El 10 de noviembre de 1981 el comandante en jefe Galtieri se reunió con sus pares de la Armada y la Fuerza Aérea, Jorge Isaac Anaya y Omar Domingo Graffigna, los militares decidieron el adelantamiento de la asunción del brigadier Basilio Lami Dozo como comandante en jefe de la Fuerza Aérea, quien debía asumir en enero.
Hacia el fin de año los mandos del Ejército renovaban, entonces Galtieri se deshizo de tres generales de división que lo molestaban: José Rogelio Villarreal, Antonio Domingo Bussi y Reynaldo Benito Bignone. El 21 de noviembre el presidente Roberto Eduardo Viola pasó el mando al ministro del Interior Horacio Liendo presuntamente por razones de salud, el 8 de diciembre Galtieri se entrevistó con Viola en la quinta presidencial de Olivos negociando el proceso de remoción.
Galtieri pactó con el almirante Anaya el apoyo de la Junta Militar si Galtieri apoyaba una invasión de las islas Malvinas, el 10 de diciembre el almirante Anaya emitió el ultimátum a Viola solicitándole la renuncia como presidente en virtud de decisión de la Junta Militar integrada por aquel, Galtieri y Graffigna, al día siguiente Viola se entrevistó con la Junta, donde la ésta resolvió removerlo por razones de Estado. Ese día el general Héctor Eduardo Iglesias anunció que el general Galtieri asumiría la Presidencia el 22 del corriente. El vicealmirante Carlos Alberto Lacoste fue presidente interino entre el 11 y el 22 de diciembre.
En diciembre de 1981 se hizo cargo de la Presidencia de la Nación Leopoldo F. Galtieri en reemplazo de Roberto Eduardo Viola, pero la crítica situación económica y el descontento social parecían ya incontrolables. A fines de marzo de 1982 una movilización popular, hizo sentir su fuerza y la policía respondió reprimiendo. Los grupos de derechos humanos y las "Madres de Plaza de Mayo", con sus denuncias y reclamos de justicia, tuvieron cada vez más eco en la opinión pública.
Entre marzo y abril de 1982 hubo cinco manifestaciones contra el gobierno militar, tres de ellas organizadas por los familiares de los desaparecidos y todas reprimidas duramente.
Frente a esta situación, el gobierno de Galtieri necesitaba descomprimir la tensión interna y lograr consenso. En 1978 el conflicto con Chile fue utilizado para neutralizar las resistencias al "Proceso" iniciado en el 76 y así cohesionar el frente interno contra un "enemigo en común". Del mismo modo Galtieri recurrió en 1982, al proyecto de recuperación de las Islas Malvinas para restablecer la firmeza que el régimen estaba perdiendo. El nuevo dictador intentó diferenciarse de su antecesor en la Presidencia absteniéndose de residir en la quinta presidencial de Olivos. Además, se hizo fotografiar firmando su declaración de bienes ante el escribano José María Allende y el auditor general de las Fuerzas Armadas Carlos H. Cerdá.
Los ministros de Galtieri fueron Nicanor Costa Méndez en Relaciones Exteriores y Culto; Roberto Alemann en Economía; Cayetano Licciardo en Educación; Amadeo Frúgoli en Defensa; Lucas Jaime Lennon en Justicia; Alfredo Saint-Jean en Interior; y Héctor Iglesias en la Secretaría General de la Presidencia. Las medidas económicas del ministro de Economía nombrado por Galtieri , el renombrado técnico civil Roberto Alemann, fueron no menos ortodoxas que las de sus antecesores. La restricción del gasto público, la compresión del circulante, la privatización de bienes estatales y la congelación de los salarios llevaron a una gravísima depresión económica. La recesión llevó al cierre de numerosas industrias (siendo Citroën y La Cantábrica las más destacadas) y a medidas drásticas de reducción de personal por parte de otras.
Galtieri ordenó a los militares —activos y retirados— que abandonaran sus cargos en las empresas del Estado para ser reemplazados por civiles. El descontento popular, canalizado a través de la junta multipartidaria y las organizaciones sindicales, alcanzó cotas extremas. Una movilización convocada a finales de marzo por organizaciones políticas y sindicales bajo el lema «Paz, Pan y Trabajo» sufrió una represión, dejando un muerto y decenas de heridos.
Política exterior
El dictador argentino procuraba consolidar una alianza con los Estados Unidos. Para esto, buscaba «llenar los espacios vacíos» que el presidente Jimmy Carter había dejado en la guerra Fría. Esto era intervenir en distintos lugares del mundo en contribución a la lucha contra el comunismo, a partir de la guerra de las Malvinas, iniciada con la Operación Rosario el 2 de abril de 1982, la Argentina dictatorial se acercó a Libia, Cuba y otros países próximos a la Unión Soviética.
Política de defensa
El Gobierno de Galtieri creó dos brigadas nuevas en el Ejército Argentino, a saber: la XI Brigada de Infantería —Guarnición de Ejército «Río Gallegos»— y la XII Brigada de Infantería —Guarnición de Ejército «Posadas». La organización de la brigada de Río Gallegos incluyó la construcción de los cuarteles de Río Gallegos y Río Mayo. El 30 de marzo 1982, la CGT Brasil, una de las dos centrales en que se dividía el movimiento obrero durante la última dictadura, convocó a una movilización a Plaza de Mayo.
En un clima de creciente descontento obrero y popular, la central dirigida por el cervecero Saúl Ubaldini motorizó una protesta que terminaría poniendo contra las cuerdas a la dictadura. El descontento popular, canalizado a través de la junta multipartidaria y las organizaciones sindicales, alcanzó cotas extremas. Una movilización convocada a finales de marzo por organizaciones políticas y sindicales bajo el lema «Paz, Pan y Trabajo» sufrió una represión, dejando un muerto y decenas de heridos.
En marzo de 1982 había tres razones fundamentales para convocar a la protesta. La primera estaba vinculada con la ola de quiebras que desde principios de 1981 venía sacudiendo a diversas ramas industriales: metalúrgicas, textiles, automotrices, etc. Los efectos más nocivos del programa de Martínez de Hoz se habían empezado a manifestar con fuerza recién a partir de 1980. En los periódicos se publicaba, casi a diario, noticias de cierres y suspensiones en fábricas de todo el país. En febrero de 1981 se hablaba de “record de quebrantos”.
Esta situación iba de la mano de un proceso de creciente malestar entre las filas obreras. Los conflictos se extendían en todas las ciudades. Y en muchos casos se produjeron extensas tomas de fábrica en defensa de los puestos de trabajo. El SMATA, dirigido por José Rodríguez – sindicado como cómplice en la represión de los delegados combativos de la Mercedes Benz, Peugeot y Ford al comienzo de la dictadura-, declaró dos paros nacionales de mecánicos durante 1981. La tercera razón era la cada vez más extensa impopularidad del gobierno de facto. Después de la declaración del segundo paro nacional a la dictadura, en julio de 1981, se conformó la “Multipartidaria”, que agrupaba a los principales partidos burgueses. En su documento fundacional hablaban, por primera vez, del “inicio de la transición hacia la democracia”. Eso sí, bajo el “lema del Episcopado Argentino: la reconciliación nacional”.
Por su parte, la otra rama del sindicalismo, la CNT-“20”, que controlaba importantes sindicatos como ferroviarios, metalúrgicos, la carne, etc., consideraba que todavía había espacio para el “diálogo”. Y como en ocasiones anteriores, desautorizaron cualquier medida. Como podrá apreciar, estimada lectora y lector, la tibieza y colaboracionismo del “triunvirato” tienen una larga tradición en el movimiento obrero argentino. La acción de la policía se concentró en reprimir a los grupos de manifestantes para que no se pudieran formar las columnas. Desde el mediodía, empezaron a hostigar a los que intentaban reunirse: a palazos, con la caballería, con balas de goma o los carros hidrantes. Una verdadera cacería que se sostuvo hasta las primeras horas de la noche. Durante la jornada fueron detenidos, sólo en la ciudad de Buenos Aires, unos 3.000 manifestantes. Como no alcanzaban los patrulleros para tamaña cosecha, la policía procedió a incautar colectivos de línea para subir a los detenidos.
Puesto que la dictadura se había caracterizado por la represión clandestina, y prácticamente no había habido grandes movilizaciones durante el período, la represión desatada el 30 de marzo causó honda impresión en diversos sectores. Incluso en la prensa escrita se notó una abierta simpatía y solidaridad con los manifestantes. Varias de las fotos icónicas sobre la dictadura fueron sacadas ese día. En una de las más características, se ve a un joven contra la pared, de rodillas en el suelo, apuntado por un militar con un arma de grueso calibre. Sobre el muro y parte del cuerpo del muchacho, se proyecta la sombra del milico. En segundo plano, se ve a otros dos jóvenes en el suelo, también sometidos por militares. Una composición perfecta.
En 1981, tras la retirada de Videla de la presidencia y el nombramiento de Roberto Eduardo Viola, Galtieri visitó Estados Unidos en función oficial. La administración Ronald Reagan, que lo consideraba un «general majestuoso», veía al régimen militar como a una fuerza afín en la lucha contra el comunismo, lo recibió cálidamente y le proporcionó información y asistencia de seguridad.
La CGT Brasil encabezada por el cervecero Saul Ubaldini , una de las dos centrales en que se dividía el movimiento obrero durante la última dictadura, convocó a una movilización a Plaza de Mayo con el lema Pan, paz y trabajo. La CNT, aunque ha acercado sus posiciones, decide no concurrir. El gobierno ocupa militarmente la plaza: patrulleros, carros de asalto, carros hidrantes, helicópteros. Las columnas obreras se enfrentan con la Policía en el Puente Pueyrredón y en el puerto, pero la gran confrontación se libra en la zona céntrica: los manifestantes gritan Se va a acabar la dictadura militar; la Policía reprime sin limites, pero soporta una intensa pedrea desde los balcones, pues los oficinistas se suman al repudio. La jornada termina con más de mil detenidos, entre ellos la plana mayor de la CGT. En Mendoza, en una manifestación similar, hay un muerto.
El 30 de marzo de 1982 fue el corolario de la resistencia del Movimiento Obrero a la dictadura. Esa jornada fue generada entre otros por la “Comisión de los 25 Gremios Peronistas” (luego CGT Brasil) creada el 1 de marzo de 1977 por el compañero Saúl Ubaldini (Cervecero), Roberto García (Taxista), Fernando Donaire (Papeleros), Demetrio Lorenzo (Alimentación), Osvaldo Borda (Caucho), Ricardo Pérez (Camioneros), el “Negro” Serpa (Obras Sanitarias), José Rodríguez (SMATA), y muchos luchadores más.
La feroz Guardia de Infantería y sus “cabeza de tortuga”, la montada, los hidrantes, los gases, las balas de goma y de las otras fueron una constante cada vez que el movimiento obrero organizado ganaba la calle. Y aquel 30 de marzo de 1982 no fue la excepción. ¿Las consignas? “PAZ, PAN y TRABAJO”, y “LUCHE Y SE VAN”.
Diarios comentando la huelga de 1982
El 30 de marzo de 1982, la CGT organizó una manifestación con la consigna "pan, paz y trabajo". El gobierno reprimió con dureza , en Mendoza hubo un muerto a tiros. Dos días después, el 2 de abril , Galtieri convoco al pueblo de Plaza de Mayo. Había comenzado La guerra de Malvinas.
La dictadura comenzó a poner políticos civiles en las provincias como Jorge Aguado en la provincia de Buenos Aires durante las dictaduras de Galtieri y Bignone, del 14 de enero de 1982 al 11 de diciembre de 1983, Horacio Guzmán un ex radical fue nombrado gobernador de Jujuy por el dictador Galtieri , y Leopoldo Bravo fue designado gobernador de San Juan desde el 15 de enero de 1982 hasta el 7 de diciembre de 1982.
Un rato más tarde de la toma de las islas el gobernador británico Sir Rex Hunt se viste con su traje de gala y se entrega a las tropas argentinas, a quienes les dice que el desembarco es ilegal. Ese mismo día es enviado a Montevideo y el 5 a la mañana llega a Londres, justo para dar un informe a los soldados que salían hacia el Sur
El 2 de abril , tan solo tres días después de la huelga general la dictadura pegó su último manotazo de ahogado, y ordenó el desembarco en Malvinas. Varios dirigentes políticos y representantes de ambas centrales sindicales viajaron a las islas, invitados por el gobierno. La misma CGT anunció «un paréntesis en su plan de acción». Aunque dijeron que «la reconquista de las Malvinas» en nada modificaba «los graves problemas internos», ni debía “interpretarse como una renuncia a lograr los objetivos de justicia social, independencia económica y soberanía política”, en los hechos le daban cierto aire a la maniobra militar.
En 1981 la Junta Militar de Gobierno, con especial énfasis del almirante Jorge Isaac Anaya, decidió para 1982 solucionar la cuestión de las islas Malvinas, para apoyar al régimen militar que enfrentaba un fuerte descontento social y económico.
La popularidad del gobierno estaba en franco descenso, mientras la inflación crecía y el PBI se reducía en un 11,45 %; el régimen militar se desmoronaba y Galtieri comprendió que las Fuerzas Armadas no tenían el suficiente poder para evitar la transición democrática que ya aparecía en el escenario político. La recuperación de las islas Malvinas fue percibida como un elemento que iba a aglutinar a la descontenta sociedad argentina. Después de seis años de dictadura, la Junta Militar necesitaba de una victoria, tras una operación dramática pero necesaria para unir al país, con la recuperación de las islas Malvinas, un anhelado sueño de la sociedad argentina parecía el modo ideal de lograrlo.
Siguiendo el modelo de la abortada Operación Soberanía para la solución del aún pendiente Conflicto del Beagle con Chile, Galtieri dio lugar el 26 de marzo a la Operación Rosario, un plan de desembarco en las islas Malvinas para canalizar en el conflicto bélico la animosidad popular. El 2 de abril de 1982 un contingente al mando del contraalmirante Carlos Büsser desembarcó en la isla Soledad, tomaron prisionero al gobernador británico de las islas sin causar bajas enemigas para evitar una reacción británica en el futuro. El desembarco y toma de la capital insular, Port Stanley, a la que se rebautizó Puerto Argentino, con tres bajas propias, provocó una fuerte adhesión popular, con manifestaciones públicas de apoyo, la sociedad argentina había olvidado a los desaparecidos, a la depresión causada por los militares y al desastre económico; era el sentimiento Malvinas.
La empresa militar, emprendida bajo el supuesto de que la situación geográfica de las islas haría imprácticas las acciones militares de los británicos, pronto tuvo que hacer frente a una muy superior fuerza del enemigo. El régimen militar del general Augusto Pinochet en Chile, al que la dictadura argentina consideraba como el enemigo número uno, proporcionó todo el apoyo logístico necesario a las tropas británicas.
Las tropas británicas no solo contaban con la ayuda militar y logística del Reino Unido también tenía una operación secreta con el dictador chileno Augusto Pinochet que optaba con colaborar con la ofensiva inglesa. Las tropas argentinas, en inferioridad logística y de inteligencia, sin apoyo naval y con inadecuado apoyo aéreo, pese a haber obtenido algunos éxitos parciales especialmente en ataques aéreos lanzados desde el continente contra la fuerza naval británica, se vieron pronto en una posición insostenible.
Sin embargo, el régimen mantuvo durante toda la guerra de las Malvinas un poderoso aparato propagandístico para mantener la adhesión popular. Los comunicados oficiales, retransmitidos obligatoriamente por todas las emisoras de radio y televisión, concentraban la atención de todo el espectro político; férreos adversarios del régimen militar se vieron llevados por la situación a expresar su respaldo a la acción militar. Se realizaron fuertes campañas para apoyar económica y materialmente a las fuerzas armadas desplegadas en las islas pero la inmensa mayoría de esas donaciones jamás llegaron su destino. El hundimiento, del destructor británico HMS Sheffield el 4 de mayo que fue alcanzado por un misil Exocet y se hundió una semana después, fue ocasión de celebraciones populares. La información real sobre el estado de los combates se filtraba cuidadosamente para mantener altas las expectativas, de tal manera que la ocupación de las islas por las fuerzas británicas tras la batalla de Pradera del Ganso la más cruel de las batallas el 29 de mayo se mantuvo en secreto hasta que el 14 de junio el general de brigada Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de Malvinas, rindió Puerto Argentino a tropas muy superiores.
Juan Pablo II y la Guerra de Malvinas
El Papa Juan Pablo II con motivo de a guerra de Mavinas viajo a Gran Bretaña a finales del mes de mayo, y luego viajó a la Argentina en un gesto de cercanía al pueblo que sufría el drama de la guerra. El 11 de junio, realizó una homilía en la basílica de Luján, ante una muchedumbre desbordante, mientras en las islas del Atlántico sur se consumaban los últimos días de la guerra que dejaría huellas profundas en los ánimos de los argentinos.
El Papa se encontraba en tierra argentina precisamente durante la festividad del Corpus Christi, que aquel año de 1982 se celebraba el 12 de junio. Nuevamente en una misa colmada por miles y miles de argentinos frente al monumento a los Españoles, Juan Pablo II habló del Cuerpo de Cristo derramado en la sangre de las víctimas de la guerra del Atlántico sur: "La verdad sobre el Cuerpo y la Sangre de Cristo - signo de la Nueva y Eterna Alianza- sea luz para todos aquellos hijos e hijas, tanto de Argentina como también de Gran Bretaña, que en el curso de las actividades bélicas han sufrido la muerte, derramando su propia sangre".
La guerra terminaba poco días después de la visita del Papa; y con la guerra finalizaba también la dictadura militar y volvía la democracia.
La rendición
El 14 de junio, con la caída de la tarde, alguna gente comenzó a acercarse a la Casa Rosada buscando novedades. No eran más de trescientas personas que comenzaron a gritar: "No se rindan, no se rindan". No se sabía fehacientemente lo que ocurría. Nadie pronunciaba la palabra "rendición". Las reuniones de altos mandos militares se sucedían hora tras hora. Por la noche, Galtieri se reunió con los generales de división y les relató los acontecimientos de la jornada. Luego les solicitó una tarea de asesoramiento para ser entregada al día siguiente sobre si se debía continuar el conflicto. De todos los presentes el único que se expresó a favor de continuar el enfrentamiento fue el general Alfredo Saint Jean.
Martes 15, a las 22 horas: "El combate de Puerto Argentino ha finalizado…los que cayeron están vivos para siempre, pelearon contra la incomprensión, el menosprecio y la soberbia. Enfrentaron con más coraje que armamento la abrumadora superioridad de una potencia apoyada por la tecnología militar de los Estados Unidos de Norteamérica, sorprendentemente enemigos de la Argentina y su pueblo […] No habrá paz definitiva si se vuelve al status colonial", dijo Galtieri en un discurso televisado por cadena nacional.
Mientras, en los alrededores de la Casa Rosada se iba juntando gente para protestar contra la rendición. Muchos concurrieron porque se dijo que Galtieri iba a hablar públicamente desde el balcón de la Casa Rosada, e iba a hacer severos anuncios. A las 17.30 una unidad móvil de ATC se estableció en el lugar, mientras un millar de personas ya comenzaba a realizar cánticos desfavorables al gobierno. Más tarde se agregaron los empleados públicos que salían de sus oficinas. Luego llegaron activistas. A las 18.40 avanzó la Policía Federal para dispersar al público que gritaba: "la Junta Militar la vergüenza nacional" y "rendición es traición". Finalmente, la muchedumbre fue violentamente reprimida y las adyacencias de Plaza de Mayo fueron escenario de batallas campales entre manifestantes y policías. La Avenida de Mayo fue devastada por los destrozos e incendios.
La derrota ante el Reino Unido en la guerra de las Malvinas de 1982 sumada a las crecientes dificultades económicas provocó una crisis política y la renuncia del presidente Leopoldo Fortunato Galtieri, tras la caída de Leopoldo Fortunato Galtieri el 17 de junio de 1982, debida a la derrota argentina en la Guerra de Malvinas, el General de División Alfredo Saint Jean
Presidencia Interina de Alfredo Saint-Jean
El desprestigio asociado a la actuación de las fuerzas terrestres en el conflicto armado, con el nombramiento de Cristino Nicolaides como titular del Ejército el 18 de junio de 1982, generó que Oscar Saint-Jean pase forzosamente al retiro. El disenso interno entre el representante del Ejército Argentino en la Junta Militar de Gobierno, el Teniente General Cristino Nicolaides, y los jefes de la Armada Argentina, el Almirante Jorge Isaac Anaya y de la Fuerza Aérea Argentina, el Brigadier General Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo, le permitió ocupar interinamente el cargo de presidente hasta el 1 de julio. La Junta Militar se disolvió debido a que la Fuerza Aérea y la Armada no aceptaban que el General de División retirado Reynaldo Bignone, propuesto por el Ejército, asumiera la presidencia. Tras la partición de la junta, el Ejército Argentino se hizo cargo enteramente del poder e impuso a Bignone, quien asumió inmediatamente el cargo, anunciando el inicio del proceso de entrega del poder a las autoridades civiles.
Sin embargo, el gobierno volvería a estar repartido equitativamente entre la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército. El 17 de agosto de 1982 tuvo lugar la asunción del brigadier general Augusto Jorge Hughes como titular de la Aeronáutica, en reemplazo de Lami Dozo. El almirante Rubén Oscar Franco reemplazó a Anaya como jefe de la Marina el primero de octubre de ese año, de esta manera gobierno pasó a estar nuevamente bajo el mando de una Junta Militar compuesta por los titulares de las tres Fuerzas Armadas a partir del 1 de octubre de 1982.
La orden para los comandos argentinos que llevaron a cabo la Operación Rosario fue clara: no se debían producir bajas en las tropas británicas (57 infantes de marina, 11 Royal Marines y 40 miembros de la Fuerza de Defensa de las Islas). A primera hora de la mañana del 2 de abril llega la rendición .
A media mañana los soldados Argentinos bajan la bandera britanica y cerca del mediodía del 2 de abril las tropas argentinas izan por primera vez la bandera argentina. Tres días más tarde la flota británica parte de Portsmouth hacia el Atlántico Sur.
Cientos de personas reunidas en Plaza de Mayo apoyan a Galtieri. Desde del balcon de la Casa Rosada, el presidente de facto desafía a los ingleses: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Abril de 1982
El hundimiento del ARA General Belgrano se produjo el domingo 2 de mayo de 1982 por el ataque del submarino nuclear británico HMS Conqueror. Llevaba 1091 tripulantes, murieron 323
Un Harrier de la RAF a punto de despegar de la cubierta del HMS Hermes. Las fuerzas armadas inglesas movilizaron en total unos 30.000 hombres en Gran Bretaña, en la isla Ascensión y en el Atlántico Sur
Durante la guerra de Malvinas, la televisión, y en especial "60 minutos" jugaron un papel importante en la sociedad, ya que fueron los voceros oficiales de lo que pasaba en las Islas. El 2 de abril se transmitió el desembarco, y a partir del 12 de abril, ATC se instaló en Malvinas para transmitir en directo con la cobertura del periodista Nicolás Kasanzew.
Tapa del diario Clarín con la visita del Papa Juan Pablo II, vino algunos días antes de la rendición
El Papa en Palermo en una misa
El Papa Juan Pablo II realizó un primer viaje muy breve de apenas 31 horas, en junio de 1982, había sido decidido personalmente por él en un tiempo récord, al regresar de su programada visita a Gran Bretaña. En el trayecto entre Londres y Roma, cuestionó la antigua idea de "guerra justa". Acá lo recibió Leopoldo Fortunato Galtieri, quien, junto a su canciller, desató la guerra de Malvinas, que costó tantas vidas y enlutó al país. Al llegar, Karol Wojtyla dijo que todo se perdía con la guerra y que nunca habrían debido abandonarse las tratativas de paz.
La Junta Militar se disolvió debido a que la Fuerza Aérea y la Armada no aceptaban que el General de División retirado Reynaldo Bignone, propuesto por el Ejército, asumiera la presidencia. Tras la partición de la junta, el Ejército Argentino se hizo cargo enteramente del poder e impuso a Bignone, quien asumió inmediatamente el cargo, anunciando el inicio del proceso de entrega del poder a las autoridades civiles.