El 5 de junio renunció el gobernador Juan José Viamonte, quien ejercía el poder desde la renuncia de Juan Ramón Balcarce, el 3 de noviembre pasado. Bloqueado políticamente, Viamonte pudo dedicarse a las tareas administrativas y a sentar las bases para la normalización de las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
El gobierno no tuvo medios para contener el desborde de los opositores que se habían hecho dueños de la calle y aplicaban el terror contra los adversarios y los débiles. El 5 de junio hizo renuncia y así quedó abierto el camino para la vuelta de Rosas. La Sala de representantes aceptó la dimisión el 27 del mismo mes y el 30 eligió gobernador a Rosas, que renunció hasta por cuatro veces; pero la Sala lo había elegido siempre sin las facultades extraordinarias. Por fin fue designado gobernador interino el presidente de la Sala de representantes, doctor Manuel Vicente Maza, después que rechazaron la elección Tomás M. Anchorena, Nicolás Anchorena, Juan Nepomuceno Terrero y Ángel Pacheco; fue puesto en posesión del cargo el 19 de octubre de 1834.
Rosas preparaba pacientemente su vuelta al poder con las facultades extraordinarias y la plenitud de los poderes. No tenía por eso prisa en volver, sino que quería hacer ver primero que solamente él podía gobernar en lo sucesivo.