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Fernando
Fader |
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Nace en Burdeos -Francia-
un 11 de abril de 1882; se educa en Francia y Alemania pero es un pintor
argentino. Fernando Fader, hijo del ingeniero alemán Carlos Fader y de
la vizcondesa francesa Celia de Bonneval, es, en su persona y en su obra
un arquetipo de argentino. Porque eligió serlo y porque desde una base
técnica definidamente alemana, lograda con tesón y obstinación,
produce un arte único en su tiempo dedicado a "su" país. La
familia vivía en Mendoza y en alguna entrevista Fader manifestó que
era mendocino, lo cual ha llevado a muchos historiadores al error.
Carlos Fader, su padre, era un importante empresario energético en
Mendoza, su compañía proveía de luz a la ciudad, había iniciado la
construcción de la primera usina hidroeléctrica de nuestro país, y
había consolidado una importante fortuna a partir de astilleros navales
en Buenos Aires, la exploración de petróleo en Mendoza, y la creación
de la primera usina de gas además de la construcción del primer
oleoducto de Sudamérica. Al ver que la vocación de su hijo no estaba
definida, su padre le propone un año de viaje por Europa. Al cabo de
ese lapso Fernando le manifiesta su intención de cursar dibujo y
pintura en Munich en el Real Instituto de Artes y Ciencias, que era el más
renombrado de Alemania y cursa con el maestro Henrich Von Zügel.
Luego de ser rechazado en
un primer intento de ingreso y de tres meses de "obstinada
insistencia" logra ser aceptado. Al cabo de cuatro años culmina
sus estudios con altas notas y un Primer Premio consagratorio. Vuelve a
Mendoza en septiembre de 1904 con 22 años, instalando su taller en la
casa paterna, donde realiza su primera exposición. Al año siguiente
funda una academia de pintura y don Emiliano Guiñazú le encarga
decorar con pinturas murales su residencia veraniega en Luján de Cuyo,
es ahí donde conoce a Adela Guiñazú con quien se casaría dos años
después.
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MENDOZA
Su segunda exposición fue el 12 de octubre de 1905 en los salones de la
Casa España, de Mendoza, donde sentó 70 obras realizadas en la
provincia y en Europa. El 27 de noviembre inaugura en el Salón Costa de
Buenos Aires otra exposición, donde la crítica unánimemente lo
destaca. Al año siguiente vuelve a exponer. Realiza dos exposiciones en
Galería Witcomb y participa en la fundación del Grupo Nexus junto con
Pío Collivadino, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Justo Lynch, Carlos
Ripamonte, Alberto M. Rossi y el escultor Arturo Dresco. Ellos
procuraban una acción conjunta para difundir el arte nacional, y con la
creación del Salón Nacional en 1911, se disolvió el grupo con la
satisfacción de haber sido escuchados y de haber logrado entre otras
cosas la creación de la Academia de Bellas Artes y del Salón Anual de
Exposiciones.
Su padre falleció en 1905 y curiosamente sus hermanos deciden que sea
él quien se ocupe de las empresas familiares. Pese al apoyo de la
comunidad mendocina, la falta de capital y una enorme crecida del río
Mendoza que arrasa con las instalaciones inconclusas, hacen que los
Fader vaya a convocatoria de acreedores y terminen despojados de todos
sus bienes y cubiertos de deudas, incluso algunas pinturas de Fader
fueron embargadas y rematadas, y los bienes de su mujer también fueron
liquidados. |
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En la mina de
Petroleo |
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Capilla de
Ischilín |
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El Arado |
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LA VUELTA A LA PINTURA
(1914-1916)
Fader se instala en Buenos Aires en 1914 y vuelve a la pintura luego de
casi seis años se presenta en el Salón Nacional de 1914 y obtiene el
Primer Premio con "Los mantones de Manila", envía nuevamente
al año siguiente y luego suspende los envíos por discrepancias con la
Comisión Nacional de Bellas Artes.Se
organiza una exposición en Montevideo, Uruguay, en la "Casa
Corralejo", pero el éxito no lo acompaña, tan solo se vendió una
obra y se convertiría, pese a los esfuerzos y deseos, en la única
exposición individual que hizo en el exterior.
Müller se afirmaba como el galerista más importante, y en 1918 realizó
las exposiciones individuales de Jorge Bermúdez, Cesáreo Bernaldo de
Quirós y de Fernando Fader, quien en esta muestra incorpora la figura,
integrándola maravillosamente con el paisaje. Fader quería tener su
propia casa, por eso adquiere unas tierras en Loza Corral, a ocho kilómetros
del pueblo de Ischilín, allí se dedica a construir la que sería su
casa definitiva, proyecta también una granja y hasta un establecimiento
lechero, que nunca podría concretar.
Gracias a Müller sus precios eran los más altos del arte argentino, y
en tan solo tres años se habían triplicado. Con el éxito económico
puede continuar con las obras de su casa, hasta construye una sala de música.
Al año siguiente realiza una exposición con obras de colección de
Pedro Garmendia, quien lo había ayudado en sus primeros años en Buenos
Aires, eran 14 pinturas del período mendocino y en el mes de septiembre
presenta su acostumbrada exposición individual en Müller, destacándose
"Primavera en la huerta" y "Mañana primaveral",
donde el artista realza los luminosos cielos cordobeses y las nostalgias
de las tardes en Ischilín.
Fader disfrutaba del otoño, era su estación preferida y en ella obtenía
la mayoría de sus logros. Al año siguiente no hace exposición y
comienza a realizar una serie de desnudos plenos de luz.
Adela estaba nuevamente embarazada y viaja a Buenos Aires; en enero de
1922 nace Adelita, una niña alegre y vivaz que vivió espaciadamente
con su padre, generalmente durante los veranos.
Comienza un período en que la soledad será su compañera, la familia
en Buenos Aires y su salud quebrantada. En septiembre presenta su
exposición anual en Müller, es Ischilín el motivo central de la misma
y fue la más elogiada y exitosa de todas las realizadas por el maestro,
la crítica lo consagra como el primer pintor nacional. Desgraciadamente
la mala situación económica de Müller y los continuos y mayores
gastos de Fader con la adquisición de nuevas tierras y autos provocan
algunos disgustos en la relación entre ellos. Es en 1924 cuando se
presenta su primera exposición retrospectiva en la Asociación Amigos
del Arte ya que Müller había cerrado su local y se encontraba en
Alemania tratando de recomponer sus finanzas. Presenta entonces 50 obras
que daban una amplia visión de su trayectoria.
El año siguiente los problemas se agravan y realiza tan solo tres
obras. En 1926 se produce la reconciliación con Müller, quien alquila
un nuevo local en Florida 940, enfrente de lo que había sido su
anterior galería. El 4 de octubre se inaugura la exposición de tan
solo 9 obras, con la presencia del presidente Dr. Marcelo T. de Alvear,
un extraordinario coleccionista y apoyo permanentemente el arte
argentino. En dicha exposición presentó "La reja"
considerada por él mismo como su obra cumbre, ésta fue adquirida en la
fabulosa suma de 12.500 pesos, superando cualquier otro valor logrado
por un artista nacional, durante décadas.
Su último viaje a Buenos Aires será en octubre de 1927 para presentar
su acostumbrada exposición anual. La salud de Fader se agravará día a
día, ya no dejará Córdoba. Recién a los tres años realiza otra
exposición, el tema de la misma es el producto de sus viajes "de
campaña" con su "fordcito", el cual era casa y taller
ante la falta de comodidades que encontraba en los pueblos que recorría.
Se destacaban los motivos arquitectónicos e iglesias: "La
Candelaria", "Pocho", "Caminiaga" y "San
Francisco del Chañar".
En enero de 1931 realiza la que sería su última campaña artística y
de ella queda el testimonio de tres realizadas en La Playa (Guasapampa).
Está impedido de caminar y reacio a internarse en los distintos
sanatorios, que le recomendaban los médicos y sus amigos. En 1932 se
realiza en Müller la exposición homenaje a sus cincuenta años. No
asiste, lo representa su esposa. Todos han comprendido que los tiempos
de Fader están concluyendo.
Acompañado por sus dos hijos mayores fallece en su casa de Loza Corral,
el 28 de febrero de 1935.
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