Las interacciones de dos especies distintas pueden ser neutras, positivas o negativas para cada una de las especies que intervienen en ellas.
La neutralidad representa la falta de ganancias o pérdidas y se expresa con el dígito O. Que la relación es positiva para una especie quiere decir que obtiene beneficios de ella, y se indica con el signo +. Una relación negativa significa pérdidas, y se la caracteriza con el signo —.
La mayor parte de las interacciones tróficas de especies son de ganancia y pérdida. Estas interacciones son las más frecuentes en el funcionamiento cotidiano de los ecosistemas. En ellas, una especie sale beneficiada a costa de la otra. Son relaciones de tipo +/—.
Entre un herbívoro y los vegetales
Entre un herbívoro y los vegetales de los que se alimenta, la relación habitualmente no resulta fatal para las plantas, que, aunque pierden la parte ingerida por el animal, suelen tener capacidad para regenerarla.
Parásitos y sus hospedadores
Entre los parásitos y sus hospedadores, la relación se caracteriza también por una cierta prudencia por parte de los primeros para no abusar de los beneficios que les reporta la relación. Por tanto, la mayoría de los parásitos no termina con la vida de las especies que les sirven de alimento. Parásitos como las garrapatas o las lombrices apenas afectan a la vida de las especies que los soportan.
Relaciones depredador-presa
En las relaciones depredador-presa el dramatismo es mayor, ya que las presas mueren, con lo que todo su contenido energético pasa a estar disponible para las especies predadoras: ganancia y pérdida son máximas en este tipo de relación.
Los recursos importantes para los seres vivos son siempre limitados. La competencia entre especies se produce precisamente para acceder a esos recursos limitados. La competencia es una interacción en la que casi siempre las dos especies que la mantienen salen perjudicadas, ya que pierden una parte de los recursos a los que tendrían acceso en ausencia de la especie competidora. Es una relación —/—, aunque se han descrito casos en los que una de las especies no sufre perjuicio aparente y debería considerarse —/0.
Hay que resaltar que, pese a ese efecto negativo para las dos especies implicadas, la competencia ha desempeñado un papel evolutivo importante y es uno de los elementos decisivos en la estructuración de las biocenosis.
El concepto de nicho ecológico es muy útil para poder predecir entre qué especies será más fuerte la competencia. Las que tienen parecidos límites de tolerancia en todos sus factores ambientales y que, además, utilizan recursos muy similares son las que competirán con mayor intensidad.
Cuanto más parecido sea el nicho ecológico de dos especies, mayor será la competencia entre ellas.
Así se observa en la naturaleza que dos especies próximas no suelen habitar en los mismos ambientes, separándose una de otra por su alimentación o por sus hábitos. Por ejemplo, la rata de alcantarilla vive en las partes bajas de los edificios, mientras que la rata negra prefiere las partes altas como los desvanes.
Además de esta competencia interespecífica, también existe competencia entre los individuos de la misma especie. Los individuos de una misma especie compiten por los recursos y para reproducirse.
El conocimiento de la estructura de las redes tróficas es importante para el control de plagas. La lucha biológica consiste precisamente en buscar el depredador más eficiente de una presa no deseada, convertida en plaga.
Vale la pena aprender de algunos sistemas de estructuración de la naturaleza que tienen mucho sentido.
Así, en las Islas Británicas es tradicional el que los cultivos están separados por setos, restos de la vegetación natural. En estas franjas de vegetación se mantienen poblaciones de animales que pueden regular el desarrollo de plagas en los cultivos que delimitan. Su interés radica en que actúan como bancos de posibles depredadores.
Los arbustos de salvia compiten con las hierbas por el terreno. Las hojas de salvia contienen alcanfor venenoso que al caer al suelo impide el desarrollo de otras plantas.
Al final del verano los ciervos machos compiten entre sí. El más fuerte se apareará con las hembras .