Los primeros decenios de la nueva ciudad no fueron precisamente de holgura y de satisfacciones; en sus alrededores no había poblaciones indígenas a quienes someter para que sirvieran a los blancos; eran pueblos nómades que vivían de la caza y de la pesca y que no tenían morada fija ni la admitían. Los españoles y mestizos tenían que hacerlo todo por sí mis-mos; sus mujeres e hijos iban a buscar el agua al río y las mujeres lavaban la ropa de sus maridos sin ninguna ayuda ajena; tales eran las quejas que los vecinos de Buenos Aires presentaron al rey por medio del procurador Beltrán Hurtado.
El testigo fray Sebastián Palla, guardián del convento de San Francisco y comisario del Santo Oficio, dijo en la información hecha a pedido de Antonio García Caro, procurador de la ciudad de Buenos Aires, el 21 de julio de 1598:
"que la ciudad se pobló a costa de los pobladores de ella sin que el rey diese ayuda alguna... que hoy padecen los vecinos de esta ciudad mucho trabajo ... porque es compasión el ver que hombres y mujeres españoles y sus hijos anden vestidos como andan muchos de ellos de sayal por no alcanzar su caudal para más, que sabe que los dichos vecinos y moradores hacen sus labores y ganados por sus propias manos ... lo que es cosa de mucha lástima ..."
Otros vecinos declaran que ellos mismos, con sus propias manos, aran y cavan y hacen sus sementeras y labores de mucho trabajo, andando vestidos de sayal.
Para los españoles de la conquista y la colonización en América como en España regía aquello de los oficios baxos e viles y era una humillación tener que ejercerlos por no disponer de gentes del lugar a quienes obligar de algún modo al trabajo para ellos. De ahí la insistencia en solicitar en vano la libertad de comercio a fin de poder exportar cueros y otros productos de la tierra a cambio de esclavos negros. La negativa absoluta de las autoridades reales y del Consejo de Indias a conceder la libertad de comercio, hizo que el contrabando fuese una solución vital y en ese negocio entraron por igual los vecinos y los gobernadores, con pocas excepciones.