Habitualmente puede identificarse al ozono como una sustancia negativa y peligrosa situada en una capa ubicada en la estratósfera a unos 30 kilómetros de la superficie terrestre. No obstante, el ozono realiza un papel esencial en la atmósfera: actúa de escudo protector impidiendo que los rayos perjudiciales del sol (las radiaciones del espectro gamma), alcancen la Tierra. Y permite, por el contrario, continuar su camino a los rayos beneficiosos para la vida.
Cuando en 1977 investigadores de la Universidad de California detectaron en la Antártida alteraciones en el nivel del gas y ocho años más tarde, una nueva medición señaló una disminución del 40%, saltó la alarma. La falta de ozono supone un peligro, puesto que de él depende el bloqueo de los rayos dañinos. Entonces se acuñó el nombre "agujero de la capa de ozono". Los clorofluorocarbonos (CFC) y otros compuestos sintéticos relacionados con ellos son una amenaza a la presencia de ozono en las alturas.
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Vista del Planeta Tierra desde el espacio |
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Se trata de elementos químicos muy fáciles de obtener pero difíciles de suprimir, utilizados como propelentes en aerosoles y espumas para la limpieza de piezas electrónicas. Como medida global y protectora del ozono, se firmó en 1987 el Protocolo de Montreal, al que desde entonces se han adherido 175 países. En él se había establecido el año 2000 para cesar toda producción de los clorofluorocarbonos en el mundo. (...?)
¿Qué pasaría, por ejemplo, si la temperatura promedio de la Tierra disminuyera en 5 grados? No parece mucho, no es cierto? Bueno, eso sucedió hace cerca de 15 mil años. En ese momento, gran parte de Europa y de América del Norte quedaron cubiertos por el hielo durante cinco mil años. |