa de negociaciones centrada en el tema de la comunicación,232 en la que invitó unilateralmente a varios isleños, entre los que sobresalía el gerente general de la Falkland Islands Company. La ronda de tratativas comenzó en 1971; el 1º de julio ambos gobiernos emitieron una declaración que tenía por fin facilitar el movimiento de personas y bienes entre la Argentina continental y el archipiélago. El acuerdo comprometía a la Argentina a:
Por su parte el Reino Unido se obligaba a:
Además el gobierno argentino se ofrecía a cooperar en las áreas de salud, educación y agricultura, en el caso de que le fuera requerido. Se incluían medidas para regular las tarifas de comunicación postal, telegráfica y telefónica, y la creación de una comisión biestatal para coordinar una acción conjunta.La estrategia argentina buscaba incrementar el interés de los habitantes del archipiélago por la cultura y economía continental,236 de manera de acercar posiciones en forma progresiva mediante la profundización de los lazos y confianza mutua y facilitar una eventual transferencia de soberanía
En Argentina esta declaración fue aprobada el 1º de julio de 1971 y refrendada mediante ley nacional por el gobierno del general Alejandro Agustín Lanusse. Por su parte el acuerdo fue recibido con beneplácito por los sectores más intransigentes del Reino Unido: la prensa, el Falklands Lobby y el parlamento conservador, tradicionalmente opuestos a la conciliación con Argentina.
Antecedentes argentinos en Malvinas previos a la guerra
Desde aproximadamente el 1950, hasta comienzos de la guerra, las islas mantuvieron un fuerte vínculo de contacto con ciudades patagónicas argentinas. Los pobladores solían comerciar con ciudades costeras cercanas como Río Grande, Ushuaia, Río Gallegos, Caleta Olivia, Puerto Santa Cruz y Comodoro Rivadavia. Mantenían viajes a esos destinos por causas de salud, educación, turismo, intercambio, relaciones sociales, etc. Esto explica porqué las islas tenían un precario y olvidado desarrollo institucional que era compensado con viajes en avión o barco a ciudades cercanas
Conmemoración del centenario de ocupación
El gobierno británico para conmemorar el centenario de la ocupación de las Malvinas, en 1933 el Royal Mail (correo británico) emitió unas estampillas conmemorativas de las islas, en una de las cuales mostraba un mapa de las islas con sus nombres ingleses.
Estampillas Argentinas
Estampillas argentinas emitidas en 1936 de la serie Próceres y Riquezas Nacionales estas estampillas estuvueron en circulación entre 1936 y 1951 la serie estaba compuesta por 20 sellos que iban desde medio centavo a veinte pesos moneda nacional y en ellas estaban retratos de de Belgrano, San Martín, Guemes ,Sarmiento , Alberdi, Urquiza, Brown y Moreno y los valores mas altos habia riquezas nacionales, en la de 1 pesos tuvo dos versiones la primera con límites de los paises del continente una segunda sin límites. Las estampillas debieron ser modificadas, no por las Malvinas sino por un reclamo del Perú. El mapa anterior asignaba a Ecuador una amplia zona que estaba en litigio entre ambos países. Para solucionar el tema y evitar futuros roces, la reedición del mapa borró todos los límites internacionales.
Bandera colonial de Malvinas
El Reino Unido diseñó la bandera colonial de las Islas Malvinas en 1948, siguiendo la enseña azul tradicionalmente aplicada a sus símbolos coloniales.
Presidencia de Arturo H Illia
Durante la presidencia de Illia, el 16 de diciembre de 1965 en las Naciones Unidas se aprobó la resolución 2065 de la Asamblea General que reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las Islas Malvinas.El entonces representante argentino ante las Naciones Unidas (y luego nombrado por Illia embajador ante la Unión Soviética), Lucio García del Solar, fue uno de los principales gestores de la resolución,54 junto con Bonifacio del Carril, nombrado embajador extraordinario por Illia.53 La resolución fue un triunfo diplomático del gobierno de Illia. En 1964 el gobierno de Illia propuso conseguir a través del proceso de descolonización iniciado en los años 1950 que la presión de las Naciones Unidas obligara al Reino Unido a sentarse por vez primera a la mesa de negociaciones, anulando las pretensiones británicas de convalidar el statu quo mediante una interpretación parcial del derecho de autodeterminación para aplicar a los kelpers. La resolución fue aceptada expresamente por ambos países y en enero de 1966, los Ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido y de la Argentina se reunieron en Buenos Aires donde manifestaron su intención de mantener las negociaciones recomendadas por la Resolución 2065, dando inicio a las negociaciones para la transferencia de soberanía de las islas, interrumpidas en 1982.
El 3 de enero de 1966, al cumplirse el 133° aniversario de la ocupación británica del archipiélago, Illia decretó la fundación del Instituto Nacional de las Islas Malvinas y Adyacencias para tratar a fondo la Cuestión Malvinas y que presidió Ernesto J. Fitte. Al año siguiente, el Instituto fue disuelto por Nicanor Costa Méndez por decreto del 14 de febrero de 1967.
Texto de la resolución 2065 de las Naciones Unidas
En 1981 la Junta Militar de Gobierno, con especial énfasis del almirante Jorge Isaac Anaya, decidió para 1982 solucionar la cuestión de las islas Malvinas, para apoyar al régimen militar que enfrentaba un fuerte descontento social y económico.33 Entre marzo y abril de 1982 hubo cinco manifestaciones contra el gobierno militar, tres de ellas organizadas por los familiares de los desaparecidos y todas reprimidas duramente. La popularidad del gobierno estaba en franco descenso, mientras la inflación crecía y el PBI se reducía en un 11,45 %; el régimen militar se desmoronaba y Galtieri comprendió que las Fuerzas Armadas no tenían el suficiente poder para evitar la transición democrática que ya aparecía en el escenario político.
La recuperación de las islas Malvinas fue percibida como un elemento que iba a aglutinar a la descontenta sociedad argentina. Después de seis años de dictadura, la Junta Militar necesitaba de una victoria, tras una operación dramática pero necesaria para unir al país, con la recuperación de las islas Malvinas, un anhelado sueño de la sociedad argentina parecía el modo ideal de lograrlo.
Siguiendo el modelo de la abortada Operación Soberanía para la solución del aún pendiente conflicto del Beagle con Chile, la Junta Militar ordenó el 26 de marzo a la Operación Rosario, un plan de desembarco en las islas Malvinas.
El 2 de abril de 1982 un contingente al mando del contraalmirante Carlos Büsser desembarcó en la isla Soledad, tomaron prisionero al gobernador británico de las islas sin causar bajas enemigas para evitar una reacción británica en el futuro. El desembarco y toma de la capital insular, Port Stanley, a la que se rebautizó Puerto Argentino, con tres bajas propias, provocó una fuerte adhesión popular, con manifestaciones públicas de apoyo, el sentimiento por las Malvinas distrajo a la sociedad argentina de los desaparecidos, la depresión causada por los militares y el desastre económico.
La empresa militar, emprendida bajo el supuesto de que la situación geográfica de las islas haría imprácticas las acciones militares de los británicos, pronto tuvo que hacer frente a una muy superior fuerza del enemigo. El régimen militar del general Augusto Pinochet en Chile, al que la dictadura argentina consideraba como el enemigo número uno, proporcionó todo el apoyo logístico necesario a las tropas británicas. Las tropas británicas no solo contaban con la ayuda militar y logística del Reino Unido también tenía una operación secreta con el dictador chileno Augusto Pinochet que optaba con colaborar con la ofensiva inglesa. Las tropas argentinas, en inferioridad logística y de inteligencia, sin apoyo naval y con inadecuado apoyo aéreo, pese a haber obtenido algunos éxitos parciales especialmente en ataques aéreos lanzados desde el continente contra la fuerza naval británica, se vieron pronto en una posición insostenible.
Sin embargo, el régimen mantuvo durante toda la guerra un poderoso aparato propagandístico para mantener la adhesión popular. Los comunicados oficiales, retransmitidos obligatoriamente por todas las emisoras de radio y televisión, concentraban la atención de todo el espectro político; férreos adversarios del régimen militar se vieron llevados por la situación a expresar su respaldo a la acción militar.
Las 24 horas de las Malvinas fue un programa maratónico que juntó ingresos para apoyar a las fuerzas argentinas en las islas, pero la inmensa mayoría de esas donaciones jamás llegaron su destino.
El hundimiento, del destructor británico HMS Sheffield el 4 de mayo que fue alcanzado por un misil MBDA Exocet y se hundió una semana después, fue ocasión de celebraciones populares. La información real sobre el estado de los combates se filtraba cuidadosamente para mantener altas las expectativas, de tal manera que la ocupación de las islas por las fuerzas británicas tras la batalla de Pradera del Ganso la más cruel de las batallas el 29 de mayo se mantuvo en secreto hasta que el 14 de junio el general de brigada Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de Malvinas, rindió Puerto Argentino a tropas muy superiores.
La desilusión provocada por la derrota soliviantó las tensiones reprimidas durante la guerra. Galtieri renunció el 17 de junio; el cargo fue ocupado interinamente por su ministro de Interior, el general de división Alfredo Oscar Saint-Jean. Leopoldo Galtieri pasó a retiro el 18 de junio y fue nombrado al frente del Ejército el teniente general Cristino Nicolaides.
Posteriormente, el 17 de agosto de ese año Basilio Lami Dozo pasó a retiro y nombró al brigadier general Augusto Jorge Hughes como nuevo titular de la aeronáutica.39 Finalmente la junta se terminaría de renovar cuando el almirante Rubén Oscar Franco reemplazó a Jorge Anaya al frente de la armada el 1 de octubre de 1982.
La derrota argentina aceleró la caída del régimen militar de facto, el gobierno británico prohibió el ingreso a las islas de civiles con pasaporte argentino. El 22 de junio de 1982 la Comunidad Económica Europea anuló la prohibición a las importaciones argentinas y el 23 de julio de 1982 el Reino Unido modificó el alcance de la Zona de Exclusión Militar, reduciéndola en 50 millas náuticas radiales y rebautizándola como Falkland Islands Protection Zone (FIPZ) ("Zona de Protección de las Islas Malvinas").
A mediados de septiembre la Argentina y el Reino Unido levantaron bilateralmente las sanciones financieras que mutuamente se habían aplicado, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió una resolución urgiendo a las partes a reanudar las conversaciones para resolver el litigio y por primera vez Estados Unidos votó a favor de estos lineamientos, intentando enmendar sus relaciones con Latinoamérica, deterioradas por su apoyo concreto al lado británico durante el conflicto armado. El Reino Unido criticó el voto estadounidense y no cambió su postura, argumentando que el rearme y recomposición encarados por las fuerzas armadas argentinas —que sin embargo incluía equipamiento británico.
En mayo de 1983 el gobierno británico propuso a la Argentina restablecer los vuelos comerciales entre los dos países que se habían suspendido en junio de 1982, y acordar sobre el traslado de los restos de los caídos al continente. El gobierno argentino se negó a estos ofrecimientos, manteniéndose en su tradicional postura de que todos los aspectos de la disputa deberían discutirse simultáneamente junto con el de la soberanía.
La ruptura de relaciones fomentó la aparición de grupos de diálogo informales, constituidos por sectores académicos, religiosos, empresariales y parlamentarios de ambos países. En 1983 se estableció en Londres el South Atlantic Council ("Consejo del Atlántico Sur") que promovió una solución pacífica y duradera para el asunto de la soberanía basándose en publicaciones relacionadas. Este cuerpo, que reunía entre sus filas al parlamentario conservador Cyril Towsend y al laborista George Foulkes, tuvo varios logros destacables, como el influir en la opinión pública británica para que apoyara la posibilidad de que el problema se discutiera bilateralmente.
Retorno de la democracia en la Argentina
En diciembre de 1983 Raúl Alfonsín asumió como presidente constitucional argentino y desde su discurso inaugural ante el congreso colocó a la recuperación de las Islas como una meta central de su gobierno. Su canciller, Dante Caputo, esbozó así la que sería la estrategia a seguir:
Había que lograr una permanente tensión exterior sobre el tema Malvinas. Para nosotros el único método (por cierto de largo plazo) para lograr este objetivo era permanentemente mantener presentes los costos internacionales para el Reino Unido de la ocupación. Si esos costos disminuían, si esos costos se hacían nulos, casi nulos, la intervención o la presencia de la ocupación británica se mantendría permanentemente
Se siguieron estos lineamientos mediante la continuación de las hostilidades pero sin escalar el nivel de agresividad, lo que obligó al Reino Unido a efectuar crecientes gastos por la defensa del archipiélago. Sin embargo la estrategia argentina fue interrumpida a mediados de 1984 cuando comenzó a resultar evidente que el gobierno británico estaba dispuesto a sobrellevar el costo adicional. El gobierno argentino también procuró hacer de la denuncia pública ante los foros internacionales —principalmente en la ONU, la OEA y el Movimiento de Países No Alineados— su principal herramienta de coacción.
Al mismo tiempo, el gobierno de Thatcher elaboraba planes de contingencia en vista de un hipotético nuevo golpe de Estado en la Argentina. Este argumento también sirvió pàra justificar la presencia del muy reforzado destacamento militar en Malvinas.En febrero las autoridades argentinas solicitaron al lado británico la reanudación de las conversaciones: se propuso que mientras duraran las negociaciones la guarnición británica en Malvinas fuera reemplazada por una fuerza de paz de las Naciones Unidas, a cambio de lo cual la Argentina declararía el cese de hostilidades. La oferta fue rechazada al día siguiente.
El 7 de junio todos los partidos políticos argentinos firmaron una declaración conjunta en la que demandaban al Reino Unido el reconocimiento de los derechos de la Argentina sobre las Islas. Al mismo tiempo, una serie de gestiones reservadas auspiciadas por los negociadores de Suiza y Brasil terminó en un rotundo fracaso en el que los representantes de cada parte acusaron a la otra de haber incumplido las normas pactadas.
Con la intención de consolidar la viabilidad de la economía de las Islas, Londres finalmente decidió implementar las recomendaciones del Informe Shackleton de 1982, que hasta entonces solo habían sido aplicadas en pequeña escala. En 1984 se creó la Falkland Islands Development Corporation ("Corporación para el Desarrollo de las Islas Malvinas"). Entre sus metas estaba la de diversificar la actividad económica, mejorar la infraestructura y fomentar la inmigración selectiva. Se aprobó una serie de desembolsos a seis años por un total de 31 millones de libras esterlinas para mejorar las telecomunicaciones, extender las líneas eléctricas, construir caminos, implementar una reforma agraria, crear una granja hidropónica para permitir el autoabastecimiento de vegetales frescos, etc.
Uno de sus resultados fue un incremento sensible en la redistribución de tierras: en nueve años el porcentaje de terrenos en manos malvinenses pasó desde el 24% al 73%. Estas medidas afianzaron el nacionalismo de los isleños, desplazando la opinión pública local aún más hacia la intransigencia.
En medios políticos británicos empezó a contemplarse la idea de que el modelo de traspaso de soberanía diseñado para Hong Kong en los acuerdos de Pekín de 1984 podría ser aplicado al problema de Malvinas. En la Argentina la propuesta fue considerada como viable, aunque Alfonsín la supeditó a que se acordara un tiempo de transición razonable:
(...) podemos aceptar una solución de tipo Hong Kong medida en meses, no en años. También podríamos aceptar que se nos devolvieran las islas en el plazo de cinco años o tres años, pero no en veintinueve años.
En septiembre de 1984 Alfonsín anunció personalmente ante la Asamblea General de la ONU que su país estaba dispuesto a reanudar las negociaciones por medios pacíficos y dio a entender su apoyo a un arreglo similar al chino. Sin embargo la respuesta británica fue que Hong Kong era "diferente" al caso de Malvinas. A fines de ese año la Argentina empezó a concentrar sus reclamos en la ONU. Nuevamente el Reino Unido se negó a tratar el tema de la soberanía y como de costumbre propuso una agenda centrada en las relaciones económicas y culturales. Luego de la guerra la presencia militar británica en el archipiélago fue reforzada substancialmente. En la fotografía, el destructor HMS Edinburgh, destacado en Mount Pleasant desde 2006 en reemplazo del HMS Southampton.
Esta intransigencia del gobierno de Margaret Thatcher fue criticada internamente: Dennis Healey, líder de la posición laborista, fustigó la política de la primera ministra de rehusarse sistemáticamente a discutir el tema de la soberanía con Argentina. Healey ironizó sobre el hecho de que Thatcher se negara a conversar con un gobierno democrático escudándose en la oposición de 1800 malvinenses, mientras que había negociado con la "dictadura comunista" de China sin consultar a los cuatro millones de habitantes de Hong Kong sobre su propio futuro. Sin embargo la mayoría conservadora en el parlamento aseguraba al gobierno británico que su postura sería mantenida sin dificultades.
A principios de 1985 y en vista de esta situación, Londres asumió una actitud más flexible y dio un paso para intentar destrabar la relación: Thatcher ofreció abolir la zona de exclusión a cambio del cese argentino de hostilidades. El gobierno de Alfonsín rechazó la oferta, acusando a su par británico de querer "imponer un cese unilateral de hostilidades"; las autoridades argentinas reconocerían luego que esta respuesta fue inadecuada y que sólo consiguió trabar el diálogo. Expresaron asimismo que el despliegue militar británico en el archipiélago era "excesivo" y que "representaba una agresión contra la Argentina y América Latina." Simultáneamente, con un costo de 300 millones de libras esterlinas el Reino Unido construía el aeropuerto de Mount Pleasant para reemplazar al de Puerto Argentino/Stanley.
En julio el Reino Unido dejó en claro ante la ONU que no estaba "preparado" para tratar el tema de la soberanía, aunque levantó parcialmente el embargo comercial hacia la Argentina. Debido a lo restrictivo de su implementación, en los hechos la medida tuvo un carácter casi simbólico. Sin embargo no halló reciprocidad en su par sudamericano, que supeditó su accionar a la reanudación de conversaciones sobre la cuestión de fondo. En la siguiente reunión de la Asamblea General de la ONU el canciller Caputo denunció que el Reino Unido seguía contrariando los reiterados pedidos del Comité de Descolonización al continuar ocupando las Islas Malvinas.
Hacia fines de año se dieron varios cambios legales de importancia: el gobierno británico otorgó la plena ciudadanía a los isleños, y se redactó una nueva constitución para las Islas que daba a los malvinenses mayor control sobre los asuntos internos. Las nuevas herramientas legales fueron desplazando al rol pivotal que el Lobby había cumplido informalmente hasta esa fecha, por lo que su papel se redujo notablemente en los años siguientes.
Rebrote del reclamo argentino ante la O.N.U.
El 7 de febrero de 2012, la Presidenta Cristina Fernández, anunció que su gobierno presentará una protesta ante la ONU "a raíz de la 'militarización' del Atlántico sur por parte de Gran Bretaña", tras la decisión de Londres de enviar un moderno destructor a las Islas Malvinas. La Presidenta señaló, en dicho momento: "Vamos a presentar una protesta ante el Consejo de Seguridad de la ONU por esta nueva militarización del Atlántico sur, que implica un grave riesgo para la seguridad internacional" (...) "Este es un reclamo avalado por el conjunto de la sociedad argentina y latinoamericana. Malvinas se ha transformado en una causa latinoamericana".
Por su parte, el gobernador de las Malvinas, el británico Nigel Haywood, cuestionó las "políticas deliberadas" que tomó Argentina "para hacer difícil la vida de los habitantes de las islas", cuya soberanía es motivo de un conflicto entre el Reino Unido y el país sudamericano. El gobernador también señaló: "Si Argentina continúa con declaraciones fuertes y engañosas, las vamos a desafiar. No se puede atacar a uno y luego cuando éste se defiende, acusarlo de ser agresivo".
Lo anterior significa el resurgimiento del encono que, desde la época del gobierno de Margaret Thatcher, se había mantenido bajo control, por parte del Reino Unido, y cuyos ejes se centran en la denominadas "militarización" y causa latinoamericana, el cual ha tenido apoyo de algunos presidentes de la región, tales como el peruano Ollanta Humala.
De esta forma, el 10 de febrero de 2012 el canciller argentino Héctor Timerman concretó la denuncia contra Gran Bretaña ante las Naciones Unidas por la "militarización" del Atlántico Sur, en una reunión en Nueva York con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
“El secretario general de la ONU apoya el diálogo, el presidente de la Asamblea General de la ONU apoya el diálogo, el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU apoya el diálogo y Argentina apoya el diálogo. Falta Gran Bretaña ”.
En una entrevista en el periódico El Tiempo Argentino, el 11 de noviembre 2012, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon declaró "No creo que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad estén violando resoluciones relevantes de las Naciones Unidas. La impresión es que la gente que vive bajo esas condiciones debería poder obtener cierto nivel de capacidades para que puedan decidir sobre su propio futuro. Y este es el principal criterio de los órganos principales de las Naciones Unidas. Lograr la independencia o que tengan cierto gobierno de sus territorios. No creo que sea un tema de abuso o violación de resoluciones relevantes de la ONU." que es una declaración que por encima de todo lo que reclama Argentina, son los isleños que tienen el derecho elegir su futuro; y que refirma que el Reino Unido no está violando ninguna resolución de la Asamblea General de la ONU y que no está obligado a dialogar sobre las islas con Argentina.
Carlos Menem
Carlos Menem desde el inicio mismo de su mandato se promovió un alineamiento automático con los Estados Unidos, de modo tal que Argentina abandonó el Movimiento de Países No Alineados, promovió la formación del Mercosur y restableció relaciones diplomáticas con el Reino Unido, interrumpidas desde la Guerra de Malvinas.
Néstor Kirchner
En su discurso de asunción, el 25 de mayo de 2003, el presidente Néstor Kirchner dejó clara su orientación en la cuestión de las Malvinas: “Venimos desde el sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas". Apenas transcurrido un mes, el 17 de junio de ese mismo año, el canciller Rafael Bielsa sostuvo su primer encuentro con representantes de las islas en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas donde manifestó que el reclamo de soberanía era un objetivo, "irrenunciable del pueblo argentino y una política de Estado continuada por el nuevo gobierno"
En la primera gira internacional de Néstor Kirchner, en la que se reunió en Londres con el primer ministro británico, Tony Blair, donde le planteó la continuación de las negociaciones sobre la soberanía de las islas, sin obtener respuestas satisfactorias. En el discurso de Kirchner ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre hizo un llamado a Reino Unido a "responder de manera afirmativa" en el reinicio de relaciones. El 13 de julio de 2004 Néstor Kirchner, introdujo en la causa Malvinas una modificación sustancial de la política vigente para ese año, al renunciar al llamado “paraguas de soberanía”, una cláusula que regía las relaciones entre Reino Unido desde 1989. Durante su gobierno se llevó a cabo la construcción y posterior instalación del monumento a los caídos en Malvinas en el cementerio de Darwin, que se finalizó en abril del año 2005
Cristina Fernández en la 69º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2014.
En lo que respecta a la soberanía de las Islas Malvinas, como los presidentes que la precedieron, Cristina Fernández ha mantenido una constante presencia en la Organización de las Naciones Unidas, quien siempre ha fallado favorable a Argentina, incluyendo a las islas entre los territorios no autónomos a ser descolonizados bajo supervisión de dicha organización. Ante la escalada de tensión por la exploración petrolífera de las mismas por parte de Gran Bretaña, la presidenta respondió con una prohibición de utilizar puertos argentinos para proveer bienes a las islas Malvinas, posición apoyada por la Unasur en su conjunto; asimismo el congreso aprobó la Ley Gaucho Rivero que prohíbe la permanencia, el amarre y el abastecimiento de barcos con la bandera británica de las Islas Malvinas, la bandera del Reino Unido y de otras colonias británicas en los puertos.
En la 69º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2014 expreso en su exposicion Aquí también la República Argentina es leading case, porque también tenemos pendientes de hace más de cien años con el Reino Unido el reclamo de soberanía y el reclamo de esta Asamblea para que se siente el Reino Unido con Argentina a discutir la cuestión soberana de Malvinas.