El domingo 27 de julio amaneció con una densa niebla pero continuaron los combates hasta las 10 de la mañana momento en que ambos lados pidieron una tregua de 24 horas
Los cañones Krupp 75 en poder de los revolucionarios desequilibraron los combates.
El día 27 de julio amaneció con una densa niebla. A primera hora el general Levalle volvió a ordenar un ataque de las tropas del gobierno contra las posiciones revolucionarias por la calle Talcahuano. Las tropas leales avanzaron entonces cubriéndose con fardos de pasto.
El "Cantón Bartolomé Mitre", ubicado en Córdoba y Talcahuano fue el punto crucial del combate durante más de dos horas. Finalmente, las baterías del mayor Day, que había colocado un segundo cañón sobre Talcahuano, definieron el combate causando gran cantidad de muertos.
En esas circunstancias el Coronel Mariano Espina, desatendiendo las órdenes de Campos, contraatacó por la misma calle Talcahuano, con la intención de atacar la Plaza Libertad por el flanco izquierdo. La lucha se hizo cuerpo a cuerpo utilizando las bayonetas, y tomando casa por casa las posiciones leales, con el apoyo de la artillería de Day.
A las 10:00, la batalla estaba en su apogeo cuando sonaron los clarines de ambos bandos ordenando el cese del fuego.
Las tropas del gobierno se reclina en la Plaza Libertad, a unos trescientos metros de la Plaza Lavalle, después de su primer encuentro con los insurgentes (The Graphic, 1890).
A media mañana el General Campos anunció que las municiones se acababan y que era necesario pedir una tregua, con la excusa de enterrar a los muertos, para obtener más municiones. Se trataba de una situación por demás extraña. Al parecer las existencias de municiones en el Parque eran menos de la mitad de lo que se había informado el día anterior. Poco después Leandro Alem decía:
Al momento vi que era una falta grave en un jefe militar que no hubiera verificado los elementos de guerra cuando llegó al Parque, pero no quise hacerle recriminaciones en ese momento supremo de rudo batallar.
La Junta Revolucionaria sostuvo entonces que debía realizarse el ataque decisivo de inmediato, pero el General Campos volvió a oponerse, entonces los jefes civiles llegaron a pensar en relevar a Campos pero no se atrevieron y aceptaron pedir la tregua.
El historiador Cabral sostiene que esa decisión fue la causa inmediata de la derrota de la revolución, porque el tiempo fortalecía al gobierno, que esperaba nuevas tropas y artillería provenientes de las provincias y al parecer, los jefes revolucionarios y en especial Alem, no llegaron a comprender el papel que estaba desempeñando Campos y aceptaron una vez más sus propuestas para no comprometer la alianza con el sector militar.
Tropas revolucionarios en el cantón de Piedad (Mitre) y Talcahuano.
Poco después, Aristóbulo del Valle, en representación de la Junta Revolucionaria, se dirigió a la Plaza Libertad, donde estaba el cuartel general del gobierno y se entrevistó allí con Carlos Pellegrini y allí acordaron una tregua de 24 horas para enterrar a los muertos.
Mientras la Junta Revolucionaria envió algunos delegados, entre los que se encontraba José María Rosa, para que se dirigieran a la flota en busca de municiones, pero solo obtuvieron una escasa cantidad.
Entretanto, los revolucionarios aprovecharon la tregua para difundir entre los rebeldes y la población las ideas que inspiraban a la Unión Cívica. La revolución contó con el apoyo decisivo de la popular revista Don Quijote (1884 - 1905), cuya alma eran los dibujantes Eduardo Sojo (Demócrito) y Manuel Mayol Rubio (Heráclito). Leandro N. Alem diría luego que la revolución del Parque la hicieron el pueblo y "Don Quijote".
Por otra parte la revolución contó con el apoyo de Mauricio G. Alemann, propietario del diario Argentinisches Tageblatt, quien le facilitó su imprenta para imprimir la proclama revolucionaria y los panfletos.
Los cañones Krupp 75 en poder de los revolucionarios desequilibraron los combates.
Aprovechando la tregua comenzaron a actuar como mediadores algunas personalidades como Dardo Rocha, el banquero Ernesto Tornquist, Luis Sáenz Peña, el general Benjamín Victorica, y Eduardo Madero.
El doctor Dardo Rocha había trabajado toda la noche con Roca y Pellegrini, por una parte, y con Alem y del Valle, por otra, para llegar a un acuerdo de paz. La comisión mediadora fue formada por el general Victorica, Luis Sáenz Peña, Eduardo Madero y Ernesto Tornquist. Esto no impidió que en la misma tarde del 28 se reanudara el combate hasta la llegada de la noche.
Los revolucionarios pusieron dos condiciones fundamentales: amnistía a todos los participantes y la renuncia del presidente.
En un primer momento, el vicepresidente Carlos Pellegrini, que ante la renuncia del presidente Juárez Celman pasaba a ser el presidente, aceptó la propuesta. Pero luego se opuso, al enterarse que Roca también estaba negociando la renuncia del vicepresidente.
Boletín revolucionario perparado durante la tregua