En Europa
fue testigo de la decadencia del gobierno español e infirió
que la mejor política para su país era la independencia absoluta.
Convencido del fracaso de su misión escribió al Cabildo de
Buenos Aires, aconsejándole no reconocer al virrey (Cisneros) elegido
por la Junta española. Estas cartas fueron interceptadas por Martín
de Álzaga, quien convencíó al Cabildo de que Pueyrredon
era peligroso para los peninsulares.
Elio, gobernador de Montevideo, recibió órdenes de capturar
a Pueyrredón. Este eludió la captura y regresó a Buenos
Aires. Se unió a sus amigos Belgrano, Castelli, Vieytes, Beruti y
Rodríguez Peña en el proyecto de nombrar a Carlota Joaquina
regente en Buenos Aires durante el cautiverio de su hermano Fernando VII
de España. Con este fin llevó correspondencia a Carlota Joaquina,
en Río de Janeiro, pero recibió poco estímulo
A su regreso a Buenos Aires en 1810 se enteró de la Revolución
de Mayo e inmediatamente ofreció sus servicios a la junta patriótica,
que lo nombró gobernador de Córdoba, que en aquel entonces
no solamente comprendía la actual capital, sino también la
región de Cuyo. Invitó allí a criollos y peninsulares
a unir sus fuerzas; en enero de 1811 fue transferido a la Audiencia de Charcas.
Como presidente e intendente.
Durante su estada allí se enteró del desastre de Huaqui; se
trasladó de inmediato a Potosí donde se apoderó de
la Casa de Moneda y emprendió la retirada a Jujuy y Tucumán,
temeraria hazaña esta, que salvó el tesoro para la causa patriótica;
nombrado comandante en jefe del ejército del Norte, reorganizó
las fuerzas; más tarde resignó este cargo a favor de Manuel
Belgrano para asumir nuevas funciones como miembro del Primer Triunvirato;
este Triunvirato cayó en 1812.
Pueyrredón fue hecho prisionero en Matanza y finalmente en San Luis;
durante su permanencia en Cuyo se entrevistó en 1814 con el gobernador
San Martín; en 1815 regresó a Buenos Aires.
Pueyrredón fue designado para representar la provincia de San Luis
en el Congreso de Tucumán. La representación de Cuyo estaba
integrada por Tomás Godoy Cruz, Justo Santa María de Oro,
Francisco Narciso de Laprida y Juan Agustin Maza El Congreso, bajo la influencia
de San Martín y el fuerte apoyo de Cuyo, Güemes, Buenos Aires
y el Alto Perú eligió a Pueyrredón como Director Supremo.
Pueyrredón viajó a Salta para resolver problemas entre Rondeau
y Martín Güemes. Removió a Rondeau del ejército
del Norte y nombró a Belgrano en su reemplazo, poniendo término
á la resistencia provincial. En una reunión celebrada en Córdoba
con San Martín estudió el proyecto de éste de invadir
a Chile y decidió asignar al asunto máxima prioridad. Ínterin
el Congreso de Tucumán declaraba la independencia.
Durante su gobierno (1816-1819) Pueyrredón ejerció tremenda
influencia sobre el país. Su determinación de apoyar la organización,
equipo y financiación de la propuesta expedición libertadora
de San Martín a Chile y Perú (para completar la conquista
de la independencia Argentina) exigió unidad política y sacrificio
financiero, pero Pueyrredón no vaciló en hacer uso tanto del
poder político como del militar, siempre que fuese necesario para
continuar proporcionando su apoyo. Gobernó durante un período
muy difícil, las fuerzas luso brasileñas invadieron la Banda
Oriental.
Pueyrredón encaró también serios problemas políticos
en la nueva nación, envuelta en rivalidades y conflictos personales.
Se aproximaban las guerras civiles entre fracciones que finalmente desembocaron
en centralistas versus federalistas. Como Director Supremo, Pueyrredón
representaba la autoridad central pero nunca se identificó con los
porteños.
Trató de reforzar la unidad nacional empleando, siempre que fuera
posible, la moderación. No obstante sus buenas intenciones, los problemas
contra el gobierno del directorio proliferaban por doquier; cuando regresó
de Tucumán a Buenos Aires, halló a ésta dividida en
cuanto a la invasión Portuguesa, y a Córdoba y Santiago del
Estero en rebelión.
A fines de 1816 había recuperado el control de todas las provincias,
excepto en el litoral, pero existían indicios de crisis en la ciudad
de Buenos Aires, debido principalmente al aumento de los impuestos para
solventar la expedición libertadora de San Martín, los forzosos
préstamos contraídos y otros problemas económicos y
políticos; se iba acrecentando el número de disidentes y opositores
de su gobierno, en 1817 se descubrió una conspiración y sus
dirigentes fueron exiliados
Carrera, el caudillo chileno, apareció en Buenos Aires, tratando
de seguir viaje a Chile, pero Pueyrredón, temiendo que interfiriera
con las operaciones de San Martín, le impidió continuar su
camino y ganó su enemistad; Los albe aristas iniciaron una campaña
difamatoria contra Pueyrredón. El Director Supremo intentó
suprimir las revueltas internas e incurrió en el error de tratar
de lograr la derrota de los caudillos de Entre Ríos y Santa Fe (Ramírez
y E. López) creyendo que sería suficiente el apoyo de hombres
fuertes secundarios; en 1819 era evidente que el problema entrañaba
algo más que una mera rebelión militar; el 12 de febrero de
1819, los efectivos de Estanislao López obligaron a las fuerzas gubernamentales
a subscribir el armisticio de San Lorenzo, que trajo una paz transitoria.
En ese momento Pueyrredón había concluido su período
de gobierno. La constitución de 1819 había sido firmada, el
país permanecía independiente; Chile era libre y Santa Fe
estaba pacificada; fatigado por la continua oposición y abrumado
por su precaria salud, Pueyrredón presentó su renuncia en
abril de 1819, el Congreso rehusó aceptarla pero finalmente cedió
ante su reiteración, el 9 de junio.
Mientras estuvo en el poder trató de organizar las finanzas públicas,
fundó la Caja Nacional de Fondos, precursora del primer Banco, la
Casa de Moneda, las reglamentaciones aduaneras, varios periódicos,
reabrió el Colegio de San Carlos como Colegio de la Unión
del Sur, organizó el estado mayor del ejército, los tribunales
militares y consolidó la deuda nacional; en 1820 solicitó
permiso para salir del país y viajó a Europa pero regresó
al cabo de un año; en 1829 trató infructuosamente de lograr
la paz entre Lavalle y Rosas; después vivió sosegadamente
en su finca de San Isidro, provincia de Buenos Aires, donde murió
y fue inhumado sin pompa alguna, como un ciudadano común.
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